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OFI perfecciona a 600 jugadores y jugadoras de 14 a 16 años

El organismo puso en marcha en 2017 un plan que tres años después permite que estos futbolistas se perfeccionen y sigan estudiando en su lugar de origen
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23 de febrero de 2019 a las 05:01

La propuesta, impulsada por Luis Matosas –coordinador de los cursos de entrenadores en OFI–, que contó con el aporte del preparador físico Jorge Franco –profe de las selecciones juveniles de Uruguay en la década de 1990 y de destacada trayectoria en el exterior–, y la mirada internacional del entrenador francés Pierre Sarratia –que llegó a Uruguay para asesorar a la Asociación Uruguaya de Fútbol y se terminó radicando en Montevideo para trabajar en Nacional–, le brindó al fútbol del interior un espacio en el que se busca erradicar el desarraigo  y frustración de los jugadores. Asume un compromiso para que el fútbol no interrumpa la educación del futbolista, y prepara a los técnicos para que enfoquen el trabajo en la formación por encima de los resultados.

Inspirado en el modelo francés, y luego de estudiar los cambios que se produjeron en la formación de futbolistas en Alemania después de la Eurocopa 2000, la Organización de Fútbol del Interior (OFI) se embarcó en 2015 en un programa de desarrollo de jugadores y jugadoras que en 2019 permitirá que de lunes a miércoles (de marzo a diciembre) 600 futbolistas de 14 a 16 años se preparen en los aspectos básicos de la formación deportiva y académica en siete centros del país.

Matosas explica a Referí los orígenes y resume el camino recorrido. “Uno de los criterios que tienen los franceses para reclutar futbolista es que el que entrena en el centro no viva a más de 40 kilómeros. ¿Por qué? Entienden que el niño hasta sus primeros años de la adolescencia debe dormir en su casa, estar con su mascota, recibir el beso de su madre y de su padre cada noche, y convivir en su entorno. En Uruguay sucede muchas veces que los buenos jugadores, o aquellos que surgen como proyectos de ello, dejan a muy temprana edad ese entorno y llegan a Montevideo, donde en general abandonan los estudios y muchas de esas promesas futbolísticas no terminan concretando. Cuando eso sucede regresan a su lugar de origen frustrados futbolísticamente y con el desarrollo académico interrumpido por perseguir un sueño que nunca llegó”.

Franco brinda su mirada sobre el tema. “En un momento vimos que en el interior había 40.000 jugadores de entre 13 y 20 años con escasa competencia y pocos entrenamientos. Eso hacía que los jugadores se aburrieran, porque no tenían competencia y que se plantearan un interrogante que en general los termina alejando: ¿Para qué entrenar sino compiten? Salvo algunos que llegaban tempranamente a Montevideo, la actividad era reducida”.

Las charlas de Matosas y Franco, cuyos primeros registros se remontan a 2010, había empezado a encontrar eco unos años después.

“Cuando llegabas con el proyecto todos decían que hacía falta algo así, que sería bueno, pero llevó tiempo armarlo y romper el hábito de lo que se hacía en ese momento en el fútbol uruguayo, y que todavía de alguna forma se mantiene, que era elegir al mejor jugador de una localidad en ese momento y llevarlo a Montevideo. El fútbol de OFI necesitaba montar una estructura para los jugadores que no se llevaban e incluso para que los mejores fueran mejores aún dentro de su entorno”, agrega Franco.

En 2015, con Matosas en primera línea en OFI y con Franco como director de Desarrollo de la AUF, engranó la idea y fue así como hace cuatro años, bajo la presidencia de Gustavo Bares, se comenzó a gestar el programa Uruguay 2030 (U2030). 

El nombre del proyecto utiliza una referencia histórica, el Mundial de 2030, para proponer un plan a largo plazo con el objetivo de cambiar la matriz de la formación de los jugadores en el interior y brindar a Uruguay la primera generación de jugadores que crecieron bajo estas nuevas pautas de formación integral, sin sufrir el desarraigo ni la frustración.

Soriano, un adelantado

La iniciativa encontró en Soriano el primer centro en 2017. A aquella inauguración asistió Óscar Washington Tabárez, como forma de validar el camino elegido. Replicó en San Gregorio de Polanco en 2018. En marzo de 2019 se estrenarán los de Trinidad, San José, Canelones, San Carlos y Paysandú. A estos siete, se podrán sumar Colonia, Florida y Minas para completar la meta de una decena de centros para el final del año.

