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Ovnis en Uruguay: entre las luces sin explicación y un país con tradición de turismo ufológico

Con la estancia La Aurora como referencia en el imaginario local e internacional, los avistamientos en Paysandú reavivan creencias e incertidumbres instaladas hace tiempo
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19 de febrero de 2023 a las 05:01

Hay luces en el cielo y les estamos prestando atención. O eso parece si echamos un vistazo a las noticias de los últimos cinco días. En Uruguay, por ejemplo, desde hace una semana los medios están explotando sin pudor dos cosas: el concepto de Ovni —este artículo es, de hecho, un eslabón más de esa cadena— y los teléfonos de la Cridovni. La aparición de destellos extraños registrados por decenas de vecinos en la noche de Paysandú ha puesto a trabajar a fondo a la Comisión Receptora e Investigadora de Denuncias de Objetos Voladores No Identificados, lo que provocó automáticamente que esa pregunta insidiosa y molesta que va y viene, que taladra la cabeza de la humanidad desde hace siglos y que sobrevuela como una mosca negra y gorda que no podemos terminar de espantar, aparezca una vez más. ¿Estamos tan solos como queremos y necesitamos creer?

Hay quienes creen que sí y hay quienes creen que no. Para estos últimos, la primera quincena de febrero ha sido una fiesta. Al margen de los avistamientos sanduceros —que entre otras cosas están siendo apuntalados hasta por un entusiasta director de turismo de la intendencia de ese departamento— hubo otros indicios a nivel global, cosas que no se terminan de explicar. 

En medio de la polémica por los globos chinos y su presunta capacidad espía, la fuerza aérea estadounidense anunció el derribo de tres objetos más de diferentes tamaños y formas de los que se desconoce su origen. Uno de ellos cayó en aguas de Alaska, otro en la región de Yukón en Canadá, y el último en el lago Hurón. ¿Qué eran estas cosas voladoras? Misterio. En la conferencia de prensa para anunciar estas acciones, una periodista del New York Times preguntó si estaban considerando la posibilidad de que fuera tecnología de origen extraterrestre. El general Glenn D. VanHerck, portavoz del Pentágono, contestó: “Dejaré que la comunidad de inteligencia y contrainteligencia lo averigüen. Yo no he descartado nada en este momento. Seguimos evaluando cada amenaza o amenaza potencial desconocida que se acerca a América del Norte con la intención de identificarla.”

Algo parecido escuchamos por esta parte del mundo. Luego de las más de cien denuncias de personas que vieron entre dos y cinco luces "naranjas o ámbar que se movían sin patrón alguno", el secretario general de Cridovni, Marcos Temesio, dijo en los últimos días a El Observador que el fenómeno presenta "un nivel de extrañeza interesante". 

Entre los que trataron de encontrarle una explicación a las luces estuvo Sebastián Bruzzone, astrónomo uruguayo que trabajó en la Nasa, que explicó que lo visto en Paysandú "podría ser interpretado como el pasaje de la Estación Espacial Internacional que está visible desde Montevideo en estos días". Temesio, que está en Cridovni desde fines del año 1989, dejó abierta la pregunta. 

“Nosotros no descartamos ninguna posibilidad, ni somos detractores de nada. Si me preguntás a mí, desde lo personal, cuando me hablan de vida extraterrestre yo siempre digo lo mismo: nosotros vivimos en un pequeño puntito azul que se pierde en lo más profundo del universo, por lo tanto creo que en esa inmensidad no deberíamos, o no podríamos, ser los únicos seres vivientes. Debería haber algo más. Eso no quiere decir que estén viniendo acá, pero la posibilidad está.

