Cervecerías del Uruguay -actual FNC- en 1922
Carrau & Cia tiene un museo con las primeras herramientas de la compañía, del siglo XIX
La primera sede de la Asociación Española
La primera ampliación de Tienda Inglesa, en un edificio de cuatro pisos

Economía y Empresas > INFORME

Más de 150 años y tan campantes

¿Cómo sobrevive un negocio más de un siglo y medio? Las empresas que lo lograron se adaptaron a los cambios del país
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01 de noviembre de 2017 a las 05:00
En Uruguay hay pocas empresas que cumplieron 150 años de vida, comenzando su trayectoria casi a la par del país. Tienen en común que son empresas familiares, fundadas por inmigrantes con la necesidad de forjar un negocio al tiempo que Montevideo iba creciendo.

La Guerra Grande, que culminó en 1851, dejó varias necesidades en la población, que en ese entonces se estimaba en unos 20.000 habitantes en Montevideo y sus alrededores. Una de ellas era resolver los problemas de salud y desempleo que había dejado el conflicto.

A Montevideo habían llegado muchos inmigrantes que integraron los ejércitos, especialmente españoles, italianos, franceses e ingleses. En 1853, un grupo de 39 inmigrantes españoles fundaron La Española, que funcionaba como centro de salud para la clase media. "En ese momento, la única institución de salud era el Hospital de Caridad, -actual Hospital Maciel- a donde acudían los más pobres. Los ricos contrataban médicos privados y la gente de clase media no tenía a donde ir, por eso los españoles fundaron esa institución", relató el actual gerente general de Asociación Española, Julio Martínez Pérez.

Para ser socio de La Española se requería ser español, pagar una matrícula y una cuota por mes, ser de "buenas costumbres" y tener empleo. Además de las prestaciones médicas y un seguro por enfermedad, todos los socios tenían que reportar en un libro los cargos vacantes que conocieran y ahí se podían anotar los desocupados que fueran miembros.

En 1871 se aceptaron los primeros orientales hijos de españoles como socios, las mujeres se empezaron a incorporar a partir de 1906, y los menores de tres años a partir de 1958.

La primera comisión directiva estuvo presidida por José María Buyo, y a partir de ahí una tradición se mantiene: el presidente tiene que ser español. La primera sede se ubicaba en la calle Paraguay, y el sanatorio de la calle Bulevar Artigas y Palmar se inauguró en 1926.

Algo particular en La Española, según comentó Martínez, fue que las luchas políticas en España entre monárquicos y republicanos se reflejaron en temas internos de la institución, lo que requirió la profesionalización de la gerencia, algo que sucedió recién en 1961 con la mediación de uno de los socios, asturiano y republicano, que logró la reconciliación.

La clave para subsistir 164 años, según Martínez, se basa en tres pilares: la tradición, la continuidad para el cambio de generación en generación, el autogobierno por los socios con elecciones periódicas, y la flexibilización e innovación permanente.

Asociación Española nueva
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"Pasamos por una crisis en 1860, después en 1890 con los problemas entre monárquicos y republicanos; atravesamos distintos sistemas de salud en Uruguay, problemas sindicales entre 1980 y 1990. La idea fundamental fue siempre entender que el socio es el dueño, y atender con el concepto mutual y universal, además de adaptarnos en los modelos de atención, incorporando tecnología", explicó.

En la directiva actual hay quienes pertenecen a la cuarta e incluso quinta generación de familias que han dirigido La Española. Martínez es gerente desde hace siete años, aunque ingresó en la directiva en 1998, en elecciones reñidas entre el sector que encabezara Oscar Magurno, y la oposición.

De almacén a gran importador

En 1843 abrió sus puertas El Navío, un pequeño almacén en la calle Camino Real -actual Avenida 18 de Julio-, que vendía jabones, vinos, y artículos básicos para quienes transitaban rumbo a la Ciudadela.

El negocio lo inició Juan Carrau, que trajo de España a su hermano Pablo y a su primo Pedro. Tiempo después, Juan se volvió a Europa y quedaron a cargo Pablo y Pedro, pero fue este último quien continúo llevando las riendas de la empresa. Carrau & Cia fue por muchos años un almacén barrial, luego pasó a vender al por mayor, a ser un distribuidor de marcas propias y de terceros, y desde 1950 comenzó a realizar actividades industriales, al contar con una elaboradora de bebidas alcohólicas, una fábrica de pinturas, de productos químicos y una elaboradora de alimentos. En 1982, luego de una crisis cambiaria importante para el país, Carrau fue saliendo progresivamente de las actividades industriales, y se volcó desde hace varios años a la distribución de marcas propias y de terceros en exclusividad.

Ernesto Carrau es el actual presidente y gerente general, quien junto a su hermana Matilde y su primo Agustín, conforman la sexta generación que dirige a la compañía. Para Carrau, una de las claves para mantenerse tantos años siendo una empresa familiar, es que a medida que la compañía iba creciendo, se fueron "abriendo" familiares que iniciaron otros negocios dentro de la propia empresa, como algunas actividades industriales y en el sector agropecuario. "Otra característica de nuestra empresa es que a lo largo de las seis generaciones, siempre se tuvo la habilidad para elegir al sucesor correcto, alguien que ha sabido timonear la empresa por el rumbo certero", dijo.

