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7 de febrero 2022 - 10:45hs

Impotencia. Esa es la palabra que el apicultor Jihmy Fiorelli elige, sin vacilar, para describir lo que sintió a inicios de enero, cuando los graves incendios en zonas de Río Negro y Paysandú afectaron a sus colmenas. Perdió 31 colmenas de modo completo y la población de abejas de varias más se vieron afectadas.

Fiorelli añadió que son 20 los apicultores que han tenido perjuicios, de diversa magnitud, generados por los incendios de los últimos días de 2021 y los primeros de 2022, que se extendieron sobre un área de 37 mil hectáreas, estimación realizada por la Dirección Nacional de Bomberos (DNB).

Uno siente una tremenda impotencia porque te llaman, te dicen que se están incendiando los montes en los que están tus colmenas, vas y como no hubo permiso de UPM para ingresar te daba impotencia no poder hacer algo para salvar a tus abejas, por más que sea una actividad productiva uno les tiene cariño, por todo lo que nos dan a los apicultores y a la sociedad”, explicó.

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J. Fiorelli Francisco García (UPM), Jhimy Fiorelli y Néstor Causa el día de la inspección de daños.

Fiorelli tiene en su familia antecedentes en la producción apícola, en sus padres y abuelos. Desde los 12 o 13 años anda entre las colmenas y ya tiene 47. “He recorrido América haciendo cursos, yendo a exposiciones, estoy metido de lleno en el rubro”, dijo.

En distintos momentos ayudó a sus padres, en labores agrícolas, en ganadería y con los frutales, pero lo suyo es la apicultura.

El que lleva adelante este apicultor es un típico ejemplo de emprendimiento familiar. Tiene un empleado y trabaja en coordinación con dos apicultores (Mario Bazan y Alexis Benítez) para bajar costos y ganar en eficiencia.

Las colmenas que perdió estaban en dos apiarios, uno en el establecimiento Mafalda, de UPM, otro en La Nona, de Montes del Plata, en montes de eucaliptus entre Nuevo Berlín y Tres Bocas.

Fiorelli tiene sus colmenas, unas 600, todas en Rio Negro, pero como muchos apicultores es trashumante y va movilizándolas hacia dónde haya floración atractiva para que la abeja desarrolle su labor y en sitios en los que tenga seguridad de que hay una aplicación mínima y segura de agroquímicos.

En agosto y setiembre las instala en cultivos de colza, en noviembre y diciembre en montes nativos, luego las pasa a donde hay soja y girasol y desde el fin del verano las coloca en montes con eucaliptus.

"Pudo ser un desastre"

Por eso, aclaró, si los incendios se hubiese generado luego del 15 de febrero “hubiese sido un desastre, a esa altura hay un número mucho mayor de colmenas en los montes que se incendiaron”.

La recuperación de lo que perdió tiene dos escenarios. Las colmenas con poblaciones parcialmente afectadas llevará un mes y medio que retomen la capacidad productiva previa. Esa pérdida es difícil de estimar en dinero. “En uno de los apiarios se me quemaron 24 colmenas y quedaron 17 afectadas con una merma en la población de abejas de 35% a 40%”, describió.

En el caso de colmenas con pérdidas totales, la cuenta es sencilla, son US$ 200 cada una, dado que el cajón y la colmena tiene un valor de US$ 100 y la miel que se perdió –30 kilos por colmena–, al valor actual de mercado, completa los US$ 200 mencionados.

“Pudo ser un desastre. Nadie puede creer que en incendios tan brutales, tan extendidos y en tantos días se hayan perdido 600 colmenas, menos lo podíamos creer cuando recorrimos los campos quemados”, destacó. Solo en los campos de UPM que se incendiaron hay unas 3.500 colmenas.

Contó que vio muchos casos de colmenas que no se quemaron: “Increíblemente el fuego les llegó a tres o cuatro metros, a muchas les pasó por el costado, nos costó creer eso tan bueno dentro de todo lo malo teniendo en cuenta que los cajones son de madera muy seca y con cera, si eso prende no lo puede apagar nadie, es material muy inflamable”, relató.

