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17 de julio 2025 - 14:56hs

Se aprende en la escuela y se entona en cada acto patrio, espectáculo público al que se asiste en fecha patria o partido de la selección. El himno es uno de los símbolos nacionales más presentes en el calendario uruguayo. Pero tiene en su letra y en su historia algunos mensajes poco conocidos.

La versión que se interpreta y se maneja habitualmente tiene una introducción considerable (55 segundos) que desemboca en el estribillo (que va desde el "¡Orientales, la patria o la tumba!" hasta el "sabremos cumplir, sabremos cumplir", es decir, la única parte que se canta en el estadio).

Embed - Himno Nacional Uruguayo

Después se canta la primera estrofa, que empieza con el verso "¡Libertad, libertad, orientales!" y termina en "Y muriendo, ¡también libertad!". Ahí se vuelve a cantar el estribillo y el himno termina entre aplausos.

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Pero el texto completo es bastante más extenso: hay diez estrofas más que son parte de la letra oficial pero no se entonan públicamente, cada una intercalada con el estribillo. En esas estrofas hay desde una crítica a José Artigas hasta menciones a los incas, a los dioses griegos, y a la muerte del emperador romano Julio César, en una frase que valida el asesinato político como herramienta para erradicar tiranos. Claramente, era otro Uruguay.

La tercera fue la vencida: los orígenes del Himno uruguayo y sus versiones frustradas

Los créditos oficiales del himno nacional uruguayo dicen que la letra es del poeta Francisco Acuña de Figueroa y la música de José Debali. Pero para llegar a esa versión el camino fue largo.

La primera inspiración o antecedente del himno actual se encuentra durante la era artiguista, en 1811. En ese momento el poeta y escritor Bartolomé Hidalgo compuso la Marcha Oriental, en el contexto del Éxodo y del inicio de la revolución oriental, donde se encuentra un verso donde ya aparecen algunas palabras clave.

Orientales, la Patria peligra,
Reunidos al Salto volad,
Libertad entonad en la marcha,
Y al regreso decid Libertad.

Ya en 1829, con el país en medio de su proceso de independencia (un año antes las negociaciones entre el Reino Unido, Brasil y las Provincias Unidas —el antecedente de la actual Argentina—habían determinado la creación de un estado independiente que no perteneciera a ninguno y la primera constitución que consolidó ese camino estaba en proceso), entra en escena Acuña de Figueroa.

El poeta tiene una historia "colorida": fue también publicista, el autor de la letra del himno paraguayo y por fuera de esas canciones patrióticas su obra más conocida es un texto llamado Apología y nomenclatura del carajo, un texto humorístico en verso donde menciona múltiples sinónimos para el pene (entre ellos tarugo, tronco, batata, motilón y sacatrapo).

Ese 1829 Acuña de Figueroa presentó una canción para los Treinta y Tres orientales, donde ya está el "tiranos temblad". En ese texto también aparece un "libertad, libertad, libertad" tomado del himno argentino, y una referencia en términos positivos a esa nación, a la que en 1825 la provincia oriental había buscado unirse al proclamar su independencia de Brasil.

Gloria eterna a los hijos de Oriente
Y a la noble Argentina Nación
Cuya espada invencible, a la Patria
Restituye su gloria y honor

Según un texto del escritor Eustaquio Tomé de 1945, Acuña de Figueroa intentó dos veces que ese texto fuera convertido por el gobierno en el himno nacional. Las dos veces el gobierno lo despachó. En paralelo, el argentino Juan Cruz Varela presentó otro texto que también competía por recibir esa designación.

Pero la tercera fue la vencida y Acuña de Figueroa se salió con la suya en 1833. Ese año, Fructuoso Rivera firmó el decreto que decía "Declárase Himno Nacional el compuesto y presentado por D. Francisco Acuña de Figueroa, dénseles las gracias por el celo que manifiesta por las glorias de la Patria; comuníquese a quien corresponda y publíquese, encargándose al Ministro de Gobierno disponga la composición de música con que deba cantarse en adelante en las funciones públicas".

