Vi a Mario Kempes brillar contra Holanda en 1978. Vi a Maradona ser un extraterrestre ante Alemania en 1986. Ahora vi a Messi, con 35 años, ganar el único título que le faltaba, contra Francia en 2022.
En el medio, también los vi perder dos finales, las de 1990 y la de 2014.
Vi cómo el fútbol puede pasar de ser maravilloso a cruel y cómo los hace sufrir. Les pasó en 1978 cuando Dick Nanninga les igualó faltando poco y el palo le dijo que no a Rob Rensenbrink en la hora. También les pasó en 1986, cuando ganaban 2-0 claramente y Alemania se puso 2-2. Parecía que seguían de largo, pero apareció Maradona y con una pincelada típica suya, metió la zurda mágica para que Burruchaga hiciera el tercero.
Este domingo volvieron a sufrir: 2-0 cómodos arriba hasta los 80 minutos, siendo muy superiores a Francia. Pero otro fenómeno como Mbappé lo igualó en menos de 2 minutos. Alargue. Messi puso el 3-2, pero al final, otra vez llegó el empate. Y los penales le dieron el tercer título que les vi ganar.
Nacieron para sufrir, pero también para disfrutar. Son argentinos. Los mejores del mundo.
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