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29 de octubre 2025 - 5:00hs

Fue taxista. Fue impulsor de Easy Taxi. Y fue el responsable de liderar el desembarco local de Uber. John Tarin es uno de los artífices de la revolución en la movilidad en Uruguay en la última década.

De familia taxista, este uruguayo-estadounidense de 45 años es hijo de un español criado en Uruguay y de una colombiana. Vivió parte de sus primeros años de vida en Nueva York y luego se radicó en Uruguay.

En Montevideo, su padre compró varios taxis y también manejaba. "Mi padre prácticamente todo lo que hizo por mí fue gracias al taxi", contó en una entrevista con Del Sol en 2017.

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Mientras John estudiaba, también manejó algunos taxis. Fue de 2000 a 2004 taxista, otra "universidad", donde aprendió muchísimos códigos "de la calle" que le valieron para luego ser representante de las empresas que traería al país.

Su incursión en Easy Taxi

“En un aniversario del día que las Torres Gemelas fueron derrumbadas, me llaman de Zonamérica… de Sabre", empresa global de software y tecnología que impulsa la industria de los viajes y el turismo.

Después de algunos años trabajando en la compañía, y por diferentes aspectos de su vida personal, buscaba emprender y dedicarse a cuidar a su abuelo, que atravesaba un duro momento de salud. Una amiga le comentó que había aparecido en LinkedIn un aviso de Easy Taxi, en un momento en que los smartphones y las apps eran todavía muy nuevos en Uruguay.

Se interesó de inmediato. “Dije: ‘wow’. Esto me voló la mente, es lo que siempre había pensado que se necesitaba en Uruguay”, contó en diálogo con El Observador. Se postuló y fue entrevistado por el fundador de la empresa, Talis Gomes.

Una vez en el cargo, asumió la responsabilidad total: crear el equipo, abrir la oficina, configurar la plataforma y definir las zonas de operación en Montevideo. Al principio, intentó asociarse con la Patronal del 141 para integrar el sistema, pero su propuesta no fue aceptada. Ante eso, salió personalmente a la calle a repartir volantes en paradas y shoppings, acompañado de dos ayudantes que contrató, para convencer a los taxistas de unirse a la plataforma.

Pronto detectó un obstáculo central: la mayoría de los conductores no tenía teléfonos inteligentes. Negoció con distribuidores para conseguir celulares económicos y se los ofreció en cuotas. Más adelante, con el respaldo de la empresa, compró y distribuyó directamente los equipos. Esa estrategia le permitió incorporar a más de 2.000 taxis activos y realizar el lanzamiento durante diciembre, cuando aumentaba la demanda por despedidas de año y fiestas.

Poco a poco fue sumando adeptos. Y los usuarios iban conociendo la plataforma y usándola. “Iba por la calle y me tocaban la bocina la mayoría de los taxistas. Parecía una celebridad. No me acordaba del nombre de todos, pero de muchos sí, eran cientos", contó.

Amenazas, app competidora y el final

El éxito inicial generó fuertes fricciones con la Patronal, que veía amenazado su modelo tradicional basado en radios y abonos mensuales. La Gremial Única del Taxi (CPATU) suspendió a conductores que usaban la app, impulsó inspecciones y hasta desarrolló su propia aplicación, Voy en Taxi.

La Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia entendió que hubo un "abuso de posición dominante" y sancionó a la Patronal "por prácticas anticompetitivas" por $310.000.

En 2015, las oficinas de Easy Taxi, ubicadas en La Blanqueada, sufrieron un incendio “intencional” en Montevideo, según contó Tarin. La policía investigó la hipótesis de atentado, ya que se hallaron restos de combustible en la puerta.

Según relató el ejecutivo, algunas personas fueron a la oficina a amenazarlo de manera presencial. “‘Flaco, ¿qué viniste a hacer acá con esto? Esto no tiene lugar acá, no tiene cabida. Andate, cerrá esto porque vas a tener consecuencias’”, recordó.

Tarin logró reunirse otra vez con Dourado. Según contó el empresario, le ofrecieron darle un porcentaje de las ganancias a la patronal, pero le contestaron que querían que Easy Taxi les pagara el sueldo a las operadoras, algo que fue desestimado.

Luego, Easy Taxi tenía intenciones de cobrar determinados porcentajes a los conductores, y Tarin dijo que no estaba de acuerdo. Eso marcó el fin del vínculo.

Su llegada a Uber

Poco después, recibió un mensaje desde San Francisco de parte del equipo de Uber, que había seguido su trabajo y lo invitó a participar en un proceso de selección para liderar el lanzamiento de la aplicación en Uruguay. “Me contactan de San Francisco, de Uber… ‘Hemos visto todo lo que has logrado con Easy Taxi en Uruguay’", decían. El mensaje lo sorprendió, pero le generó entusiasmo, ya que veía una oportunidad para integrar la tecnología sin perjudicar al taxi: “Quizás si llegaba al país, yo lo podía liderar, que no iba a dañar al taxi”.

Al principio dudó, porque aún trabajaba en Easy Taxi, pero la creciente tensión con la empresa lo empujó a dar el paso. “Yo no estaba ya feliz con Easy Taxi, esa era la realidad".

“Le digo a mi viejo: me parecería que quizás podría ser bueno… porque quizás puedo hacer que los taxis sean parte de Uber cuando lance".

Según contó, su padre —taxista de toda la vida y que ejercía la profesión— lo apoyó en la decisión, diciéndole que pensara en su futuro. “Esto es tu futuro, vos ves lo que tenés que hacer, no tomes una decisión pensando en lo que puede suceder conmigo", le dijo.

