El primer clásico de 2022 no fue clásico. Fue un partido simple de práctica entre Nacional y Peñarol que terminó sin goles. Podrían haber jugado con otras camisetas y pasaba inadvertido.
Es más, pasará el tiempo y lo que más se recordará de este sábado 22 de enero es que cuando transcurrían 80 minutos de juego se desató sobre el Estadio Centenario una lluvia impresionante seguida de una tormenta eléctrica que ocasionó la suspensión por parte del árbitro Leodán González. Estaban 0 a 0.
Después se definió por un sorteo a puertas cerradas entre los delegados de los clubes en un palco VIP. No se permitió el ingreso de la prensa.
Por un lado es lógico que hayan mostrado poco fútbol. Se encuentran en plena pretemporada, con bajas y altas constantes, con la necesidad de rotar a los futbolistas para que todos sumen minutos durante los amistosos y esto provoca desajustes en el funcionamiento.
En ese sentido también es lógico que Peñarol haya sido el protagonista del primer tiempo. Mauricio Larriera ya tiene un año de trabajo en el club, es el último campeón uruguayo, y le lleva una considerable ventaja a Pablo Repetto que asumió hace unas semanas en Nacional.
Tampoco es que haya sido muy grande la ventaja aurinegra durante los primeros 45 minutos. Manejó mejor la pelota en el mediocampo y aprovechó la velocidad de Ignacio Laquintana por la derecha.
Su producción fue más vistosa que efectiva. Laquintana le ganó siempre al lateral Christian Almeida y causó que cuando transcurrían 35 minutos de juego fuera sustituido por Camilo Cándido. También éste sufrió, aunque en menor medida, las incursiones del delantero. Ambos laterales tricolores resultaron amonestados.
Pero a Laquintana le faltó terminar mejor las jugadas. El último pase o el intento de centro, siempre fue al lugar equivocado. Nunca encontró, por ejemplo, a Agustín Álvarez Martínez en el área.
Las principales jugadas con posibilidades de gol en el primer tiempo se generaron de pelota quieta. A través de los tiros libres -mal ejecutados por Pablo Ceppelini- para Peñarol y mediante tiros de esquina -generalmente lanzados por Otormín- para Nacional.
Nacional encontró un camino de llegada por el lateral derecho José Luis Rodríguez. Por el carril izquierdo, recién cuando entró Brian Ocampo en el segundo tiempo. Ahí se le terminó la tranquilidad que Matías Aguirregaray tuvo con la marca del colombiano Alex Castro, ausente del partido.
Ocampo fue el autor del remate que ocasionó la primera atajada de Dawson y metió un par de desbordes más.
Después, fallaron los que llegaron de frente al arco. El juvenil Fagúndez tuvo una ocasión en la primera parte que le regaló Ramón Arias, pero tomó una mala decisión: en vez de asistir a Trezza, solo a la derecha, remató al arco desviado.
Nacional mejoró en el segundo tiempo, aunque el juego se desvirtuó con los cambios. La presencia de Ocampo, una corrida fantástica de Trezza por derecha y una ocasión muy clara que falló Felipe Carballo, fueron las respuestas del equipo tricolor.
A los 80 minutos -hacía 10 que la lluvia caía intensamente- Leodán González suspendió el partido. Luego se definió por un sorteo que solo los delegados de los clubes pudieron observar. Pero ese es otro capítulo en la historia de los clásicos de verano.
Lo que pasó en la cancha fue muy poco. Una práctica en medio de la preparación para la temporada, donde todavía falta mucho por ajustar y jugadores por integrarse a los equipos. Tal vez el miércoles, cuando vuelvan a enfrentarse, muestren algo más.
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