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La llegada de ayuda humanitaria y una situación desesperante

La llegada de ayuda humanitaria al país caribeño puede ser el detonante de enfrentamientos armados ante el rechazo del gobierno de Nicolás Maduro
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09 de febrero de 2019 a las 05:02

Por Fabiana Culshaw / Especial para El Observador

Ya en el año 1936, uno de los intelectuales venezolanos más importantes del siglo XXI, Arturo Uslar Pietri, advirtió sobre la importancia de “sembrar el petróleo”. 

Este político y escritor acuñó esa expresión para explicar que la riqueza del petróleo era transitoria y que los recursos derivados de su explotación debían redireccionarse a otros sectores (“sembrarse”) en la industria del agro, de la ganadería, de la pesca y otras, para diversificar la economía nacional como puntal de verdadero desarrollo. 

Todos lo elogiaron. Pensadores, políticos de los más diferentes partidos y empresarios estuvieron de acuerdo y se hicieron eco de esas famosas palabras en estos más de 82 años de haber sido pronunciadas, pero ninguno lo logró. 

Nadie logró –o quiso realmente– diversificar la economía venezolana, hoy en día más dependiente del petróleo que nunca, justamente en tiempos de caída del precio internacional del crudo, baja de producción interna por ineficientes políticas económicas, recesión, restricciones cambiarias y ahora, bloqueo internacional a la exportación del preciado recurso por parte de EEUU.

La temida “maldición del petróleo”tomó cuerpo en el país caribeño a tal grado que la población, sumida en una pobreza como nunca antes en su historia, clama por ayuda humanitaria. Sí, un país naturalmente rico, está totalmente quebrado. 

Pero la ayuda humanitaria internacional que ya está llegando en estos días a la frontera con Colombia, puede ser el detonante de enfrentamientos armados. También está previsto el ingreso de cargamentos de alimentos y medicinas por el municipio de Paracaima, en la frontera con Brasil, en una segunda fase.

El gobierno de Nicolás Maduro tilda la “ayuda” de “herramienta política de intervención” por parte de  EEUU, y la rechaza. También niega la catástrofe del país, o no reconoce su magnitud, y la adjudica principalmente a las acciones de la “oposición oligarca, servil al gobierno norteamericano” que sabotea las políticas oficiales venezolanas, según dice.

Lo cierto es que desde el miércoles 6 los militares bloquean el puente fronterizo de Tienditas en Cúcuta (que une a Venezuela y Colombia), por donde deben pasar los camiones con alimentos y medicinas de EEUU bajo la gestión del autoproclamado presidente encargado Juan Guaidó. 

Al cierre de esta edición de El Observador, un convoy de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) había desplegado un operativo en esa zona, por órdenes de Maduro y del ministro de Defensa, Vladimir Padrino López. Pero Luis Rivera Marín, secretario de Estado de Puerto Rico, declaró en CNN que habían identificado algunas “ventanas” y que ya habían hecho llegar un cargamento a Venezuela. Agregó que “la ayuda está llegando por otras vías”.

Así es cómo la ayuda -o intervención- humanitaria enfrenta a dos partes en pugna que no quieren ceder, con el riesgo de un enfrentamiento armado en una nueva fase de sangre en este proceso venezolano. 

¿Hasta qué punto los militares obedecerán las órdenes de impedir el ingreso de ayuda humanitaria? Llegado el caso, ¿se enfrentarán a grupos de civiles desesperados por acceder productos de primera necesidad para sus hijos o familiares?, o por el contrario, ¿dejarán que estos cargamentos lleguen al pueblo?

Seguramente esta presión sobre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana pondrá nuevamente a prueba la lealtad de los militares a Maduro.

La Conferencia Episcopal de Venezuela, institución de peso en el escenario político nacional, pidió a las autoridades permitir el ingreso de la ayuda humanitaria. Y el Grupo de Lima (excepto México, que se mantiene imparcial) realizó la misma solicitud a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Tal vez, otro escenario es que ocurra algo similar a la “Revolución de los claveles”, cuando el 25 de abril de 1974 un levantamiento militar provocó la caída de la dictadura de António de Oliveira Salazar, que dominaba Portugal desde 1926. Ese día los militares colocaron claveles en sus fusiles, como símbolo de que no deseaban disparar sus armas, apoyados por los manifestantes. La acción se extendió por toda Lisboa y pasó a ser conocida con ese nombre alusivo a las flores, cambiando la historia del país.  

