Osimani en Defensor Sporting, una postal que ya no se repetirá.

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Paciencia, el secreto fusionado

Martín Osimani da la receta de un equipo acostumbrado a pelear sin la fiebre del resultado y sin jugar con la soga al cuello
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20 de abril de 2017 a las 05:00
Cuando el reloj dio por terminada la primera semifinal de la Liga Uruguaya de Básquetbol y Aguada festejaba, el hincha de Defensor Sporting ni se inmutó. No hubo insultos ni reclamos, solo un aplauso cerrado que confirma la confianza en su equipo.

Confianza y paciencia son las palabras claves, llaves maestras de un equipo que juega de memoria hace muchos años, que contrata piezas de un puzzle que se arma a largo plazo y que evita bailar al son de los resultados, algo inusual bajo el paradigma actual de la alta competencia.

En la primera semifinal el jugador que más minutos tuvo en cancha fue Martín Osimani que, al margen de buenas o malas noches, se transformó en el conductor de un equipo que el año pasado jugó la final y que esta temporada buscará dejar a Aguada por el camino para ir otra vez por el título.

Osimani accedió a contar los secretos fusionados y dice que la clave es el trabajo de largo aliento: "En Defensor me abrieron las puertas y sabía que llegaba a un equipo muy sólido, con una estructura muy marcada a través de su cuerpo técnico y que tiene muy claros los objetivos. ¿La parte económica? Siempre influye, pero lo que más me interesó para llegar a este club fue un contrato a largo plazo donde uno construye lazos de relacionamiento con otra tranquilidad, asume responsabilidades y puede proyectar más allá del resultado".

Si de trabajo a largo plazo se trata, el básquetbol de Defensor Sporting con Gerardo Jauri a la cabeza es un ejemplo a prueba de balas contra los resultadistas que prefieren cortar ciclos en momentos delicados. Como prueba basta un botón.

"Los resultados mandan pero son traicioneros, por eso trabajar a largo plazo te ayuda a sincerarte contigo mismo y con los compañeros", Martín Osimani.
El ingeniero violeta lleva 15 temporadas en el equipo y, como confesó a Referí en una entrevista, su arreglo siempre fue de palabra: "Mi relación es un poco peculiar: le doy importancia a la palabra. No sé si llegue a firmar un contrato. Las charlas son naturales sin necesidad de algo escrito. Sí en cuanto a la idea. Me siento privilegiado porque se respetó siempre la palabra del entrenador en aspectos técnicos y en la elección de los jugadores. Me dieron la derecha y eso es una ventaja que tengo ante otros colegas y además la memoria deportiva que te la brinda la continuidad".

A Osimani, viejo soldado de Jauri en tiempos de selección, esa estabilidad dirigencial alejada de la fiebre del ganar-ganar lo sedujo por encima de otras propuestas: "Me tocó llegar a una cultura nueva. Al cuerpo técnico lo conocía de la selección pero saber que iba a estar un tiempo me ayudó a construir relaciones y a estar tranquilo. Los resultados mandan pero son traicioneros, por eso trabajar a largo plazo te ayuda a sincerarte contigo mismo y con los compañeros".

Alejandro Glick, mano derecha de Jauri durante las últimas 10 temporadas, coincide en la lectura pero afirma que el modelo se agota si no se renueva y que la libertad de trabajar sin la soga al cuello es clave: "En el club hay una manera de trabajar y eso viene de hace años. Siempre se intentó que los jugadores que vienen sean con un contrato largo para no romper el equipo todos los años. Hay que adaptarlos a la idea y aplicar cambios todos los años para no repetir el modelo, crecer y no estancarnos. Lo bueno de trabajar así es que sabemos que aún ganando debemos seguir construyendo y como obtuvimos todos los resultados posibles nos sentimos cómodos. Estamos en un club que te deja trabajar con absoluta confianza".

"Mi relación es un poco peculiar: le doy importancia a la palabra. No sé si llegue a firmar un contrato", Gerardo Jauri
Rápido de reflejos, Osimani sabía de antemano que el Jauri versión selección no lo tendría en el día a día: "El encare de Gerardo en la selección era distinto que en Defensor porque los plazos son otros, pero igual te transmite una tranquilidad tremenda. En el camino recorrido tuvimos buenas y malas pero nos conocemos y sabemos cómo piensa cada uno".

Consultado sobre los momentos de bajón en la temporada regular y la lectura que hace desde la experiencia en un vestuario con hombres como Mauricio Aguiar, Osimani se sincera: "En los momentos de bajón siempre confiamos en nuestro talento como equipo. Nunca se nos pasó por la cabeza bajar los brazos. El proceso te da un respaldo en los momentos difíciles, nadie mira los puntos, los rebotes o las planillas, eso queda en un segundo plano. Es lógico que hay pequeñas sociedades y es clave el buen relacionamiento, por eso en las rachas negativas fue importante tener a Mauricio al lado. Nos conocemos de la selección y fue un soporte fundamental".

De cara al partido de esta noche –Defensor juega a la hora 20.15 ante Aguada la segunda semifinal en el Palacio Peñarol–, Osimani sabe que el rival mezcla experiencia, talento y sacrificio, un cóctel difícil de digerir sobre una cancha de básquetbol, pero confía en la receta propia: "En este tipo de series siempre se busca imponer el juego propio pero hay momentos de lectura, de analizar para donde va la serie y nosotros estamos en esa etapa. Perdimos, cometimos errores, pero no dramatizamos. Se vienen partidos muy parejos".

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