Finalmente, se embarcó en un riguroso proceso de entrevistas y pruebas técnicas con Uber. “Te mandaban un Excel con una cantidad de problemas que resolver… fue la entrevista más dura". Competía con candidatos de todo el mundo y, tras superar las etapas, recibió el correo de aceptación.

Así, Tarin fue el primer empleado de Uber en Uruguay.

Y, como responsable de la compañía, tuvo que armar todo el equipo que lo ayudara con las operaciones.

Desde San Francisco tenían una estrategia clara respecto a Tarin: mostrarlo lo menos posible entre la prensa, dado que su perfil ya muy conocido entre los taxistas.

Las amenazas que se intensificaron

Según relató, pidió a Uber que se integrara al taxi en la aplicación, algo que, según dijo, fue aceptado como condición por parte de la empresa estadounidense. “Les dije... no puedo traicionar, no puedo ir en contra y destruir el negocio del taxi en mi país”, recordó. A pesar de un acuerdo verbal, Uber decidió no incluir a los taxis. “Me bajaron la instrucción de que tenía que lanzar solo con autos particulares".

Y el camino fue muy engorroso.

Eligieron una oficina en Ciudad Vieja que buscaban que se conociera lo menos posible. Pero por algún lado se filtró y los taxistas se enteraron y fueron a protestar. "Había como 200 y pico de taxis rodeando la oficina. El portero me llamaba y me decía: ‘tenemos como 300 taxistas, dicen que acá es la oficina de Uber y que se van a meter para adentro del edificio’". La tensión derivó en violencia. Uno de los integrantes del equipo fue agredido al llegar al lugar.

También recuerda las protestas en las capacitaciones de hoteles: más de 100 taxistas bloquearon la entrada al grito de “¡Fuera Uber!”. “Las compañeras tenían un miedo terrible, porque toda esta situación era distinta", dijo.

Tarin y su entorno fueron blanco de intimidaciones, lo que llevó incluso a contratar seguridad privada. “Me aparecían los vidrios rotos… mi vehículo con las ventanas rotas o con rayaduras”. También recordó que tuvo una persecución en la que temió por su vida.

"Intentaron meter taxis por adelante de la camioneta y nosotros manejando… nos empezaron a cerrar", recordó sobre la emboscada.

El empresario tenía guardia privada que lo acompañaba a todas partes. “La empresa decidió contratar a una empresa de seguridad; estaban prácticamente las 24 horas del día con nosotros en diferentes situaciones", dijo. Hubo situaciones en las que algunas personas dormían en la puerta de su casa.

Ante el hostigamiento del gremio del taxi y la imposibilidad de seguir realizando reuniones informativas en hoteles, Tarin ideó una solución creativa: alquilar una camioneta tipo van, quitarle los asientos, instalar un escritorio y convertirla en una oficina móvil de Uber. La camioneta se desplazaba por diferentes zonas de Montevideo y se anunciaba a los potenciales conductores a través de mensajes push. Allí, el equipo los atendía, les bajaba la aplicación y los ayudaba a registrarse. Pero un día, en Parque Rodó, llegaron decenas de taxistas a amenazarlos y la Policía llegó justo a tiempo para evitar un problema mayor. Según contó Tarin, a él lo metieron dentro de un patrullero junto al responsable de marketing para evitar que les pegaran.

Choferes fascinados y usuarios contentos

En ese comienzo, los usuarios se fascinaron con la app, al igual que los conductores. En un contexto donde no había regulación, la demanda superó cualquier expectativa. Y muchas personas que no tenían trabajo recurrían a Uber. “Realmente estaba ayudando al transporte y mejorando la vida de muchas personas que no tenían ingresos", indicó.

Los choferes ganaban bonos suculentos de US$2.000 o US$3.000 por ser choferes muy activos en la plataforma. Uber jugaba muy fuerte para ganar cada vez más choferes y más usuarios.

Pero Tarin, en ese contexto, también sentía emociones distintas. Si bien creía que ayudaba a muchas personas a mejorar sus ingresos, “muchos conductores tomaban decisiones de comprar vehículos basados en el dinero que estaban haciendo con los bonos. Yo no podía salir a decirles ‘mirá, este bono no va a existir dentro de tres meses’. Era muy difícil también, porque vos decías: ‘pa, esta persona quizás se mete en algo que después no va a poder pagar’.”

En la etapa inicial de Uber en Uruguay, la empresa otorgaba bonos significativos a los conductores, lo que hacía que muchos obtuvieran ingresos elevados y, en algunos casos, tomaran decisiones financieras importantes como la compra de un auto.

El equipo de Uber implementó métodos innovadores para atraer conductores en un contexto hostil. Desde charlas en hoteles hasta una camioneta adaptada como oficina móvil, buscaron mantener el reclutamiento activo pese a las amenazas.

Su salida de Uber, la creación de otra app y su apuesta por el futuro

Justo cuando Uber pasó a regularse, desde la compañía le trasladaron el interés de mover la oficina a Buenos Aires, algo que Tarin se negó a hacer. Y así fue que abandonó la firma.

Creó la app Uruguay Presente, similar a cómo funcionaba Uber, pero con tarifas más accesibles para el público y comisiones más jugosas para los choferes. La aplicación logró captar a la gran mayoría de conductores de Uber en su inicio, pero enfrentó serias dificultades para consolidar una base de usuarios. Él lo consideró un fracaso.

Actualmente, Tarin trabaja para Kiwi Bots, una empresa de robótica en Estados Unidos que realiza entregas con robots en campus universitarios.

Pero Tarin plantea la posibilidad de volver a Uruguay y liderar una transformación del sistema de movilidad. “Me veo haciendo eso… cambiando todo el sistema de transporte de Montevideo", proyectó.

"Hasta llegué a pensar en volver a tocar Uruguay Presente y dársela a la Intendencia", indicó.

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