Las vueltas de la vida también llegan al fútbol. Hace menos de una semana muchos hinchas de Barcelona insultaban a Luis Suárez. Que estaba gordo, que no era el mismo, que hacía muchos partidos que no hacía goles y muchas cosas más.
Pero el domingo apareció con un tanto en los minutos de adición en una noche espectacular de Lionel Messi –una más– quien anotó un triplete –uno más– y le dio la asistencia para el cuarto contra Sevilla de visitantes.
Allí se sacó la mufa de estar sin convertir algunos encuentros.
Se tomó una fotografía sonriente en el vestuario junto a Messi y Sergio Busquets con una bolsa de hielo sobre su rodilla derecha, la misma por la que paró un par de semanas para ponerse a punto para la Liga de Campeones y que lo tiene a mal traer cada tanto.
En el horizonte aparecía nada menos que la semifinal de vuelta ante Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Barcelona tenía la obligación de anotar porque en la ida en casa, habían empatado 1-1, es decir que si igualaban 0-0 el que pasaba era el conjunto merengue.
Y si bien el primer tiempo pasó sin pena ni gloria con un aburrido 0-0, el primero en aparecer con atajadas brillantes para salvar su arco fue el arquero alemán Marc-André Ter Stegen, de brillante actuación.
Pero claro, había que meterla en el otro arco.
Y nada mejor que una corrida de Dembélé, el mismo que Suárez y Messi embroman en las prácticas porque no le pueden seguir el ritmo de velocidad, para que el salteño anotara un nuevo gol en el Bernabéu para el transitorio 1-0.
A partir de allí, Barcelona jugó con más aire, distribuyó mejor la pelota y siguió apostando a Ter Stegen y al contragolpe.
Pocos minutos después llegó el segundo tras un centro que iba para Suárez. En ese momento, la desesperación por llegar antes a la pelota del francés Raphael Varane, hizo que un instante antes que el uruguayo, tocara la pelota para meterse un gol en contra.
A esa altura del encuentro, ya con un 2-0 arriba y como visitante, se podía decir que Barcelona era finalista de la Copa del Rey porque su rival tenía que anotar tres tantos y no faltaba demasiado tiempo.
Pero llegó la obra maestra de Suárez. Porque también puede haber golazos cuando se ejecuta un penal.
“Victoria clásica y gol clásico de atrás con este lindo grupo de Río Branco y aparte el honor de compartir con Fernando Morena los 423 goles oficiales y quedar segundo en la historia de futbolistas uruguayos, asi que Hijito Luis Suárez estoy tras tus pasos jajajaj”, escribió el Loco Abreu el domingo luego de su primer tanto con su club número 28.
Y Suárez se la devolvió picándole el penal a Keylor Navas al estilo que inventó Panenka en la Eurocopa de 1976 que ganó Checoslovaquia ante Alemania Federal –que por entonces era campeón del mundo–, pero que había utilizado el mismísimo Loco contra Ghana en el Mundial de Sudáfrica 2010.
Desde este miércoles, Real Madrid es el rival al que Suárez le anotó más goles defendiendo a Barcelona, 11, por encima de los 10 a Sevilla y Valencia.
Los abucheos a Suárez de hace algunos días se transformaron en loas. Volvió la bestia.
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