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Lacalle Pou, el zurcidor de una coalición por la que trabajó durante cinco años

Tragó varios sapos, afianzó vínculos personales y concretó con paciencia su alianza con otros partidos
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29 de febrero de 2020 a las 05:02

Al mismo tiempo que recorría miles de kilómetros durante la campaña electoral, en el último año Luis Lacalle Pou también puso a prueba su capacidad de negociación política. Primero entre los blancos y después con sus nuevos socios de los otros partidos, el dirigente nacionalista rompió facturas, tragó algunos sapos para evitar enfrentamientos públicos, y sobre fines de noviembre logró ser electo presidente como líder de una inédita coalición en la historia uruguaya de cinco partidos.

Lacalle Pou tejió alianzas en busca de su objetivo, como parte de un plan llevado adelante con cautela durante cinco años. Así, zanjó diferencias, afianzó vínculos personales y cerró acuerdos, mientras blindaba su posicionamiento como líder.

Ahora, desde el domingo, cuando sea investido presidente, enfrentará el mayor desafío político de su carrera tras alinear detrás de sí a dirigentes blancos, colorados, de Cabildo Abierto, del Partido Independiente y del Partido de la Gente.

La idea de armar una coalición viene desde la elección de 2014, confían los nacionalistas, cuando su líder fue derrotado por Tabaré Vázquez. Para los comicios de 2019, Lacalle Pou visualizó desde el inicio del lustro una mayor fragmentación parlamentaria y así empezó a imaginar la conformación política de su eventual gobierno.

Primero apuntó a los vínculos personales para después cerrar acuerdos orgánicos. Aunque en 2015 evitó hablar en público de “tiempos electorales”, en reuniones privadas ya empezaba a tejer su estrategia. En noviembre de ese año se reunió con Edgardo Novick, una figura que bajo el lema de la Concertación había obtenido 200 mil votos en las departamentales de Montevideo y que buscaba proyección nacional.

La premisa de una alianza entre partidos para “conformar gobierno” empezó a aparecer, ahora sí, sobre la mesa en enero de 2016. “Falta mucho tiempo pero pensando a largo plazo creo que no nos podemos amputar del concurso de nadie. Obviamente coordinar, por supuesto que competir, y la posibilidad de pensar en el día después en conformar gobierno”, dijo Lacalle Pou en el programa Desayunos Informales de Canal 12 sobre si Edgardo Novick debía ser candidato a la presidencia.

Bajo esa consigna de tender puentes, Lacalle Pou empezó hace cuatro años a introducir en sus discursos la idea del “parlamentarismo 3.0” conformado por “una base de acuerdo más amplia, más ancha de partidos” pero con un entendimiento que sea ágil, con el que abonaba el terreno a sus socios de un eventual gobierno.

El líder nacionalista avanzó en su idea en octubre durante un congreso de su sector Todos donde señaló que su estrategia incluía, también, a los principales referentes de los bloques partidarios como integrantes de su imaginado Poder Ejecutivo.

A cartas vistas, el nuevo Parlamento está conformado por siete partidos, un récord en la historia uruguaya. Cinco del oficialismo y los opositores Frente Amplio y Partido Ecologista Radical Intransigente. En su gabinete, en tanto, buscó incluir a los referentes de los partidos que integran la coalición, salvo el Partido de la Gente que en medio de una división interna no está representado.

En el camino, mientras los partidos y sus líderes todavía buscaban medir sus posibilidades, Lacalle Pou trabajó sinergias desde el Parlamento a través de la comisión investigadora de ANCAP, las críticas al posicionamiento del gobierno frenteamplista sobre Venzuela y la vapuleada gestión en seguridad de Eduardo Bonomi.

Pero la carrera tuvo obstáculos, y varios de ellos fueron internos. Lacalle arrancó el 2018 distanciado de su excompañero de fórmula, Jorge Larrañaga, líder de Alianza Nacional y ahora designado ministro del Interior. El wilsonista había lanzado la campaña Vivir sin miedo, que no fue acompañada por el líder de Todos, y también tuvieron encontronazos por disputas por su ascendencia en el interior del país.

Uno de los mojones en la conformación de la coalición ocurrió en mayo de 2018 tras una reunión de media hora en el despacho del ahora presidente electo. Hasta allí llegaron el lunes 28 de mayo Larrañaga y el expresidente colorado, Julio María Sanguinetti, que por entonces preparaba su vuelta a la primera plana de la arena política.

"Esta reunión no es excepcional", dijo Lacalle Pou ese día ante los periodistas. "Obviamente uno trata de construir y no solo en base al Partido Colorado o al Partido Nacional. Esto tiene que ser mucho más amplio, tienen que estar otros partidos ", manifestó el líder de Todos.

Por esos días los roces en la oposición seguían y uno de los que saltó fue el líder del Partido de la Gente, Edgardo Novick, que reclamaba una concertación formal en un mismo partido, algo que Lacalle Pou rechazó desde el comienzo para la elección nacional.

Con un año y medio todavía por recorrer, todavía no estaba visto que Novick y el Partido Independiente votarían para obtener solo un diputado, y Cabildo Abierto no aparecía ni en los planes.

La elección se acercaba y Lacalle empezaba a hablar, también, de los tiempos de la coalición.

