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21 de septiembre 2025 - 9:10hs

Cada día, a eso de las tres de la tarde, el productor avícola Ramiro Balao (26 años) abre los portones de un enorme galpón y cientos de gallinas salen al campo para hacer vida de gallina: comer pasto, algunos bichos como gusanos e insectos y hasta pequeñas piedritas.

Luego de algunas horas, cuando anochece, vuelven solas al galpón y esa rutina sucede incluso si hay mal tiempo, con lluvia o viento, porque las gallinas saben cuándo pueden alejarse del galpón y cuándo deben quedarse cerca.

Nunca se van lejos, no se escapan, no se pierden, siempre salen y disfrutan y así, a la vez que están produciendo huevos, tienen una calidad diferencial en el bienestar animal con relación a las que están siempre encerradas y/o confinadas en jaulas.

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Gallinas que hacen vida de gallina

Esas gallinas que hacen vida de gallina están en la unidad productiva de Ramiro (hay, obviamente, otros casos similares), ubicada en la zona conocida como Estación Pedrera, entre Tapia y San Jacinto, en Canelones.

Ramiro contó a El Observador que desde muy chico, cuando era niño, le gustan los animales, “todo tipo de animales” aclaró.

Eso explica en gran medida lo que hoy hace.

Tras su etapa como estudiante, que incluyó formación en la escolaridad agraria, en 2022 a la hora de elegir a qué dedicarse escogió criar gallinas ponedoras, una decisión que no tiene como en otros casos como explicación el heredar la actividad y sus conocimientos, dado que en su familia nadie se dedicó al campo.

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Los padres, el incendio y la sequía

Al inicio tuvo el apoyo de varios amigos, lo cual hoy valora, pero especialmente destaca que “el apoyo sustancial se lo debo a mis padres”: así pudo crear su granja avícola de producción de huevos de campo que tiene por nombre Valle Verde.

Mencionó, además, que obtuvo el apoyo de la Intendencia de Canelones en dos situaciones puntuales. Primero a raíz de un incendio que tuvo en su casa, recibió ayuda con materiales, y luego durante la última gran sequía, vía la Sociedad de Fomento Rural de Tapia, apoyo para acondicionar un tajamar.

El resto de lo que logró es consecuencia de su esfuerzo, sin olvidar la importancia de cuánto lo apuntalaron sus padres, algo que señaló varias veces: “Incluso me dan una mano ahora, ellos vienen seguido, porque trabajo solo, no tengo empleados y hay momentos en los que la exigencia es mucha, como cuando hay que vacunar”.

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Un productor chico, capaz menos que chico

Si bien está marcado como objetivo ir dando pasos para expandir el tamaño de su emprendimiento, Ramiro hoy es un productor chico, admitió, “incluso capaz menos que chico”, acotó.

Tiene cerca de 1.000 gallinas en producción y, a la vez, va preparando aves más chicas, de la categoría pollas, para ir teniendo cuando llega el caso un adecuado recambio en su stock de ponedoras.

La gallina desde que nace tarda de 18 a 20 semanas en alcanzar las condiciones adecuadas para producir de buen modo. Luego su ciclo productivo más intenso se extiende durante unas 70 semanas. Posteriormente él vende esas aves y, como se dijo, ya está listo el siguiente conjunto de gallinas que ha ido criando.

Para eso, si bien comenzó con una sola estructura, hoy tiene en un enorme galpón de 252 m2 dos áreas clave, la de las ponedoras y la de las pollas.

Sobre la eficiencia en la postura, señaló que en el pico de la misma es de un 90% y va bajando gradualmente, eso quiere decir que cada día de las 1.000 gallinas hay 900 que ponen cada una un huevo, con aves que algún día “descansan”.

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Huevos para canasteros

Los huevos que levanta del galpón –a veces alguna gallina pone cuando salen al campo, pero no es lo habitual dado que esa salida es cuando terminó el horario normal de postura– los comercializa en maples de 30 unidades a “canasteros”, que son quienes trasladan el producto al punto de venta final o al consumidor final, pero también vende a restaurantes, feriantes y otros comerciantes, siendo una granja con poca venta directa al público.

Sobre si esos huevos, de gallinas que viven en un galpón pero sin estar enjauladas y que salen cada día al campo, son más ricos, aclaró que como él solo consume esos huevos no puede comparar, pero que los clientes le han elogiado el sabor: “Me destacan la consistencia y que son más ricos”, dijo.

En su caso, además de lo que las gallinas obtienen por sí mismas cuando salen del galpón, les da ración balanceada y un complemento de calcio, además de agua de buena calidad.

Con sus gallinas sueltas, produciendo huevos de calidad, Ramiro es un buen ejemplo de que es viable emprender en la ruralidad.

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Temas:

Productor gallinas huevos bienestar animal

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