"La clave para subsistir radica en poder desarrollar un diálogo fluido entre las generaciones de la empresa". Carlos Folle, profesor de Dirección Comercial, Política de Empresa y Dirección de Empresas Familiares en el IEEM

La empresa se mudó a las oficinas actuales en Dámaso Antonio Larrañaga y José Batlle y Ordóñez en 1950. Las crisis económicas de 1982 y 2002 la afectaron directamente, y lo que recuerda Ernesto Carrau que ayudó a salir adelante fue la unión familiar. "Teníamos una situación de deudas bancarias muy importantes. Salimos adelante con el apoyo de nosotros mismos, de los ahorros que tenia cada uno", recordó.

Carrau nueva
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Otra condición de sobrevivencia que mencionó Carrau, es que los familiares que han seguido al frente de la empresa, han ido comprando acciones o parte de la compañía a los familiares que se iban retirando. "Eso ha permitido que el capital se vaya concentrando en la familia y eso es una clave, porque la empresa no está fraccionada en 100 dueños", dijo.

Cervecería emprendedora

En 1867 abrió la Cervecería Popular en Montevideo, de la mano del alemán Conrado Niding. En ese momento, los inmigrantes alemanes fueron los encargados de fundar las primeras cervecerías en el Río de la Plata. Germania y Montevideana se sumaron con los años, hasta conformar lo que hoy se conoce como Fábricas Nacionales de Cervezas (FNC), que estuvo en manos de cuatro familias hasta el año 2004, cuando la empresa pasa a formar parte del grupo belga ABInbev. Las marcas uruguayas que elabora FNC han marcado el consumo de esta bebida durante años.

"La visión emprendedora de Niding marcó la diferencia y se mantuvo a lo largo de los 150 años, y es parte del espíritu que hoy moviliza a toda la compañía", comentó el gerente general de FNC, Gonzalo Fagioli.

El modelo de negocio de la cervecería en sus comienzos era similar a las actuales cervecerías artesanales. El producto era debarril, y luego se introdujo tecnología en las líneas de producción. "Empezaron importando materia prima, pero después armaron la estructura agrícola, enseñando a plantar la cebada", explicó Fagioli.

FNC nueva
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Al igual que todas las empresas que atravesaron 150 años, los momentos duros y las crisis siempre existieron. La clave para sobrevivir, según Fagioli, fue encontrar oportunidades. "En esos momentos se buscó desarrollar nuevas marcas y productos para transformar esas crisis en oportunidades", dijo. La planta elaboradora de FNC siempre estuvo ubicada en distintos puntos del barrio La Aguada, justamente, por la disponibilidad de agua en la zona, y por ser uno de los polos industriales de Montevideo.
El desafío de cara al futuro, según Fagioli, está en desarrollar la categoría. "Si bien el consumo de cerveza en Uruguay es bajo, comparado con otros países de la región, tenemos oportunidades de crecimiento a través del desarrollo de distintos estilos y la incorporación de alternativas nuevas para el consumidor", explicó Fagioli.

Cadena en expansión

En 1866, en la calle Juan Carlos Gómez en la Ciudad Vieja, Walter Amy y Juan Henderson, abrieron una tienda en la que se ofrecía desde vestimenta, mercería y tapicería hasta comestibles. En 1963, Tienda Inglesa se trasladó a Carrasco e instaló el primer local basado en el concepto de autoservicio, en las calles Avenida Italia y Bolivia, donde en la actualidad funciona la casa central.

Tienda Inglesa nueva
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En 2016 y tras 40 años liderando Tienda Inglesa, su propietario Robin Henderson, seleccionó a un grupo inversor que adquirió las operaciones. Directivos de la compañía indicaron que Tienda Inglesa ha estado "a la vanguardia en cuanto a innovación", y ha acercado la gastronomía del mundo, con sus clásicas "Semana de", lo que se entiende como parte de las claves para mantenerse.

Cosas de familia

Según el docente de Dirección Comercial, Política de Empresa y Dirección de Empresas Familiares en IEEM, Carlos Folle, la evidencia indica que las empresas familiares tanto en los Estados Unidos como en Europa tienen una mejor performance que las empresas no familiares. "El secreto radica en dos temas: el nivel de compromiso de sus gestores y la velocidad en la toma de decisiones", comentó. Sin embargo, no es fácil superar las generaciones familiares. De acuerdo a investigaciones realizadas, citadas por Folle, menos de un tercio de las empresas familiares pasan a la segunda generación exitosamente, menos del 15% logran sobrevivir a la tercera, y menos del 5% a la cuarta. "Llama la atención ya que la gran mayoría de los dueños familiares tienen la intención de pasar el negocio a sus sucesores", concisó.

Cuatro para los 150

Industria Gráfica Casabó comenzó a funcionar en 1871, con la fabricación de librillos de papel de fumar Olla y Atala, y los naipes de la marca Tatú. María Crabot de Casabó, junto a su marido Francisco Casabó fueron quienes la iniciaron.


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