“Vamos rumbo a un parlamentarismo, porque tenemos que conseguir mayorías, articular mayorías para la parte más importante del gobierno en los primeros dos años, por lo menos. Ojalá cinco, pero vamos a ir despacio. Eso tiene que tener un correlato en el Poder Ejecutivo. Si uno pudiera elegir, a mí me gustaría un parlamentarismo con un correlato fuerte de liderazgo en el Poder Ejecutivo. ¿Para qué? Para que tenga poder de decisión. Para que tenga peso político”, dijo Lacalle Pou en setiembre de 2018 en el programa Claves Políticas de Nuevo Siglo.

Pasaron los meses y la campaña empezó a prender motores. En el camino hacia las primarias, la irrupción del empresario Juan Sartori sacudió la siempre competitiva interna nacionalista. Parte del protagonismo de esa puja electoral se lo llevó una campaña sucia donde el líder del sector Todos y también Larrañaga eran caricaturizados.

Lacalle Pou fue el amplio triunfador en la interna blanca con el 53,7% de los votos. Con ese nivel de votación, proclamó como su candidata a vicepresidenta a Beatriz Argimón sin sobresaltos.

Días después de los comicios, Lacalle Pou y Sartori se reunieron en la casa de Argimón.  Durante una entrevista con El Observador, Lacalle Pou afirmó el 14 de agosto que con Sartori tiró “las cuentas viejas a la basura” y señaló que “está claro de dónde vinieron los ataques” durante la interna, aunque no mencionó a nadie en particular.

Mientras dejaba atrás las heridas de la interna, Lacalle Pou empezó a recorrer el territorio con el programa del Partido Nacional pero también mostraba en sus actos los del Partido Colorado,  Cabildo Abierto, el Partido Independiente y el Partido de la Gente. De cada uno tenía marcadas algunas hojas, que abría y leía en los actos con ideas que desde su punto de vista eran próximas a las de los nacionalistas.

El cuidado de la interna

Cuando negociaban sus lugares en listas para el Parlamento, Lacalle Pou buscó que los principales referentes de los bloques nacionalistas permanecieran en su lugar para evitar rispideces internas.  En sus recorridas por el interior, Lacalle aprovechaba los trayectos por carretera entre pueblos para subir a su camioneta a dirigentes locales que buscaban una proyección, y con quienes hablaba de las peripecias internas de los blancos en cada departamento.

Pasadas las internas, el colorado Talvi que había dado la sorpresa al vencer a Julio María Sanguinetti, repuntó en las encuestas de opinión pública y buscó con algunos comentarios distanciarse de Lacalle Pou, mientras el blanco insistía con la idea de una coalición.

Días después de que Talvi dijera que no siempre se siente representado por Lacalle Pou, el nacionalista envió otra señal. “A los socios (de gobierno) los quiero gordos, no los quiero flacos; quiero socios fuertes”, dijo Lacalle el 26 de setiembre en Castillos, en Rocha. “Me he dedicado a cosechar una buena relación humana por encima de las diferencias políticas y eso me habilita el 27 de octubre a hablar con todos y cada uno de ellos para conformar el gobierno”, agregó según consignó la crónica del diario El País.

La campaña había presentado choques entre Guido Manini Ríos de Cabildo Abierto y Talvi, y también del excomandante en jefe del Ejército con Mieres. Lacalle Pou también logró acercar a esos dirigentes que antes de octubre habían manifestado que no serían socios y que incluso en los primeros días de noviembre fueron reticentes a sacarse una foto.

Tras la primera vuelta, Lacalle contactó a cada uno y les envió una base de acuerdo, firmado bajo el rótulo de Compromiso por el país tras una negociación con tires y aflojes.

Aunque en un principio se puso en duda que pueda sentar a todos en la misma mesa y, si bien no se ven todos los días, con el correr del tiempo logró asentar el vínculo entre sus socios donde él es el principal nexo.

Luego de la victoria electoral, empezó la negociación por los cargos, el armado del gobierno y el año 2020 se abrió con la coalición en un embrollo por la candidatura para las municipales en Montevideo que incluyó una disputa de posicionamiento entre Talvi y Manini Ríos.

En medio de las discusiones en Salto y en Montevideo por las departamentales, Lacalle buscó minimizar las diferencias. “Van a existir este tipo de fricciones y tensiones en una coalición. Es lógico. Hay que cumplir los compromisos, los acuerdos y hay que sostener un gobierno. De ahí a discusiones, bienvenidas. Lo importante es el tono. Y el tono siempre ha sido bueno. El tono es de respeto. ¿Vamos a coincidir en todo? No. Vamos a coincidir en lo principal. Ahí se sostiene una coalición de gobierno con cinco partidos políticos”, dijo el 22 de enero. En la negociación de Montevideo, en la que intervino al filo del plazo, también prosperó la visión del presidente electo de una candidatura común.

Tras el periplo de cinco años, Lacalle Pou llega al día más esperado, y sobre él siguen sobrevolando negociaciones. La de turno será la ley de urgencia, clave para su objetivo de instalar una agenda de trabajo en los primeros 100 días de gobierno, y después vendrá el Presupuesto. El desafío, dice, será apostar por el entendimiento entre diferentes, algo que hasta ahora le dio resultado. “Los socios no son para imponer, sino para discutir”, insistió varias veces.

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