Las crisis, como la de la pandemia, tensionan la cuerda imaginaria entre las preocupaciones y decisiones de corto plazo con las de largo plazo y, cuando ello ocurre, es muy probable que lo urgente se termine imponiendo a lo importante. Incluso es un comportamiento social y político que puede ocurrir sin la necesidad de una situación excepcionalmente mala, como es común en sociedades no desarrolladas: cuando el presente está signado por la urgencia y la precariedad, ¿quién piensa en el futuro?
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