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Francisco Acuña de Figueroa
Francisco Acuña de Figueroa

Himno soltero busca música para compañía

Una vez establecida la letra, el siguiente desafío para el himno uruguayo fue definir su música. El camino fue accidentado, según recoge el musicólogo Lauro Ayestarán en un artículo que escribió en 1952 para el Almanque del Banco de Seguros del Estado.

"Durante muchos años se probaron distintas músicas escritas por los maestros Sáenz, Smolzi, Barros y Cassale, pero ninguna de ellas prendió en el oído y en el espíritu del pueblo", cuenta Ayestarán. La llave la tenía el húngaro radicado en Montevideo José Debali.

Auxiliado por el actor Fernando Quijano, que le explicó los significados detrás de los versos de Acuña de Figueroa al extranjero, Debali compuso una música que "lentamente fue ganando prestigio entre el pueblo que lo escuchaba y repetía en las funciones del primitivo teatro montevideano: la Casa de Comedias (donde hoy se encuentra el Palacio Taranco)".

Con el apoyo popular ganado, el gobierno aprobó el matrimonio entre letra y música, aunque hubo un pequeño incidente en cuanto a la atribución de la partitura: se la adjudicó a Quijano. Debali reclamó públicamente la autoría y el actor "nunca se atrevió a desmentirlo".

Un punto sobre el Himno que suele mencionarse es que su melodía está "robada" de una ópera italiana. Sobre ese punto, Ayestarán dice que el estribillo del himno "tiene su fuente temática en la Stretta del Prólogo de la ópera Lucrecia Borgia de Donizetti. Fuente temática, decimos, y no plagio — como se afirma apresuradamente — de la misma manera que la Sonata opus 36 n°4 de Clementi obra de fuente temática de la introducción del Himno Nacional Argentino".

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La crítica a Artigas y los cambios que pidió Acuña de Figueroa

La versión definitiva del Himno se estableció en 1845, cuando a pedido de Acuña de Figueroa se le hicieron considerables cambios a la letra, para sacar algunos versos más beligerantes y polémicos, incluso en aquel momento.

El himno de 1833 decía que este territorio era un "triste esclavo" de España y habla de cómo en el campo de batalla se "supieron romper" dos cetros, en referencia a las coronas de España y Portugal/Brasil. El himno también hablaba de la batalla de Ituzaingó que enfrentó a Brasil con las Provincias Unidas y aplaude como "el astro argentino" se impuso a "las estrellas del verde pendón", en referencia a las banderas que con leves cambios, ambos países mantienen hasta hoy.

El Himno Nacional tiene además una estrofa en la que se critica a José Artigas, que en aquel momento no era una figura querida ni mucho menos un prócer. Según el historiador Leonardo Borges, el "bárbaro" al que refiere el siguiente verso es Artigas, al que se le desea que "maldiciones desciendan sobre él".

Si a los pueblos un bárbaro agita,
Removiendo su extinto furor,
Fratricida discordia evitemos,
¡Diez mil tumbas recuerdan su horror!
Tempestades el Cielo fulmina,
Maldiciones desciendan sobre él,
Y los libres adoren triunfante
de las leyes el rico joyel.

La versión completa del himno de 1833

Libertad, Libertad, Orientales!!!
Este grito a la Patria salvó,
Que a los fieros tiranos asombra
Y a los libres infunde valor.

Sangre y muertes y horrores nos cuesta
Este don sacrosanto gozar,
Libertad! en la lid clamaremos,
Y muriendo también Libertad!!

Orientales, la Patria o la tumba!
Libertad, o con gloria morir!
Es el voto que el alma pronuncia,
Y que heroicos sabremos cumplir.

Triste esclavo de Iberia el Oriente
Libertad! generoso gritó
Y a su acento sublime responde
Con rugidos el fiero León,
Su trozada cadena por armas,
Por escudo, su pecho en la lid,
Logró el libre postrar a sus plantas
Del tirano la horrenda cerviz.

En fatal servidumbre sufrimos
De dos cetros el peso y poder,
Mas el eco sonó de venganza
Y dos cetros supimos romper!
Esos prados y montes, ¡oh Patria!
Do el estruendo marcial resonó.
Serán siempre teñidos en sangre
De tus glorias eterno padrón.