Las luces captadas en Paysandú

Uruguay es, según Temesio, un país de gente que mira al cielo, cree ver cosas y denuncia. Que filma videos temblorosos en los que siempre ladra algún perro de fondo y, entre balbuceos de sorpresa, señala hacia arriba. Temesio asegura que en esta época del año es más común recibir llamados, aunque nada como lo que ha pasado en las últimas horas. “En verano, que hay cielos despejados, que hace calor, que la gente está de vacaciones y tiene tiempo de mirar al cielo, ahí las denuncias siempre aumentan. En invierno, que llueve, hay nubes, ahí las denuncias decrecen muchísimo, casi a cero”, aseguró.

También hay fenómenos puntuales que hacen que las denuncias crezcan. Cuando se lanzó Starlink, el proyecto de una “constelación de satélites” de SpaceX, la empresa de Elon Musk, muchos uruguayos llamaron a Cridovni. Después aprendieron a identificar la línea de luces en movimiento que demarcaba la presencia de esa tecnología en el firmamento. En ocasiones aclaran esos conocimientos a los miembros del grupo de Temesio: no es Starlink, les dicen mientras enumeran los pelos y señales de su avistamiento.

Pero el impulso ufológico tiene más aristas en Uruguay, porque muchos de los llamados a Cridovni se quedan en la mera denuncia, pero otros prolongan lo que hay por detrás: una interés o una curiosidad, la idea o la certeza que allá arriba hay algo que alguna vez nos ha visitado y que no tardará en volver a aterrizar. Que es cuestión de tiempo. Y de aprender a creer.

Starlink, la constelación de satélites de Elon Musk

Cazadores de ovnis

Temesio hace una pausa. Busca las palabras. Luego habla. 

“Hubo una época en la que algunos de estos grupos intentaron contactarse, sí, pero después cesó, quedó en la nada. Probablemente el objetivo o el encare en cuanto a la investigación que tenían era distinto… Cada uno siguió su camino”.

A lo que el secretario general de Cridovni se refiere es a que, de vez en cuando, algún colectivo autóctono aficionado al registro de ovnis en el país quiso hablar con ellos para entablar algún tipo de vínculo en torno a la información disponible, pero las reuniones nunca prosperaron. De hecho, Rafael Reyes, quien junto a dos amigos creó Ovnis Uruguay hace ya varios años, recuerda la instancia así:

“Nos juntamos y quisimos conversar con ellos, pero no nos dieron bola. Están un poco cerrados. Creemos que no ayuda demasiado, porque en realidad el contacto con la gente lo hacemos más nosotros que ellos. Pero cada uno con su librito. Somos un colectivo más social y creemos que estaría bueno tener una relación. A nosotros nos encantaría”, dice a El Observador.

Reyes tiene 29 años, es estudiante de ingeniería química y es el representante de esta agrupación que en su página de Instagram —en donde se pueden encontrar todo tipo de videos referentes a avistamientos en la región— se define como un “grupo de investigación pionero en el tema ovni en Uruguay”. Según él están operativos desde 2018 y, con vaivenes en la cantidad de fieles entre sus filas, hoy agrupan a una veintena de uruguayos que están “abiertos a la posibilidad”. Según Reyes, en los últimos días la cantidad de consultas y mensajes a la página ha crecido notablemente. Él cree que los últimos avistamientos en Paysandú avivaron una cultura ufológica que, por otro lado, ya estaba allí. 

Lo vemos como el despertar. Ahora está delante de nuestras narices, es creer o reventar, como se dice. Nosotros siempre confiamos en que existían. Y nosotros estudiamos carreras de ciencia, no es que somos personas que teorizan y creen cualquier cosa. Pero confiamos que es verdad y tenemos experiencias propias que nos han generado esas creencias. Hoy en día se le está demostrando a todo el mundo que es así. Lo que está pasando está bueno y no hay que tenerle miedo, supongo. Es convivencia pura. Es el inicio de algo que se está preparando para el futuro”, dice el representante de Ovnis Uruguay, alguien que, sin embargo, no muestra demasiada sorpresa con las últimas luces sanduceras.

