Jean-Pierre Lacroix, el encargado de las operaciones de mantenimiento de paz de la ONU afirma que, peses a sus limitaciones, los “Cascos Azules” protegen a miles de civiles

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“Los Cascos Azules de Naciones Unidas no son la varita mágica”

Los Cascos Azules de Naciones Unidas (ONU), cuyo mandato limitado genera a menudo "frustración" entre la población, requieren el desarrollo de herramientas complementarias cada vez más complejas para proteger a los civiles en el terreno.
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21 de noviembre de 2023 a las 15:22

De Líbano a la República Democrática del Congo (RDC), pasando por Sudán del Sur o el Sáhara Occidental, unos 90.000 soldados sirven bajo la bandera de la ONU en doce misiones en todo el mundo, misiones que a menudo no generan unanimidad, como en Malí, cuyo gobierno ha pedido el retiro de los Cascos Azules; o en RDC, donde un sector de la población está en contra.

“Sin embargo, los Cascos Azules protegen a centenares de miles de civiles", dice Jean-Pierre Lacroix, actual secretario general adjunto de la ONU y encargado de las operaciones de mantenimiento de la paz de la organización.

El alto funcionario del organismo admite que “los mandatos, que se centran principalmente en proteger a los civiles, generan expectativas que no podemos cumplir, debido a nuestras capacidades, nuestro presupuesto, el terreno y las limitaciones logísticas".

Lacroix reconoce “la frustración de cierta parte de la población", una frustración "que utilizan quienes prefieren que continúe el caos", agrega, antes de denunciar las "fake news" y la desinformación "convertidas en armas".

El jefe de los Cascos Azules destaca, sin embargo, que sin estas operaciones, "en la mayoría de los casos, la situación sería probablemente mucho peor, lo que no significa que las operaciones de mantenimiento de la paz sean la respuesta universal a todo tipo de crisis".

Lacroix afirma que la eficacia del cuerpo de paz de la ONU depende del Consejo de Seguridad. "Para crear las condiciones necesarias para que avance un proceso político que conduzca a una paz duradera, los estados miembros deben superar las divisiones, y estos esfuerzos políticos ya no cuentan con el apoyo decidido y unido de todos los países”, se lamenta.

Por esa razón, espera que la reunión ministerial que se celebrará en Ghana los días 5 y 6 de diciembre próximos sea la ocasión para que los estados miembros "vuelvan a comprometerse" con las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU y aporten nuevas contribuciones, en particular en términos de tropas.

Al igual que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, Lacroix señala que es hora de reflexionar sobre el futuro de las misiones de paz. “Los Cascos Azules pueden proteger a los civiles cuando ya existe un alto el fuego, no imponen la paz”, insiste el funcionario, que también destaca que “tampoco son una fuerza antiterrorista o antipandillas”.

El responsable de las misiones también recuerda los Cascos Azules se despliegan en situaciones "cada vez más peligrosas", con "grupos armados, actores no estatales, empresas privadas de seguridad" y actores "implicados en el terrorismo o en la explotación de actividades delictivas transnacionales".

Así que la idea de dar más cabida a misiones ajenas a la ONU, aunque con mandato del Consejo de Seguridad, va ganando terreno. "Debemos tener más opciones para dar respuestas adecuadas a crisis cada vez más diversas", argumenta Lacroix.

"Necesitamos un conjunto más variado de herramientas. Operaciones de mantenimiento de la paz como las que tenemos hoy, nuevas formas de operaciones de mantenimiento de la paz para responder mejor a los motores de los conflictos, como el cambio climático o las actividades delictivas transnacionales, y operaciones de imposición de la paz dirigidas por la Unión Africana u otras organizaciones regionales o subregionales", dice Lacroix.

¿Podría la ONU diseñar un modelo para la Franja de Gaza tras la guerra entre Israel y Hamás? Por lo pronto, el lunes pasado, Guterres habló de una "transición" política para el territorio palestino en la que participen varios actores, entre ellos Estados Unidos y los países árabes.

“Hay millones de escenarios imaginables, pero de momento es muy hipotético", apunta Lacroix, quien destaca que sea mediante la ONU u otra dispositivo el reto sigue siendo encontrar voluntarios y el dinero suficiente para llevar a cabo las operaciones de paz.

Un ejemplo claro y reciente de las dificultades para encontrar consenso es el caso Haití, un país azotado por la violencia de las organizaciones criminales que se disputan el territorio. Tras un año de evasivas, el Consejo de Seguridad aprobó a principios de octubre el despliegue de una misión multinacional liderada por Kenia para combatir a las pandillas. Nairobi, aunque prometido 1.000 policías, su pedido a los estados miembros que financien la operación todavía  no ha tenido respuesta.

(Con información de AFP)

 

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