El chavismo repite su rechazo

Situaciones extremas similares se han dado en el pasado. A fines de 1999, el entonces presidente Hugo Chávez rechazó el ofrecimiento del gobierno de EEUU para reconstruir la franja costera cerca de Caracas, luego de “la tragedia de Vargas”.

Esta consistió en una serie de deslaves que también alcanzó a los estados de Miranda y Falcón. Pueblos enteros quedaron devastados, con un saldo de entre veinte mil y treita mil muertos (nunca se logró precisar la cifra de víctimas mortales por los aludes de barro). 

Muchos países enviaron aviones militares con alimentos, equipos de socorro, médicos o materiales de búsqueda, entre ellos, Alemania, Francia, España, México, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Uruguay. Pero EEUU no pudo hacerlo.

El entonces presidente estadounidese Bill Clinton autorizó a su Ministerio de Defensa a donar US$ 20 millones en artículos para damnificados, y a la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID) otros tres millones de dólares, además de dos navíos estadounidenses con 450 ingenieros de la Armada y Marines. Sin embargo, Chávez rechazó los envíos y alegó que no los necesitaba. El líder venezolano muy criticado por “haber puesto su ideología por encima del pueblo”, pero mantuvo su posición.

Más recientemente, Maduro también rechazó la ayuda de la organización Médicos Sin Fronteras y de buques sanitarios que ofrecieron sus servicios al ver a los hospitales del país desbordados y sin recursos para hacer operaciones quirúrgicas.  

Otro caso se dio en 2016, cuando la organización católica Cáritas dio a conocer que el gobierno les prohibió la distribución de medicinas y equipos sanitarios en sectores humildes del país. De hecho, el bloqueo oficial a la ayuda humanitaria ha sido denunciado por diferentes ONGs a lo largo del chavismo.

Los analistas interpretan que si el gobierno acepta la ayuda, sería una forma de reconocer que ha fracasado, además de pensar que ésta constituye una injerencia en los asuntos internos. 

La escasez de medicinas supera el 83%, según la Federación Farmacéutica de Venezuela (Fefarven). La inflación llegó al 1.000.000% al cierre de 2018, afectando fundamentalmente la compra de alimentos en un país del que ya se habla de hambruna para este año.

Otros datos: más de cinco mil venezolanos esperan por trasplantes y ese programa está paralizado desde hace un año y medio. Por la crisis sanitaria han regresado enfermedades otrora controladas, como la malaria, paludismo, tuberculosis y difteria al país. Ha aumentado la cantidad de pacientes sin tratamiento contra el SIDA, el cáncer y la hemofilia. Ocurren muertes de personas con hipertensión, diabetes y afecciones cardíacas, por falta de medicamentos y material sanitario y quirúrgico.  

Ayuda internacional

EEUU ha estado enviando ayuda humanitaria a los venezolanos que han emigrado, por ejemplo, a través de “USNS Comfort”, un buque hospital que llevó asistencia médica a refugiados en Ecuador, Perú, Colombia y Honduras, en una gira de 11 semanas desde octubre de 2018. 

El gobierno de Trump también aportó un monto inicial de US$ 20 millones en toneladas de alimentos, sobre todo para niños con desnutrición, que aún no ha podido ingresar al territorio nacional por la negativa de Maduro. Asimismo, voceros del país del norte han dicho que se plantean la apertura de un corredor humanitario en Venezuela.

Canadá, por su parte, anunció ayuda humanitaria por US$ 39 millones; Alemania ha avisado de otros cinco millones de dólares; la Comisión Europea asignó varias partidas que suman US$ 39 millones a los países receptores de la migración venezolana en 2018.

Distintas organizaciones han manifestado el apoyo. Un caso particular ha sido la Cruz Roja, que en un principio comunicó que, por políticas de la entidad, no podía proporcionar ayuda humanitaria sin contar con la autorización del gobierno de Maduro, pero poco después aclaró que sí podría colaborar con la distribución de alimentos y otros suministros básicos.

El chavismo ha señalado que, en vez de enviar ayuda humanitaria, los países deberían levantar el “bloqueo económico”. También observan que el gobierno de EEUU aporta US$ 20 millones en alimentos y medicinas, pero que las sanciones que ha impuesto le significarán pérdidas de US$ 21 mil millones a Venezuela. 

El desenlace de los próximos días y quién gane la pulseada tendrá enormes consecuencias para Venezuela y para toda la región. 

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