“La verdad, no lo tomé con mucha sorpresa. En parte pensé ‘qué bueno que alguien lo filmó’, o ‘qué bueno que pasó acá’. Fue más por ese lado. Sentí que era más de lo que ya venimos viendo. Pero está bueno que haya pasado”, dice.

Reyes, que comenzó a creer luego de un par de experiencias "fuertes" que vivió junto a amigos, está convencido de que para quienes creen en la posibilidad de la vida extraterrestre hoy las cosas son más fáciles. Para empezar, las nuevas generaciones están más abiertas, hay menos prejuicios, al tiempo que la ciencia abre más preguntas y, según entiende, la concepción de que existe algo allá afuera se compatibiliza con otras maneras de entender la vida, como la religión. 

“Siento que no hay mucha diferencia entre la religión y este tema. Yo soy cristiano y no dejo de tener mis creencias por creer también en esto. Creo que son compatibles o tienen alguna línea en común. No son actitudes que se contradigan. Yo siempre estuve abierto a nuevas ideas. Si alguien me dice algo que no es lo que yo creo, no intento refutarlo, sino que busco ponerme en su postura, también del lado de la ciencia que es estadística pura. Para nosotros es verdad. Y ahora con la desclasificación de los archivos de Estados Unidos, todavía más (Ndr: se refiere a la publicación en enero de 2021 por parte de la CIA de casi tres mil páginas de documentos relacionados a ovnis de los últimos 70 años) Eso fue un indicio de que se iba a venir algo así”.

Una imagen desclasificada por la CIA

En algún punto Reyes cree que con esta nueva andanada de avistamientos, Uruguay puede posicionarse como un punto de destaque en el circuito del turismo ufológico. “De ahora en más sí —dice—. Antes la estancia era lo popular, pero ahora que a Uruguay se lo nombre junto a países como Estados Unidos, Canadá, creo que puede hacer que traiga más público. Y si quieren venir, bienvenidos. Hay otros lugares donde pasan cosas, capaz mucho más que acá, pero socialmente o en las redes parecería que Uruguay es uno de los elegidos”.

Esa estancia popular de la que habla Reyes tiene nombre y un legado. Porque Uruguay no es ajeno a los ovnis y tampoco a los fenómenos que marcan a las sociedades, que las moldean a partir de leyendas populares que permanecen a través del tiempo como referencia.

Pasto quemado y otras yerbas

En 1976, Ángel Tonna pensó que se le prendía fuego el gallinero. En medio de la noche corrió hasta allí, pero se dio cuenta de que lo que estaba encendido era un viejo ombú que dominaba una parte de su estancia. Alrededor había marcas enormes en el pasto y animales muertos. Luego, algunos minutos después, lo vio: una luz extremadamente potente que se elevaba por los aires y se metía en otra todavía más grande. Los registros lo marcan: fue el primer avistamiento en La Aurora. El ombú quedó quemado por dentro y, de vez en cuando, aparecían animales muertos en su interior. 

Un año después, la historia se repitió: Tonna estaba cenando con su esposa cuando ambos vieron luces a través de la ventana. El hombre corrió hasta el establo, que era el lugar desde donde creía que estaba la fuente original del resplandor, y pronto la luz estuvo sobre él. El resultado: más marcas en el terreno, más animales muertos, quemaduras en los brazos del hombre y el puntapié para que ese punto perdido en el pliegue donde Paysandú y Salto se unen se transforme en uno de los lugares predilectos en el circuito ufológico mundial.

Como Roswell en Estados Unidos o el cerro Uritorco en Córdoba, a la estancia La Aurora la preceden sus leyendas. Es uno de los puntos de referencia para los seguidores de la vida fuera de la Tierra y aunque está cerrada desde hace años para el turismo sigue siendo un foco encendido en el mapa de la ufología.

