La carne no se mancha

Nunca creí que fuera tan pronto. La compra por parte de Microsoft (cuyo CEO no es más Bill Gates) de bonos de carbono a un productor ganadero de Australia que practica pastoreo racional por un valor de US$ 500 mil aparece como el comienzo del fin de la canallada que la FAO iniciara en el año 2009, en una amable concesión al lobby vegano.

Más de una década de inversión de la carga de la prueba durante la cual la ganadería debió demostrar su inocencia y que sirvió de distracción en la mirada de los únicos culpables del calentamiento global, como son los combustibles fósiles que le dan energía eléctrica a todos los hogares de nuestros acusadores.

Sin embargo, este obligatorio trabajo de generar información para demostrar nuestra inocencia durante el tiempo que estuvimos presos ha tenido sus beneficios.

El cálculo de la emisión de gases de efecto invernadero requiere de una metodología simple y conocida. Sin embargo, el secuestro de carbono asociado a una actividad vía fotosíntesis y sumideros de materia orgánica tuvieron que ser desarrolladas prácticamente de cero, en una red mundial de investigadores que organizadamente compartió sus avances hasta llegar, al día de hoy, a un primer borrador sobre la manera de medir la fijación de carbono.

Mientras muchos de nosotros aceptábamos la culpa y prometíamos mejorar, líderes como Frank Mitloehner de la Universidad de Davis, y amigo de la casa, demostraba que asignarle al ganado 30 veces mayor capacidad de contribuir al calentamiento global por el hecho de emitir metano era una barbaridad científica.

El metano vive la décima parte de lo que dura el CO2 en la atmósfera y no se acumula ni crece porque pasado 10 años se convierte en CO2 y vuelve al suelo por la fotosíntesis que realizan los pastos que vuelven a emitir metano cuando son digeridos por el animal. Un ciclo estabilizado que lleva 3,7 millones de años acompañándonos.

Mientras nos avergonzábamos de nuestros vacunos, Alan Savory demostraba con décadas de trabajo en África que la ganadería era parte de la solución y no del problema. El ciclo virtuoso de fotosíntesis y sumidero de carbono transformaba los desiertos en pradera. Obviamente que fue un predicador literalmente en el desierto.

"Lo que ha sucedido a partir de la venta de bonos de carbono es que el mercado se puso del lado correcto y cuando lo hace el problema está solucionado"

Ya en estos días empezamos a ver los primeros resultados de balance de carbono en sistemas pastoriles. A comienzos de este año la Bangor University con la última versión metodológica disponible demostró que, en 20 granjas ganaderas y ovinas de Gales, la producción de carne a pasto generaba entre 11 y 16 kilos capturados por cada kilo de carne producida.

Como otras veces y en otros temas, lo que ha sucedido a partir de la venta de bonos de carbono es que el mercado se puso del lado correcto y cuando lo hace el problema está solucionado. En este hito ha quedado demostrado que la ganadería no tiene nada que ver con el cambio climático y eso es muy bueno. Sin embargo, todo lo que hemos aprendido en este tiempo nos lleva a una próxima meta: no siendo parte del problema, sí podemos ser parte de la solución. Entendiendo mejor el mecanismo, hemos descubierto que el nivel de emisiones puede mejorarse y la humanidad descubrirá en breve que somos el aire acondicionado de este planeta.

Así como Microsoft ha buscado la redención a su emisión de carbono en un sistema ganadero, no falta mucho para ver un tweet de Greta Thunberg pidiendo perdón por el daño provocado a un inocente. Así será, porque la carne… no se mancha. 

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