Esta organización permite que Soriano, que hace tres años empezó con sub 14, desde marzo trabajará con seis planteles de 30 jugadores cada uno (tres masculinos y tres femeninos sub 14, sub 15 y sub 16), San Gregorio con cuatro (sub 14 y sub 15) y los otros cinco departamentos con dos planteles sub 14, explicó Matosas.

Para llegar a este momento en el que U2030 comienza a rodar con impulso propio, Matosas y Franco, hablaron mucho de fútbol. Ambos, y los dirigentes de OFI, intentaron convencer a los intendentes acerca de cuál era el camino que debían recorrer. Una y otra vez se dieron de bruces contra puertas cerradas, hasta que un día prendió la idea. OFI, las Ligas, las Intendencias y el gobierno a través del programa Gol al Futuro, se transformaron en las cuatro patas del proyecto en el que cada uno brinda su aporte para blindar el plan.

¿Cómo determinan cuáles son los 30 jugadores que participan en cada centro? “Se trata de un régimen de selección, los sub 14 empiezan a trabajar en un centro de formación con todos los criterios que se establecieron para los distintos programas. Gol al Futuro hace un seguimiento estudiantil, de salud y asesoramiento en evaluaciones; OFI marca la línea en cuanto a la formación; las intendencias colaboran con infraestructura y con entrenadores, y así va rondando todo”.

Perfeccionar a los técnicos

Los entrenadores que trabajan en cada centro son exclusivos. No pueden compartir actividad con las ligas. “Es uno de los requisitos”, puntualiza Matosas. ¿Por qué? “Para que el entrenador no se obsesione con el resultado”. Y subraya: “El objetivo es formar jugadores para el futuro y brindar los conocimientos para el desarrollo técnico que en el futuro les permitirá llegar al fútbol profesional con otras bases”.

El trabajo con los formadores se transformó en uno de los aspectos medulares del proyecto, explicó Matosas. Son el engranaje fundamental para U2030.

“Sabemos que desde que se generó el programa U2030, logramos un ordenamiento y pudimos desarrollar un trabajo de formación que no es posible realizar en las instituciones porque el resultado tapa las posibilidades de formación. Los entrenadores que trabajan en los centros no lo toman como una obligación, como un simple trabajo, sino como un compromiso. El compromiso de trabajar en formación, eso que adquiere un valor relevante. Tener paciencia, no saltar etapas y capacitarse, porque cambian constantemente la línea de formación. Lo que en el fútbol del interior es un tabú, cómo trabajar mejor los aspectos físicos de los jóvenes, nos permitió darle nuevos lineamientos. En ese proceso fuimos cambiando para lograr a las personas idóneas”, subrayó.

Para Franco, el tema plantea derribar obstáculos. “Hay que ir rompiendo barreras. Los uruguayos somos reacios a los cambios y manejamos todavía conceptos de entorno pequeño, porque somos un país chico. En el camino hay que ir abriendo cabezas y explicando con elementos técnicos. Sin dudas quienes entendieron el cambio se dan cuenta lo que significa que los niños tengan tres días de entrenamiento extra, indumentaria y búsqueda de mejores condiciones de trabajo”.

Matosas explica las limitaciones que tienen los jugadores de OFI. “El problema del futbolista del interior cuando viene a Montevideo no es técnico, es físico. ¿Por qué sucede eso? Por la diferencia que se plantea en el día a día: por ejemplo, el chico que va a entrenar en un equipo en Montevideo toma dos o tres ómnibus y tiene una dinámica diferente al del interior. El del interior está al lado de la cancha, sentado, y tenés que ir a buscarlo para decirle que empieza la práctica”.

U2030 se planteó como objetivo tener al menos un centro en cada departamento. El gran déficit actual se plantea en el norte del Río Negro. Esperan avanzar en esos departamentos en corto plazo, explicaron.

Además, avanzan en otro déficit que tiene OFI: la falta de competencia en juveniles, por los costosos traslados. El último año desarrollaron un torneo nacional que fue financiado por Conmebol. Eso permitió que los jugadores disputaran 20 partidos más al año, una instancia que permitió a los futbolistas de 14 y 15 años encontrarse con un ritmo de competencia que era ajena a los calendarios en los que competían.

“Estamos conformes con lo que logramos pero queremos mejorarlo”, reflexiona Matosas, quien contempla con orgullo la forma en que Uruguay comienza a moldear a los futbolistas del futuro con organización y planificación, en donde pelota  y libros dejaron de ser incompatibles para ganar un lugar y permitir generar un nuevo prototipo de futbolistas. Como Alemania en 2000 y como Francia, desde hace 30 años.

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