Un nuevo ataque de perros sueltos en el campo causó la muerte de cinco corderos y severas heridas a varios animales más, afectando en este caso a un establecimiento productivo en el norte del país, en Artigas, en un nuevo ejemplo que evidencia que uno de los principales obstáculos que tienen los productores ganaderos lejos está de ser solucionado.
Gustavo Quevedo, administrador de un emprendimiento ganadero familiar con manejo de vacunos y lanares en una zona de la ruta 30, a 30 kms de la ciudad capital de Artigas y a 100 kms de Bella Unión, contó a El Observador que si solo se considera este nuevo ataque, la pérdida directa equivale a unos $ 250 considerando el precio que se puede obtener por cada uno de esos cinco corderos muertos.
Más allá de eso, detalló, “la verdad es que tenemos un presupuesto fijo de pérdida por estos ataques de perros sueltos, nosotros por lo menos perdemos unos 40 o 50 animales al año”. Y a US$ 50 por cordero si se llega a ese máximo son US$ 2.500 de pérdida anual. Es mucho dinero, especialmente en tiempos en los que no siempre se logra alcanzar un margen de rentabilidad adecuado a la inversión y al esfuerzo que se realizan en ese tipo de empresas del sector ganadero.
Por otra parte, el caso de esta empresa familiar no es único, obviamente. Sin ir más lejos, en un perjuicio que afecta a productores de todas las escalas y prácticamente en todos los departamentos de Uruguay, el daño hace poco también lo sufrió uno de sus vecinos, tal vez por el ataque de la misma jauría.
Gustavo, desde ese campo ubicado en la zona conocida como Javier de Viana, admitió que en cada ataque que se concreta no solo se padece el impacto adverso en lo económico como se mencionó, también en lo anímico, y hasta en lo físico.
“Tenemos que estar trabajando mucho más, hacemos lo de cada día, como siempre, pero nos organizamos para salir a farolear por las noches, a tratar de dispersarlos a los perros salvajes cuando escuchamos ladridos o percibimos algo raro, como todo tiramos algunos tiros al aire para asustarlos y se van, pero si no hacen el daño acá lo hacen en otro lado, además siempre vuelven y uno no puede estar las 24 horas al lado de los corderos, es algo que no se termina más esto”, lamentó.
Consultado sobre si en esta oportunidad realizó la denuncia ante la Policía, Gustavo dijo que siempre se hizo eso, pero que durante un tiempo cansados de tantos ataques sin soluciones se dejó de denunciar porque no servía para mucho, pero que ahora los vecinos se unieron en un grupo de WhatsApp para aprovechar esa herramienta y compartir novedades, por ejemplo para alertarse de eventuales ataques y que, en ese marco, adoptaron la actitud de volver a denunciar, “al menos para que quede constancia del daño que tenemos”.
En este caso puntual, tras el ataque del fin de semana pasado, se hizo la denuncia, pero a distancia, incluso se le pidió a la Policía que no concurra al lugar porque de nada iba a servir, los perros de la jauría ya no estaban, contemplando las recomendaciones vigentes de movilizarse lo menos posible dada la propagación del covid-19 (coronavirus) en el país.
Este sábado 4 abril, cuando se publicó este artículo en El Observador elaborado horas antes, el productor afectado se comunicó nuevamente para informar de un otro ataque, ocurrido en la noche de este viernes. Eso no hace más que confirmar que estamos ante un perjuicio constante, sin solución lamentablemente. A continuación, una de las fotos correspondientes a este nuevo ataque de perros en el predio de este productor familiar de Artigas.
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