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Tinder y sus (des)encantos

Las apps para encontrar pareja son cuestionadas por su seguridad y por el tipo de vínculo que promueve entre sus usuarios
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25 de marzo de 2018 a las 05:00
¿Qué tienen Mary Cioli, LevantArt y Tinder en común? El mismo objetivo: unir personas para formar parejas.

Hoy en día, las redes sociales han tomado gran partido en nuestras relaciones interpersonales. Compartimos fotos, participamos de juegos online, chateamos con nuestros amigos, leemos artículos que nos interesan, e incluso, si se acaba de morir un ser querido, podemos formar parte de Duelia y compartir nuestros pesares con personas que están pasando por la misma situación. Así vivimos, con aplicaciones de todo tipo y color que se acomodan a nuestra necesidad. ¿Cómo no iba a existir entonces una que intentase solucionar el trauma o la impaciencia de algunos solteros?

Cuando aplicaciones como Tinder, Badoo y Happn, entre otras, se plantean como medios efectivos para conocer a una persona, las palabras autenticidad y profundidad se ponen en cuestión. "Es un medio totalmente peligroso que no aporta nada", dijo Mary Cioli, la formadora de parejas desde 1984 en una entrevista con Cromo. La celestina confirmó que tiene "mucho más clientes que antes porque la gente se cansó de eso de las redes sociales porque tiene mucho engaño". Además, tras más de 30 años emparejando hombres y mujeres, Cioli dijo que las redes sociales carecen de seguridad.
"¿Quién te respalda a ti en las redes sociales que la persona que escribe es una persona bien? Nadie", afirmó. "Puede ser un hombre o una mujer buenísima, como también un asesino o un psicópata", concluyó la mujer que unió más de 7.000 parejas según sus propios registros.

Por otro lado, el especialista en seducción que solo se identificó como Blakensen, entrenador de LevantArt, escuela para seducir chicas, está convencido del éxito de estas herramientas de acercamiento. "Les permite a las personas ser mucho más extrovertidas en situaciones donde tal vez no lo serían y, además, les permite acceder a la persona que quieren conquistar con mucho más información de antemano, ya que podés estudiar prácticamente su vida antes de salir con ella", dijo.

Parece que las redes sociales son una ayuda para las personas tímidas, con falta de personalidad o para aquellas "que tal vez no tienen habilidades naturales para hacerlo de manera espontánea". Supone que mediante el chat, la persona logra "relacionarse con más tiempo, seguridad y tranquilidad". Lejos de negarse al uso de las redes por el riesgo que contiene el anonimato, Blakensen dice que hay que tener cuidado y que hay que tener cierto "criterio en el momento de encontrarse con alguien de Tinder".

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¿Duradero y estable?

Tinder es una aplicación en la que el usuario va pasando de una foto a otra de sus posibles pretendientes como si fuesen productos que intentan atraerlo lo suficiente como para poder ser comprados. Edad, color preferido, distancia física que los separa son algunos de los filtros que el usuario puede seleccionar. Cuando encuentra a una pareja que le gusta y cuya descripción personal (que se encuentra en el pie de la foto) le convenza, apreta "match" y espera ansioso a ser "matcheado" por la otra persona. Recién ahí se abre la conversación.

Frases como "Carpe Diem", "busco al hombre de mi vida" o "me fascina bailar" se pueden encontrar en los perfiles de las personas que usan la aplicación representada con una llama de fuego. Con más de 50 millones de perfiles activos, Tinder parece estar pensada, según el psicólogo Alejandro de Barbieri, para personas que buscan "vínculos esporádicos" en los que se "ama tibiamente, no comprometiéndose totalmente con el otro".

El director del Celae (Centro de Logoterapia y Análisis Existencial) desde el 2000 puso entre signos de interrogación la estabilidad que podría existir en una relación surgida de estas redes sociales "amorosas": "Te puede conectar, si vos encontrás gente que tenga los mismos intereses, pero el
tema es que después se complementen de verdad en la vida real".

De Barbieri expresó también que estas redes tienen algo de "efímero y transitorio" que "no genera el compromiso más humano, más existencial, sino que fomenta un uso más utilitario del otro". "Hoy en día la gente confunde sexualidad con un vínculo amoroso más duradero", concluyó el escritor del libro Lo que cura es el vínculo.

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