Leodán González, uno de los mejores jueces del fútbol uruguayo, internacional, reconocido y respetado, tuvo este domingo una mala noche en el partido que Defensor Sporting y Peñarol empataron por la 14ª y penúltima fecha del Torneo Apertura.
El árbitro tuvo un buen desempeño en el primer tiempo dándole continuidad al juego y sin fallo alguno. También controló disciplinariamente el juego y ni siquiera tuvo que sacar ninguna amarilla.
Sin embargo, todo se desmadró en el segundo tiempo.
Primero cobró un penal de Yeferson Quintana sobre Diego Zabala.
El zaguero, de pésimo partido, saltando siempre a destiempo, calculó mal en un envío largo y saltó con el brazo extendido hacia atrás.
Con la mano abierta impactó a Diego Zabala que se le metía por la espalda, sin ninguna chance de jugar ni llegar a la pelota.
Sin embargo, el penal era cobrable. Porque Quintana miró atrás con el brazo extendido y lo hizo con la intención de desestabilizar a Zabala. Fue un penal cobrable entre el que medió, sin dudas, una notoria desproporción entre el contacto y la caída. Pero así y todo, cobrable.
El VAR validó lo obrado por González.
Pocos minutos después, González cobró penal de Franco Fagúndez en un córner a favor de Defensor Sporting. Fue su primer gran error y tal vez el hecho que lo sacó de foco.
Fagúndez cayó por un fuerte codazo o golpe con el antebrazo de Quintana. Fue clara falta en ataque. Después, por la caída, la pelota le dio en el brazo.
El VAR hizo corregir así un error donde se favorecía a Defensor Sporting y perjudicaba a Nacional. Quintana terminó amonestado. Pero no por el golpe sino por la protesta al ver que el fallo se dio vuelta.
El VAR, con el sistema de trazado de líneas, invalidó un gol a favor de Defensor Sporting porque Álvaro Navarro picó levemente adelantado. Ahí la justicia volvió a prevalecer por la intervención de la tecnología.
Lo peor llegó sobre el final, en el tiempo agregado.
A los 94' cobró una falta sobre Álvaro Navarro en vez de otorgar ley de ventaja cuando Defensor Sporting se iba al ataque en una situación claramente ventajosa. Fue un error de apreciación importante.
Y lo peor del repertorio llegó en la última jugada del partido en una acción donde Bruno Damiani y Adrián Balboa saltaron a disputar una pelota en el área violeta y el delantero de Nacional impactó con el codo el rosto de Balboa.
Los jueces son muy celosos en cobrar este tipo de incidencias, más allá de la naturalidad del uso de los brazos para moverse y darle impulso y vuelo al salto de cada jugador.
González, desde una posición netamente favorable, no cobró penal por un durísimo codazo, en jugada de amonestación, cuando venía de cobrar un penal por cuatro dedos tocando un rostro.
El arbitraje, como el rol que cumplen los jugadores o los entrenadores, es esencialmente falible. Al jugador se lo suele juzgar más por sus aciertos que por sus errores y el criterio con la evaluación de los árbitros ha sido tradicionalmente inverso. Se suele destacar el error por encima del acierto. Sin embargo, en esta ocasión, González cometió errores importantes, que incidieron sobre el resultado del partido y en el último fallo ni siquiera fue corregido a tiempo por el VAR, en un error que también se trasladó del campo a la cabina donde actuó Adrián García.
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