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Y, como tantas veces, la historia vuelve a repetirse y los protagonistas son más o menos los mismos aunque hoy estén en los lados contrarios del mostrador.
Quince años atrás, el Frente Amplio estrenando gobierno apuraba al Partido Nacional, al igual que ahora los blancos y sus aliados, prontos a asumir el poder, apuran a la izquierda en retirada: o se deciden más pronto que tarde, o quedan afuera de los cargos en entes y empresas públicas.
Por estas horas, el presidente electo Luis Lacalle Pou comunicó que esperará hasta el viernes para saber si el Frente Amplio acepta esos 33 cargos ofrecidos que a la izquierda se le ocurren insuficientes. Si no, completará el equipo con los suyos.
Hace casi tres lustros, el 25 de abril de 2005 por la mañana, un funcionario del directorio del Partido Nacional le pasaba un papel por lo bajo al líder blanco Jorge Larrañaga quien presidía el cuerpo y no pudo ocultar un gesto de contrariedad. El mensaje le avisaba, sucintamente, que el recién asumido presidente Tabaré Vázquez había hablado en un polvoriento camino de la localidad de Zapicán (Lavalleja) y que el mensaje lo aludía casi directamente.
Larrañaga olvidó el orden del día y se informó sobre lo que había dicho Vázquez. Y lo que había dicho Vázquez era: “Sin dramatismo alguno y sin ánimo de interferir en los ritmos decisorios de nadie, informo que si el próximo lunes 2 de mayo dicha respuesta (sobre la integración de los blancos a los entes y empresas públicas) no se ha concretado, el Poder Ejecutivo adoptará las medidas que correspondan para asegurar el normal funcionamiento de dichos directorios, en virtud de las vacancias generadas”.
Larrañaga se sorprendió pero no mucho. Él mismo había exclamado “¡que se queden con todos los cargos!” en los primeros días de la administración Vázquez cuando un desacuerdo sobre los puestos a ocupar en el directorio del Banco República –los blancos querían dos cargos, el FA les daba uno- había entrecerrado la puerta de un acuerdo.
Ante el aviso de Vázquez, Larrañaga contraatacó: “Así no se habla con el Partido Nacional y punto. Es así de simple. Fue el gobierno el que cambió las reglas de juego. El doctor Vázquez está buscando un gobierno de partido único. El Poder Ejecutivo no quiere ser controlado”.
Las elecciones de 2004 que habían puesto en el gobierno a la izquierda, también le habían dado a los blancos el principal rol opositor puesto que los colorados se desfondaron con un raquítico 9% de los votos.
Mientras los blancos acusaban a los frenteamplistas de enredar las cosas adrede para dejar fuera del gobierno a la oposición, la izquierda decía que eran los nacionalistas los que estaban derrumbando los puentes.
En los primeros días después de esos comicios, tanto blancos y colorados se mostraban propicios a integrar el nuevo gobierno e incluso los nacionalista ya manejaban una lista de nombres para ocupar cada puesto.
Las cosas empezaron a complicarse en febrero cuando el Frente resolvió dejarle un solo lugar en el directorio de Codicen para toda la oposición. Esa decisión bastó para que el Partido Colorado se bajara de la negociación por los cargos. Pero los blancos siguieron adelante. Tanto que el 3 de marzo el gobierno de Vázquez aceptó los nombres que el Partido Nacional le envió para integrar entes y empresas públicas.
Pero, cuarenta y ocho horas después, cuando estaba todo cocinado para el acuerdo, el ministro de Economía, Danilo Astori, llegó con una exigencia que arruinó todo: el directorio del Banco República debía tener cuatro integrantes del oficialismo y uno de la oposición, y no tres y dos como se había acordado previamente. Astori había reparado un poco tardíamente que, entre otras cosas, para otorgar préstamos de más de US$ 1 millón y realizar quitas especiales a deudores se requería del voto conforme de al menos cuatro integrantes del directorio del Brou.
Entonces Larrañaga largó aquello de “¡que se queden con todos los cargos!”. “Ta’, con esto ya es suficiente. Hubo problemas con la enseñanza, después con el Sodre… Los acuerdos está para cumplirse”, afirmó luego.
Los días pasaron y, al final, la administración de Vázquez fue 100% frenteamplista. Solo el Tribunal de Cuentas y la Corte Electoral quedaron en manos de blancos y colorados quienes se negaron a votar el recambio de esos organismos en los que tenían mayoría.
Por aquel entonces, el líder del MPP, José Mujica, zanjaba la discusión por los cargos con una sentencia económica: “Vamos a tener entes más baratos porque vamos a precisar menos funcionarios. Lo siento mucho”, dijo.
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