Fin de ciclo: 15 años del FA en el poder > OPINIÓN

Los claroscuros de la política agropecuaria del Frente Amplio

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20 de febrero de 2020 a las 16:58

Los 15 años de gobierno frenteamplista coincidieron en materia agropecuaria con fenómenos externos muy singulares: Uruguay tenía todavía fresco el recuerdo de la aftosa y la crisis tremenda que eso había generado. Al momento de asumir empezaba una situación totalmente contraria.

El precio de las materias primas empezaba a levantar y en Argentina los productores tenían ante si la llegada de las retenciones y los Roe´s, registros de exportación que significaban trabas tremendamente importantes.

En Uruguay José Mujica asumió como ministro de Ganadería y tuvo como mérito para el agro el no seguir el camino argentino de poner impuestos a las exportaciones. Visto desde la otra orilla Uruguay era un paraíso de liberalismo, la idea de imponer gravámenes a las exportaciones era considerada una “choricez” por el novel ministro que iba a la Expo Activa y recomendaba a los productores que no compraran tanta maquinaria. Se pasó del desánimo al auge de precios, en el camino se quedó el gasoil productivo para pasar también a una fuerte inflación de costos.

Puso en INAC a un productor de su cerno, de los integrantes de la Federación Rural que lo siguieron políticamente. Tanto en el ámbito directamente ministerial como en el INAC lo más valioso fue lo que hubo de permanencia.

Para Mujica fue el trampolín para la presidencia de la mano del “asado del Pepe” una negociación con la industria que prometía a los uruguayos un corte de carne barato, de regular calidad, mientras todos los demás subían de precio en forma persistente. Socialmente no tuvo incidencia alguna, pero propagandísticamente fue un golazo: todos hablando del tema y el ministro mostrando creatividad y sensibilidad social, allanó el camino a su presidencia.

Mujica tuvo un primer acierto estratégico en la inacción. Es decir al dejar los mercados libres y o seguir el camino argentino de las retenciones dio confianza. Fue una izquierda laissez faire, tanto que la industria frigorífica y la tierra se extranjerizaron como nunca. En términos de captar inversión fue un acierto. Un segundo acierto al llegar a la presidencia nombrando como ministro a Tabaré Aguerre, agrónomo, empresario agropecuario emprendedor, arrocero y ganadero conocedor del agro y sus vicisitudes. Eso generó una nueva situación de confianza.

Mientras los precios se mantuvieron altos todo fue bien. Con los precios a la baja todo se fue haciendo más difícil. Un punto de inflexión fue tal vez la Expo Prado de 2016 cuando los discursos en la empezaron a mostrar divergencias entre la principal gremial del agro y el entonces ministro. La relación entre el gobierno y las gremiales principales empezó a hacerse cada vez más lejana. Un desgaste que se fue acentuando a medida que el dólar bajaba y el combustible subía. Del gasoil productivo prometido se pasaba al combustible más caro de la región y la indiferencia ante los intentos de diálogo. El deterioro de la comunicación desembocó en los pedidos de reunión al presidente Vázquez  que no encontraron lugar en la agenda, el acto de Durazno en el que los productores manifestaron masivamente su descontento. Tabaré Aguerre optó por dar un paso al costado y volver a la actividad privada. Un diálogo fluido no pudo ser restablecido en términos generales, desde los ganaderos a los apicultores. El resto es historia conocida. Las declaraciones sobre la inviabilidad de la industria textil uruguaya o sobre lo inevitable de la fundición de los tamberos y declaraciones del mismo tono a los apicultores profundizaron una lógica de distancias.

La polarización es un grave riesgo para la sociedad uruguaya. Por lo que los 15 años deben ser valorados por las líneas que merecen permanecer. Dejaron el desarrollo del sistema de trazabilidad que había sido diseñado previamente para recuperar la exportación a los mercados más exigentes. Una política que se mantuvo y desarrolló exitosamente. En la agricultura los planes de uso y manejo de suelos contribuyen al posicionamiento de Uruguay por su objetivo y por la forma en que se diseñó en coordinación con organizaciones de productores. Los productores lecheros recibieron algunos alivios impositivos y en las tarifas.

Aspectos criticables, como la politización de áreas técnicas deberán ser cambiados rápidamente. Fue discriminatoria incluso para funcionarios frenteamplistas que no eran del grupo político “correcto”. La laicidad debe volver a la interna, así como el diálogo fluido con el sector privado seguramente volverá hacia “afuera”. El resultado electoral en el interior habla de la ilusión de que se pueda aunar lo público y lo privado con el objetivo de dar condiciones para más inversión, empleo y producción cuidando los recursos y mostrando un agro comprometido con los problemas y las oportunidades de este siglo.

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