El presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), Diego Labat, defendió la política de no intervención sobre el mercado de cambios. Ante el escenario bajista actual, sectores vinculados a la exportación y el turismo han elevado reclamos por las consecuencias negativas que un dólar barato tiene sobre sus actividades.
Labat afirmó que el dólar está cayendo "en toda la región" como la contracara de la apreciación de las materias primas y argumentó que "cuando pasan estas cosas, que son naturales, no es necesaria ninguna intervención".
El economista dijo este viernes que el BCU ha intervenido sobre el tipo de cambio "cuando el dólar se sale de sus fundamentos o en algún episodio puntual", pero el mejor camino es tratar de dejarlo flotar todo lo que se pueda.
"Uruguay tiene un régimen de tipo de cambio flotante, que creo que después de muchas décadas es el que más se adapta al país porque es el que mejor le permite absorber cualquier shock", explicó el contador a En perspectiva de Radiomundo. "Cuando recibimos un shock negativo o positivo desde afuera, el tipo de cambio corrige", agregó.
El jerarca aseguró que el Banco Central tiene proyecciones que apuntan a una "leve" apreciación del dólar, de entre 3% y 4% de acá a fin de año". En lo que va del 2022, la cotización del billete verde cayó 3,6%. El año pasado, la moneda estadounidense se había fortalecido 5,6% frente al peso uruguayo tras cerrar diciembre en $ 44,70. Hoy está $ 1,7 por debajo de ese umbral ($ 43,05).
Acerca de la ausencia de la inflación entre las diapositivas de Arbeleche en la presentación del MEF esta semana sobre el balance del 2021 y proyecciones para este año, el titular del BCU no tuvo reproches. "La misión legal de la estabilidad de precios está en el Banco Central. Hay un valor en que el BCU tenga la mayor independencia posible y ese fue el mensaje de la ministra", justificó.
Labat expuso que el "eje central" del BCU "tiene que ser proponer que la inflación es un problema en el Uruguay. No da lo mismo que sea el 8%, el 10% o el 4%". Según él, la consecuencia principal es que el fenómeno daña el crecimiento a largo plazo de la economía.
Lo que más preocupa al jerarca son las expectativas de los agentes —más que la inflación en sí— que hoy se ubican en 6,6% a 24 meses.
El economista respaldó sus dichos en que "al final del camino los que forman las expectativas terminan formando los precios. Lo mismo pasa con las negociaciones salariales, si las expectativas están en 6,6%, los trabajadores van a pedir un aumento de 6,6% y los empresarios también van a subir los precios en 6,6%" describió.
En contraste, Labat recordó que la autoridad monetaria está comprometida a "tener la inflación entre 3% y 6% al fin de 2023".
El jerarca recordó que con la pandemia la política monetaria del BCU fue “poner leña para que la economía siguiera funcionando” y “absolutamente expansiva”. En cambio, sostuvo que en tiempos normales el “principal objetivo iba a ser la inflación y no la actividad, que es una interpretación quizás distinta a la que tenían las anteriores administraciones”.
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