Sobre si los productores han sido respaldados, relató que el 3 de enero las autoridades hicieron un relevamiento “de primera mano” en la zona, aludiendo a Fernando Mattos y Adrián Peña, ministros de Ganadería, Agricultura y Pesca y de Ambiente, respectivamente. También mencionó a Néstor Causa, presidente de la CHDA. Posteriormente hubo varias reuniones para ir avanzando en el diálogo con UPM y Montes del Plata, para ver de qué modo puede haber alguna ayuda a los apicultores afectados, con una buena disposición de parte de las empresas, informó.

“Los incendios fueron un riesgo enorme, sentimos que la sacamos barata, pudo ser terrible y con pérdidas totales para los apicultores”, reconoció.

Finalmente, agregó que ellos toman todos los recaudos indicados, que cada año participan en cursos y talleres de prevención y disponen en sus vehículos de las herramientas adecuadas para actuar si es necesario.

J. Fiorelli Fiorelli en plena actividad, en uno de sus apiarios en un monte nativo.

Precio de fantasía luego de años muy malos

Este apicultor realiza sus labores de extracción y acondicionamiento de miel para exportación en dos plantas de última tecnología. Una pertenece a un colega y otra a la Sociedad de Fomento Rural de Nuevo Berlín (donde él reside con su familia). Su variado portafolio de mieles, dado que moviliza sus colmenas, va a mercados externos a través de una de las más de 20 firmas exportadoras de plaza.

Sobre el momento del sector, celebró que “ha mejorado, luego de varios años muy malos”. Previo a 2021 el precio de la miel al apicultor se había desplomado y apenas superaba US$ 1 por kilo, lo que no cubría los costos. Eso aceleró la salida del sector de muchos apicultores, que en su momento eran más de 4.000 y quedaron algo más de 2.000.

Desde 2020 la demanda externa se fue recuperando, también los precios de la miel (se exporta casi la totalidad de los más de 10 millones de kilos que cada año se producen) y el precio al apicultor avanzó y está en US$ 3,10. “Es un precio soñado, de fantasía casi”, definió.

Fiorelli recordó que hace pocos años el apicultor, en un mercado con demanda y valores deprimidos con base en diversos factores, lograban $ 9.000 por un tanque de miel con 300 kilos, cuando ahora se están logrando $ 40.000 por tanque.

Si el valor se mantiene al menos en US$ 2,50 por kilo, destacó, estará asegurada la cobertura de los costos y un margen razonable.

Sobre por qué resisten cuando hay malos momentos, respondió: “Esto lo hacemos por vocación, es lo que sabemos y lo que nos gusta hacer; a nadie le debe gustar andar con 40 o 45 ºC en los montes tapado de ropa entre las colmenas”, señaló.

J. Fiorelli Los impactos fueron menores a los imaginados.

Falta más respeto 

Fiorelli entiende que “el apicultor no está reconocido como es debido, teniendo en cuenta la importancia de lo que produce y el valor de la polinización de la abeja, que tiene incidencia fundamental en otros rubros productivos”.
Dijo que a veces se sienten “desamparados”. Recordó que cuando hubo un crecimiento explosivo de la actividad agrícola, a inicios de este siglo, “mucha gente no cuidaba las aplicaciones y nos mataban de 200 a 500 colmenas y no pasaba nada”.
Reconoció que “se ha ido mejorando, las aplicaciones están más controladas, pero falta mucho por hacer”.
Comentó que hubo esfuerzos a nivel educativo, en escuelas y liceos, tendientes a generar conciencia sobre el valor de la abeja, algo que lo que “hay que insistir”, que es un debe en Uruguay el respeto que hay en países como España, Alemania, Canadá o Estados Unidos a un animal que “por algo ha sido definido como el más importante del mundo”.

 

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Apicultura Miel Incendios forestales Colmenas quemadas Apiarios Member

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