Fotograma de "Almas de la costa"

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La increíble odisea de la primera película uruguaya

El Festival Internacional de Cine cerró con Almas de la costa. Conozca la historia detrás del filme
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10 de abril de 2015 a las 20:26

Todo comienza con una pregunta simple: ¿cuál es el primer largometraje uruguayo? Pues la primera película de ficción filmada en territorio oriental que sobrevive hasta hoy fue Almas de la costa, de 1923.

¿Y si le dijera que hoy sábado, a partir de la hora 21.30, en la sala Cinemateca 18, se puede ver esta rareza absoluta? Este añejo filme, por décadas perdido y casi destruido, tuvo un trabajo de reconstrucción, digitalización y montaje en México, y hoy cierra la edición del Festival Internacional de Cine de Montevideo.

Pero, en los más de 90 años que separan su concepción del presente, han ocurrido algunas historias que bien vale la pena contar y desenterrar.

Idilio y contracara

En 1923 el presidente era el ingeniero y economista batllista José Serrato. Uruguay era la Suiza de América y disfrutaba las mieles de ser un “país modelo” en el continente y pretendía serlo en el mundo. Montevideo era la “tacita del Plata”, una ciudad que ostentaba índices de nivel de vida que, en algunas clases sociales, eran superiores a los de Europa.

Pero, en paralelo con esos avances y bonanzas, por ejemplo, había tuberculosis, una enfermedad que cundía entre la población pobre, que existía y la pasaba mal por fuera del sistema.

También había aventureros que querían hacer cine en un país de juguete donde no existían estudios ni actores de cine, laboratorios ni productoras.

Entonces, lo que predominó para la confección del primer filme uruguayo fue la improvisación. Un joven estudiante de medicina de 22 años, llamado Juan Antonio Borges, muy aficionado al cine como espectador y preocupado por el brote de tuberculosis, iba a estudiar, meditar y tomar café a La Giralda (donde actualmente se ubica el Palacio Salvo). Allí trabó amistad con el mozo Antonio de la Fuente.

Este mozo también era fanático del cine y hacía un curso de cinematografía por correspondencia. Supuestamente, estaba suscrito al curso de guión de cine de una revista en español sobre el tema que se editaba en Hollywood. Por su parte, unos años antes Borges había tenido su primera experiencia en cine al dirigir Puños de nobleza, un filme de boxeo que nunca llegó a concluirse.

Borges y De la Fuente crearon un guión que sería la base argumental de Almas de la costa. “En esos años existían muchos aventureros del cine. Jóvenes atraídos por el cine, que estaba de moda, que hacían alguna película amateur y luego se dedicaban a alguna profesión tradicional. En el caso de Borges, la medicina”, explica Nelson Carro, exfuncionario de Cinemateca, investigador y restaurador de cine.

El argumento se basa en la preocupación de Borges por la enfermedad. “Más allá de su intención melodramática, el filme trata sobre un método novedoso para curar la tuberculosis”, dice Carro.

Consiguieron al sastre Lisandro Cavalieri como productor improvisado, quien creó el sello Charrúa Films. El sastre se tomó mayores atribuciones de las que tenía su rol, pues tuvo un romance con la actriz principal, Luisa von Thielman, a quien dejó embarazada y con quien tuvo que casarse de apuro. Las últimas escenas de Almas de la costa se rodaron intentando disimular la incipiente panza de la protagonista.

Salvo el actor Artuno Scognamiglio, que tenía experiencia en el mundo del espectáculo, el resto del elenco era amateur. Se recurrió a profesionales del circo, como Remigio Guichón, que hacía el papel del pescador malo. “Toda la empresa es así. Buena parte se filmó en el puerto del Buceo y, para llegar hasta ahí, cada uno se tomaba un ómnibus y se llevaban un refuerzo de mortadela. Pero esto fue así durante muchos años en el cine uruguayo”, agrega Carro.

El fotógrafo Henry Maurice fue también el editor. Carro cree que por ausencia de laboratorios en Montevideo, la cinta debió editarse en Buenos Aires.

Se estrenó en setiembre de 1924, en el cine Ariel (casi enfrente adonde se proyectará hoy) y nunca más se volvió a exhibir. Filmada en 1923, Almas de la costa obviamente es una película muda. No se sabe si tuvo una partitura para ejecutar mientras se proyectaba, como era común en la época.

