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Reque Newsome, padre adoptivo, hincha de Peñarol y vegano

Llegó a Olimpia en 2006, se nacionalizó uruguayo en 2009, conoció a Laura en 2010, adoptó a Sebastián en 2015, toma mate, hace asados, se radicó en El Pinar y es dueño de una historia de vida tan trágica como feliz
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15 de junio de 2020 a las 05:04

Hay cicatrices que hablan. Están aquellas tatuadas en la piel que nos recuerdan el dolor de una caída. Y están las otras que alguna vez nos hirieron el alma. Las que nunca se olvidan. Reque Newsome sabe de esa clase de angustias. Pero también sabe que la sanación es una puerta mágica que da al jardín de la felicidad.  

Y ahí está su jardín. En El Pinar. Cada mañana el estadounidense mete pala para darle a su compañera Laura y su familia una huerta orgánica a la casa.  

Y por ahí pasa correteando Sebastián, de ocho años, siempre a su lado. Renuente a sentarse a tomar las clases por Zoom y siempre pendiente de los movimientos de su padre. 

Sebastián llegó con tres años a la vida de Reque y Laura. Aún está en en proceso de adopción a través del Departamento de Adopciones del Instituto del Niño y del Adolescente del Uruguay (INAU). 

“Yo no estaba listo para ser padre hasta que Sebastián llegó a nuestras vidas. Me hizo madurar y me hizo crecer. Me ha ayudado mucho más de lo que yo lo he ayudado a él”, le cuenta a Referí

“Yo sé lo que es estar en una situación así, sé lo difícil que es. Por eso quiero darle una oportunidad para hacer su vida mejor”, agrega. 

En el libro Pequeñas y Grandes Historias del Básquetbol Uruguayo, de Jorge Señorans, Newsome contó que cuando tenía ocho años su padre murió de cáncer y que cuando tenía 11 su madre fue víctima de un femicidio por su pareja de entonces. Por esa razón vivió un buen tiempo en un hogar para niños hasta que su madrina lo sacó y una abuela se hizo cargo de su crianza. 

Su historia de vida es similar a la de varios jugadores estadounidenses que llegan a Uruguay como Dwayne Davis, Anthony Johnson, John De Groat o Tyrone Lee

Todo le pasó a Newsome en la St. Petersburgo de Estados Unidos, una ciudad ubicada a 15 minutos de Tampa en el estado de Florida. 

“Es una ciudad como cualquiera, con cosas buenas o malas”, recuerda el pívot de 38 años. 

De niño, jugando en los parques se hizo fanático del fútbol americano, deporte al que sigue hasta hoy en día: “Los domingos me siento en la tele a ver los partidos y nadie me puede hablar ni interrumpirme”, cuenta a las risas y revela que es fanático de los Tampa Bay Buccaneers, campeones del Super Bowl en 2003. 

“Al básquetbol empecé a jugar cuando tenía 15 años, en el liceo”. Y fue con ese deporte que consiguió una beca para ir a la Universidad de Southern Indiana en la que se graduó en educación física a pesar de que es un área en la que no le apetece trabajar a futuro.  

“Tres de mis tíos jugaron al básquetbol, al igual que mi madre”, cuenta. 

Uno de sus tíos fue Todd Linder, drafteado por Seattle Supersonics en 1986 –aunque nunca llegó a jugar en la NBA– e integrante de la selección de la armada estadounidense junto al Almirante David Robinson, integrante del Dream Team de Barcelona 1992.

Uruguay, país del que no conocía nada, fue su primer destino internacional. Y acá echó sus raíces. 

Llegó a Olimpia para jugar la Liga Uruguaya 2006-2007 promediando 12,2 en puntos y 8,4 en rebotes.

Q en Olimpia

En 2009 se nacionalizó uruguayo y jugó varios torneos por la selección. “Fue un orgullo muy grande”, dice. 

