El dramaturgo Sergio Blanco se encontraba en la ciudad eslovena de Liubliana para dar una conferencia sobre el mito de Narciso en la Universidad de Filología. Mientras practicaba su disertación, descubrió unas manchas de sangre en la habitación de hotel que lo empujaron a intentar dilucidar qué sucedió ahí, mezclando en su percepción aspectos de su vida personal y sus propias opiniones sobre el personaje mitológico.
Esa viviencia, sin circunscribirse únicamente al plano de la realidad, fue reimaginada como el puntapié que pone en marcha a La ira de Narciso, la más reciente aventura de "autoficción" de Blanco. El unipersonal, que se estrena hoy a la hora 21 en la Sala Hugo Balzo, se enmarca en la celebración del décimo aniversario de la compañía Complot.
Solo con la presencia del también dramaturgo Gabriel Calderón sobre el escenario, la obra abre lugar a una intriga policial, al revelarse poco a poco el cruento crimen que fue contenido por las paredes de esa habitación. Más allá del foco de su trama, La ira de Narciso plantea un engranaje de múltiples desdoblamientos del Yo, el tiempo y el lenguaje.
"Sergio (Blanco) me dijo desde un principio: esto no es un monólogo, es un relato", explica Calderón a El Observador, sumiéndose en el laberinto que edifica la obra.
La ira de Narciso comenzó con un correo de Blanco a Calderón enviado justamente desde Liubliana contándole la historia. "A partir de eso empezó a desarrollar toda la obra, que comienza conmigo, relatando como Gabriel Calderón, que una mañana en mayo de 2014 recibí un mail de Sergio Blanco, donde me invitaba a participar de este proyecto".
La obra da rienda suelta a un vaivén de identidades: el actor es sí mismo, luego es Blanco y a la vez es Calderón como personaje, canalizando a Blanco. "Es este espejo de Narciso mirándose a sí mismo, pero yendo hacia otro", añade Calderón.
Él y Blanco, no obstante, no son las únicas identidades, sino que, a medida que se desarrolla el relato, el juego se amplía, incorporando a un joven y a unos conferencistas que narran sus historias a través de Calderón. "Yo no me pongo en su piel. Acá no hay una idea de un actor haciendo de personajes, es un actor 'paracitando' a esos personajes para traer su lenguaje", explica. Y agrega: "Buscamos la mejor manera para decir lo que ellos tienen para contar sin que yo lo actúe. Yo actúo el lenguaje, pero no al personaje".
La escenografía, o "dispositivo escénico", en palabras de Blanco, está constituida por una mesa y algunos objetos como una computadora y unos libros. No obstante, la gran presencia en escena es una pantalla con visuales, en la que el relato de Calderón se apoya.
El juego del lenguaje que propone La Ira de Narciso, que oscila entre narración, conferencia y confesión, siempre ha sido parte de la esencia de Complot, fundada en 2005 por Calderón y el coreógrafo Martín Inthamoussú. La compañía, integrada además por Blanco, Mariana Percovich y Ramiro Perdomo, "tiene la particularidad de que no tiene una estética definida, sino que es la búsqueda continua de sus cinco directores. No nos interesa tanto la creación de un lenguaje personal, sino la búsqueda continua de ese lenguaje y que se modifique", dice Calderón.
Sin embargo, en este décimo aniversario, Complot enfrenta un obstáculo que atenta contra su continuidad: la ida de Inthamoussú, quien forjó su propia compañía de danza, y la de Percovich, ahora a cargo de la Dirección de Cultura de la Intendencia de Montevideo. "No sabemos todavía qué vamos a hacer", revela Calderón. "Yo soy de los que piensa que hay que disolver la compañía y que cada uno de nosotros siga produciendo por su lado. Fue una época, hicimos mucha cosa y ahora tenemos que mutar en otra", continúa. Blanco y Perdomo, los que restan, "piensan que no, y ellos son mayoría". Sean cuales sean los planes, Calderón considera que "la búsqueda de un lenguaje va a seguir, independientemente. En los que se fueron y en los que se quedaron. Complot nos regaló eso para siempre".
En este décimo aniversario, Complot también presentará el unipersonal Mucho sobre Ofelia, dirigido y escrito por Mariana Percovich. En la Sala Hugo Balzo, la obra se presentará mañana y continuará hasta el 26 de agosto. En este caso, la actriz Gabriela Pérez será la encargada de llevar adelante la historia, que parte de la fascinación con el personaje shakesperiano de Ofelia y con el cuerpo muerto de una mujer joven al cual ella remite. A través de la pluma de Percovich, la propuesta busca recobrar la historia de personajes femeninos que han sido silenciados.
"Pensar que nuestros diez años se festejan con dos unipersonales es expresar un poco lo que sentimos, que detrás de un unipersonal puede haber un gran valor colectivo", expresa Calderón, al tiempo que reconoce que tanto Narciso como Ofelia "plantean un diálogo contemporáneo con una doxa, con un saber".
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