En el cine Ariel tocaba una banda de 20 miembros que acompañaba las proyecciones. “Es probable que estos músicos tocaran en las exhibiciones de Almas de la costa”, cuenta el restaurador.

Medicina, cine y viceversa

Borges egresó de la facultad y se fue a trabajar como médico rural a Paso de los Toros. “A partir de ahí, nunca tuvo otra relación con el cine”, dice Carro. En 1964, a 40 años del estreno, el doctor Borges recibió un homenaje donde se proyectaron unos minutos del filme.

Una década después, en 1974, mientras Carro trabajaba como técnico en Cinemateca, su director, Manuel Martínez Carril, le entregó una lata de película con un rollo de 16 milímetros para rearmar Almas de la costa.

Esos materiales eran una copia sacada de un positivo de 35 milímetros de muy mala calidad, que Carro trató de armar con muy poca fortuna.

Ese año, Carro conoció a Borges, habló con él y le proyectó el material, pero era de muy mala calidad: “Él no recordaba que la película fuera así, pero estaba editada de manera muy caótica”.

El material no tenía ninguna ilación. Editar era casi imposible. Todo el trabajo fue muy precario. “Me quedé con la idea de que había cometido un crimen con la película”, confiesa el restaurador.

A fines de 1976, Carro se exilió junto a su esposa en México, donde trabajó por 12 años en la filmoteca de la UNAM de Ciudad de México. Después, durante dos décadas dio cursos de cine. Desde hace ocho años programa ciclos en la Cineteca Nacional de dicho país.

Allí se armó un laboratorio digital y decidió presentar como proyecto el “caso” Almas de la costa: “El proyecto fue creciendo. Volví a Uruguay a buscar los materiales que habían estado guardados todos esos años en Cinemateca, los llevé a México y comenzamos la reconstrucción”, explica quien durante tres años trabajó en el escaneo del celuloide, fotografiando fotograma por fotograma para volverlo un archivo digital. El trabajo lo realizó junto a su esposa, Haydé Lachino.

Patrimonio fílmico

A la hora de analizar Almas de la costa, se debe separar la calidad patrimonial de la calidad artística. El argumento de la película sigue la historia de un náufrago que llega a una aldea de pescadores en el Buceo y conoce a una huérfana que sufre tuberculosis y de la que se enamora. Hay un antagonista pescador malo y una vampiresa que querrá seducir al náufrago.

La película utiliza locaciones reales en Buceo, en el Rosedal y a orillas del Miguelete en el Prado, donde está la clínica del doctor que curará la enfermedad. “Es la primera vez que Montevideo es una locación. Además, es un material que está coloreado”, cuenta Carro.

Para Martínez Carril, el fallecido y emblemático director de Cinemateca, la importancia y el interés de Almas de la costa reside en “ser la primera construcción dramática en el cine que se realizó en Uruguay”, según declaró en 2013 entrevistado por El Observador.

“Además, se trata de una película con un alto ingrediente de crítica social, con una intención de mostrar actitudes de vida de gente humilde”, dijo Martínez Carril, y agregó que Borges, como estudiante de medicina y universitario tenía entonces un compromiso con la sociedad.

De todos modos, el crítico y especialista opinaba entonces que Borges pretendía hacer un cine enfocado en los problemas de la sociedad, no un cine con pretensiones estéticas.

En 1964, Borges recibió un homenaje por parte de los críticos de cine Ildefonso Beceiro y José Carlos Álvarez, a 40 años del estreno original. En esa instancia enfatizaron que “Borges con Almas de la costa se adelantó a su tiempo con respecto al neorrealismo italiano”.

No obstante, Martínez Carril opinó que Almas de la costa “era un tema afín a sus intereses, el tema de los tuberculosos, porque su real vocación fue la medicina. Luego que se recibió, fue durante muchos años médico rural. Más que neorrealismo, creo que es un filme con intenciones de realismo social”.

El director autodidacta se retiró del negocio: egresó como médico y unos años después de filmar la película se casó con Elsa Fernández, quien hizo carrera política y llegó luego a ser legisladora por el Partido Colorado.

Muchos años después, el destino y la perseverancia hacen que hoy sea una fecha importante para el cine uruguayo. Desde el fondo del tiempo, llega a la pantalla una película que tiene la cualidad de los sueños: abre una puerta visual y mágica a una época ya extinguida pero de alguna forma viva en el celuloide.

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