La entrada a la estancia La Aurora, junto a la gruta del padre Pío

Se cuentan muchas cosas sobre la estancia: que en los setenta llegaron científicos japoneses que registraron altas dosis de radiación en los lugares “marcados”, que la energía del lugar es innegable, que los testigos de los avistamientos son cientos, que el propio Neil Armstrong se dejó caer por allí un par de veces entre 1978 y 1980, algo que el afamado astronauta negó en su momento. Esas leyendas moldearon el interés de muchas personas, entre ellas las de Martín Gamboa, docente e investigador en el Departamento de Turismo, Historia y Comunicación de CENUR Litoral Norte, sede de la Universidad de la República en Salto.

Quienes nacimos a fines de la década de 1970 crecimos escuchando los relatos de La Aurora y la peripecia de la familia Tonna. Crecimos con esos cuentos, relatos y leyendas populares sobre los avistamientos, que se vieron reforzados con el relato de otras personas que vivían en la zona de Tierras Coloradas, en el límite entre Salto y Paysandú. La temática de los ovnis estuvo siempre presente”, cuenta a El Observador Gamboa, que en 2021 publicó, como colofón a sus estudios en la materia, un artículo en el Journal of Tourism Anthropology que se tituló Peregrinaciones espirituales y turismo OVNI en Uruguay: el caso de la estancia La Aurora.

En el trabajo, Gamboa examina a partir de la antropología el fenómeno de la estancia y la configuración de su relato a través de las décadas, así como su cualidad de axis mundi —eje o centro del mundo— para el turismo ufológico. En ese sentido, y con la experiencia que su investigación le dispone, el académico es el indicado para establecer parámetros o conexiones entre lo que pasó con aquella situación y las luces de Paysandú. ¿Puede convertirse este reciente fenómeno en algo tan grande que implique peregrinaciones y la edificación de un mito, como pasó allí? 

“Desde mi punto de vista como académico y desde la antropología, para que estos fenómenos puedan trascender en el tiempo y se consolide un caso similar al de La Aurora tienen que haber algunos requisitos. En primer lugar, tiene que generarse un acontecimiento de un impacto tal que exista un relato ligado a personas que lo vivieron. Tiene también que ser territorializado, es decir: la huella o la traza que deja el acontecimiento, la evidencia empírica a partir de donde se construye el relato. En este caso no hay una localización espacial, una marca a partir de la cual se pueda construir eso, por lo que no va a suceder lo que sucedió en la estancia. Y también tiene mucho que ver la repetición de los fenómenos. En La Aurora los dos acontecimientos más fuertes ocurrieron en 1976 y al año siguiente. Y luego de 1977 continuaron los avistamientos y hay muchos testigos que vieron ovnis y luces en el cielo en toda la zona, lo que mantuvo viva esa construcción narrativa, ese mito”, establece.

Tanto en el artículo como en sus declaraciones, el académico deja claro que para su campo de estudio que los extraterrestres existan o no es irrelevante. Lo que importa son los relatos, la consolidación de una historia a través de las generaciones y el concepto del “campo gravitacional” propuesto por Claude Lévi-Strauss, que a grandes rasgos explica que si alguien hoy puede ver luces en el cielo y pensar en un ovni, es porque existen coordenadas previas, una noción cultural que demarca esos razonamientos y les da un marco comparativo. 

Los días pasan y no hay respuestas claras para lo que más de cien personas vieron aparentemente en Paysandú hace algunas noches. No puede explicarlo Temesio en Cridovni, Reyes en Ovnis Uruguay o Gamboa desde Salto. Con las luces queda flotando, por ahora, solamente esa idea: la de que Uruguay tiene misterios vinculados al espacio exterior en su pasado y continúa abriendo los cielos a fenómenos desconocidos. Fenómenos que ocupan las páginas de los diarios, la mente de los escépticos, el insomnio de quienes confían y los ojos de quienes, en las noches calurosas y secas de este febrero de 2023, levantan la cabeza y miran hacia arriba.

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