Los activistas se divierten inhabilitando taxis robot por la noche para protestar contra su proliferación.

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Los taxis robot generan crecientes fricciones y polémicas en la ciudad de San Francisco

Con un sencillo cono de plástico inhabilitan las unidades autónomas de General Motors y Alphabet para protestar contra su proliferación y en favor de peatones y ciclistas.
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17 de julio de 2023 a las 05:01

En la oscuridad de la noche, un taxi sin conductor frena en una calle de la ciudad de San Francisco mientras figuras enmascaradas lo rodean como un animal acosado. Uno de los hombres coloca un cono en el capó: desconcertado, el coche autónomo enciende las luces de emergencia y se detiene en medio del carril.

El curioso incidente se repitió decenas de veces esta semana en la capital estadounidense de la tecnología, en la que un grupo de activistas se divierte inhabilitando taxis robot por la noche para protestar contra su proliferación, una fuente de crecientes fricciones entre el gobierno estatal de California y las autoridades de los condados.

“Creemos que todos los autos son malos, no importa quién o qué los conduzca”, sostiene un joven que se presenta como Alex e integra un colectivo radical que está a favor de los peatones y de la circulación con bicicletas.

Para Alex y sus compañeros, los taxis robot “no son un nuevo modo de transporte revolucionario, sino otra forma de establecer el dominio del automóvil en la sociedad moderna”.

Con unos sencillos conos como los usados en la construcción, el grupo consigue inmovilizar varios minutos las unidades Waymo, de Alphabet, y Cruise, de General Motors –las dos compañías autorizadas a operar en San Francisco–, hasta que la intervención de los técnicos los vuelve a poner en funcionamiento.

Las acciones del grupo acumulan millones de visualizaciones en las redes sociales y despertó tantas muestras de apoyo como una creciente polémica, justo en momentos en que California estudia permitir que estas empresas ofrezcan un servicio pago en la ciudad durante las 24 horas del día.

La Comisión de Servicios Públicos de California (CPUC, por sus siglas en inglés), responsable de la supervisión de los vehículos autónomos, pronto podría permitir que Waymo y Cruise amplíen sus servicios, de forma tal que funcionarían como las aplicaciones de Uber o Lyft, pero sin conductores al volante.

 

Cuna de los coches autónomos

Esa perspectiva hace temblar al municipio. Puede que San Francisco sea la cuna de los coches autónomos, ya que los primeros empezaron a circular en la ciudad en 2014 aunque con un conductor de seguridad, pero actualmente muchas personas y especialistas se muestran preocupados por la multiplicación de incidentes con taxis sin chofer.

Desde hace un año, su puesta a prueba ya no requiere legalmente tener un humano en el vehículo para casos de imprevistos. Hoy, encontrarse con un auto, incluso de lujo, sin nadie detrás del volante es parte de la vida cotidiana y no un relato de ciencia ficción.

La robotización total de esa experimentación viene acompañada de inconvenientes, como autos detenidos en la carretera bloqueando la línea de colectivos, o bien chocando en medio de la escena del crimen frente a policías enojados. Casos en los que se destacan los vehículos Cruise y Waymo, incluso aunque no se hayan registrado accidentes fatales para seres humanos.

A principios de junio, un taxi robotizado de Waymo atropelló y mató a un perro que apareció repentinamente en la calle. Días después, Aaron Peskin, concejal del legislativo de San Francisco, denunció “la decisión apresurada de permitir un aumento masivo del tráfico de taxis autónomos en nuestras calles”.

La ciudad se opone a la iniciativa del estado de California, el único con poder para adoptar esas decisiones. Este invierno boreal, la Autoridad de Transporte del Condado de San Francisco envió una carta a la CPUC destacando el registro de 92 accidentes automovilísticos de este tipo.

En lo inmediato, la polémica quedó instalada. La CPUC, que a finales de junio iba a autorizar a Waymo y Cruise a ampliar sus servicios, aplazó dos veces su decisión, ahora prevista para el próximo 10 de agosto.

Actualmente, Cruise sólo puede cobrar por sus servicios entre las 10 de la noche y las 6 de la mañana, y Waymo no puede facturar sin contar con un humano detrás del volante. Un régimen experimental que no les impidió conservar e incluso incrementar el número de clientes.

 

La seguridad, centro de debate

Jaeden Sterling se traslada diariamente a bordo de un taxi robot. “Los uso principalmente por conveniencia y seguridad”, alega el joven de 18 años. Desde el asiento trasero de un automóvil Waymo, monitorea en una pantalla los vehículos, peatones y otros ciclistas detectados en tiempo real por el software de comando.

Al igual que Jaeden, muchos usuarios afirman que un taxi robot les inspira más confianza que la conducción “peligrosa” de muchos choferes de las empresas de aplicaciones que “tienen prisa porque su salario se basa en la cantidad de viajes que hacen”. Incluso las frecuentes paradas intempestivas de los vehículos autónomos les parecen más bien una acción de cautela.

La seguridad también es el principal argumento de Waymo y Cruise. Los taxis robot de Waymo recorrieron “más de un millón de kilómetros sin ninguna colisión de peatones o ciclistas”, subraya la compañía. En cuanto a las colisiones con otros vehículos, fueron casos que “implicaron violaciones de las normas o conductas peligrosas por parte de los conductores humanos”, argumentan las compañías.

No obstante, muchas personas siguen teniendo una postura cautelosa. “Incluso si fueran realmente más seguros, ¿cuál es la garantía de que un error realmente peligroso no aparecerá en su producción durante la próxima semana?”, se pregunta Cyrus Hall, de 43 años.

Para este ingeniero informático, los incidentes actuales son demasiado importantes para ignorarlos. Sobre todo, porque San Francisco sirve de ejemplo en un país en el que están expandiéndose con la llegada de coches autónomos a ciudades como Los Ángeles, Phoenix y Austin.

“Conocemos sus defectos. ¿Por qué deberíamos permitir que a una empresa que produce software que provoca estos incidentes se la autorice a ampliar su servicio sin solucionar los problemas que ocasiona?”, se pregunta.

 

A favor del transporte público

Por lo pronto, San Francisco se convirtió en un enorme banco de pruebas a escala real de los coches autónomos sin conductor. Sus hazañas y problemas son temas recurrentes en California, que hizo de la tecnología uno de sus principales motores económicos.

Los críticos argumentan que los taxis robot fomentan una ciudad pensada para el automóvil y no para las personas, y denuncian que los gobiernos estatales y locales están destinando cada vez más recursos para adaptar las ciudades a estas unidades autónomas, en lugar de destinarlos al transporte público.

No es raro así que las acciones de los activistas que inhabilitan a las unidades de Waymo y Cruise despierten la simpatía de muchos habitantes de San Francisco, incluso de bomberos y policías que se vieron en varias ocasiones complicados en su trabajo. También de los residentes de muchas zonas de la Bahía de San Francisco, que temen la desaparición del ya muy escaso transporte público.

 

(Con información de AFP)

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