Q con Uruguay, contra Cory Joseph de Canadá

Defendió durante seis temporadas a Malvín conquistando tres Ligas Uruguayas siendo el MVP del certamen en 2010-2011.

Tras pasar dos certámenes en Trouville volvió a Olimpia en 2018. En 2019 disputó El Metro con Stockolmo. 

Q en Trouville

En 2010 conoció a Laura, psicóloga. La conoció a través de amigos en común y resultó ser hermana de Andrés Villagrán, entrenador de las formativas de Olimpia. 

El hijo de Laura lo convirtió en hincha de Peñarol. 

Con el tiempo se convirtió en vegano. “Me cambió la mente, me permitió ajustar mi forma física y me deja ser mucho más creativo en la cocina”, explica aunque confiesa que una vez por mes rompe la condición para comer pescado: “Soy un vegano sucio” dice riendo.  

La sopa y el pan de masa madre

Su fanatismo por la cocina lo llevó a bautizar a las masas con las que prepara un exquisito pan de masa madre. A la primera le puso Kovid-24 en honor a Kobe Bryant y también por la pandemia del covid-19. A la segunda la nombró Laura Junior. 

Adoptó la costumbre del mate desde su llegada a Uruguay y disfrutó por años los asados. 

“La beca fue mi limón y la vida es mi limonada”, explica. Esa oportunidad le permitió cambiar su vida. Llegar a Uruguay. Y conocer a Laura y Sebastián. Su vida. 

El nombre

Durante muchos años Reque fue “Rake” en Uruguay, incluso jugando en la selección. “Veía el nombre escrito mal por todas partes y me reía”. Como Reque se le hizo difícil de pronunciar al ámbito basquetbolístico a Newsome lo llaman Q, con su fonética en inglés (“quiu”).   

Olimpia, un sentimiento

De todos los planteles que integró en Uruguay, Newsome se queda con el primero de Olimpia, por la forma en que lo recibieron. “De no haber sido por ellos hoy no estaría acá”, dijo. Estaban Mauro Tornaría, Sebastián Vázquez, Germán Silvarrey, Pablo Peralta y Andrés San Miguel, entre otros. 
 

Sopa de brócoli vegana
 

Ingredientes (2 porciones) 

  • 1 papa
  • 4 tazas de castañas de cajú
  • 1 lata de porotos (que equivale a una taza y media)
  • 1 cucharadas de limón 
  • 2 cucharadas de levadura nutricional 
  • Agua, cantidad necesaria
  • 1 cucharada de aceite de oliva 
  • 4 tazas de brócoli
  • 1 cebolla 
  • 4 dientes de ajo 
  • 1 apio 
  • 1 zanahoria 
  • 3 tazas de caldo de verduras 
  • Semillas de amapola
  • Semillas de lino
  • Escamas de ajo
  • Escamas de sal especiada

Preparación

Al ser una receta vegana no se utilizan derivados de origen animal y se hace la crema a partir de otros ingredientes, para eso se comienza por hervir la papa y las castañas de cajú hasta que queden blandas. Ponerlas en una licuadora junto a los porotos y licuar hasta que quede cremoso, agregar agua en cantidad necesaria para lograr esa consistencia. Añadir la levadura nutricional y el jugo de limón. Reservar.

Picar en cubos la cebolla, el ajo, la zanahoria y el apio. Poner todo en una olla con una cucharada de aceite de oliva y cocinar las verduras hasta que la cebolla se transparente. Agregar el caldo. Procesar una taza de brócoli hasta que quede en trozos muy pequeños y ponerlo en la olla junto a las otras 3 tazas de brócoli picado en trozos grandes. Agregar la crema y cocinar por 15 minutos revolviendo para que todo quede integrado.

Preparar previamente una mezcla de semillas de lino y amapola con escamas de ajo y sal con especias. Poner sobre la sopa al momento de servir y acompañar con pan de masa madre. 

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