Recordemos con gloria los triunfos
De Misiones, Rincón, Sarandí,
Do la Patria miró a su estandarte
Cual sagrado oriflama lucir;
De Ituzaingó, do el astro argentino
Presidiendo a la unida legión
A sus rayos y luz se eclipsaron
Las estrellas del verde pendón.

Las falanges atónitas ceden
Al impulso de tanto valor,
Cual brillante disipan y ahuyentan
En las sombras los rayos del Sol.
Y doquier sus soberbios campeones
Frente a frente se osaron mostrar
En sus pechos llevaron sangrientos
Los recuerdos del sable Oriental.

Ya los grillos rompiendo con gloria
Nuestra Patria se ve prosperar,
Y el altar de las Leyes sustenta
Su destino, su gloria inmortal!
Inviolables sabremos los fueros
De la Carta sagrada cumplir,
Que los bravos de Oriente no pueden
Como viles esclavos vivir.

De las Leyes al numen juremos
Igualdad, patriotismo y unión,
Inmolando en sus aras divinas
Ciegos odios, y negra ambición;
Y hallarán, los que fieros ultrajen
La grandeza del Pueblo Oriental,
Si enemigos, . . la lanza de Marte,
Si tiranos. . . de Bruto el puñal!!!

La versión completa del himno de 1845 (aún vigente)

¡Orientales, la Patria o la Tumba!
¡Libertad o con gloria morir!
¡Es el voto que el alma pronuncia,
Y que heroicos sabremos cumplir!

¡Libertad, libertad, orientales!
Este grito a la Patria salvó
Que a sus bravos en fieras batallas
De entusiasmo sublime inflamó.
De este don sacrosanto la gloria
Merecimos ¡tiranos, temblad!
Libertad en la lid clamaremos,
Y muriendo, ¡también libertad!

Dominado la Iberia dos mundos
Ostentaba sus altivo poder,
Y a sus plantas cautivo yacía
El Oriente sin nombre ni ser;
Mas, repente sus hierros trozando
Ante el dogma que Mayo inspiró,
Entre libres, déspotas fieros,
Un abismo sin puente se vio.

Su trozada cadena por armas,
Por escudo su pecho en la lid,
De su arrojo soberbio temblaron
Los feudales campeones del Cid:
En los valles, montañas y selvas
Se acometen con muda altivez,
Retumbando con fiero estampido
Las cavernas y el cielo a la vez.

El estruendo que en torno resuena
De Atahualpa la tumba se abrió,
Y batiendo sañudo las palmas
Su esqueleto, ¡venganza! gritó:
Los patriotas el eco grandioso
Se electrizan en fuego marcial,
Y en su enseña más vivo relumbra
De los Incas el Dios inmortal.

Largo tiempo, con varia fortuna,
Batallaron liberto, y señor,
Disputando la tierra sangrienta
Palmo a palmo con ciego furor.
La justicia, por último, vence
Domeñando las iras de un Rey;
Y ante el mundo la Patria indomable
Inaugura su enseña, y su rey.

Orientales, mirad la bandera,
De heroísmo fulgente crisol;
Nuestras lanzas defienden su brillo,
¡Nadie insulte la imagen del sol!
De los fueros civiles el goce
Sostengamos; y el código fiel
Veneremos inmune y glorioso
Como el arca sagrada Israel.

Porque fuese más alta tu gloria,
Y brillasen tu precio y poder,
Tres diademas, ¡oh, Patria!, se vieron
Tu dominio gozar, y perder.
Libertad, libertad adorada,
¡Mucho cuestas, tesoro sin par!
Pero valen tus goces divinos
Esa sangre que riega tu altar.

Si a los pueblos un bárbaro agita,
Removiendo su extinto furor,
Fratricida discordia evitemos,
¡Diez mil tumbas recuerdan su horror!
Tempestades el Cielo fulmina,
maldiciones desciendan sobre él,
Y los libres adoren triunfante
de las leyes el rico joyel.

De laureles ornada brillando
La Amazona soberbia del Sud,
En su escudo de bronce reflejan
Fortaleza, justicia y virtud.
Ni enemigos le humillan la frente,
Ni opresores le imponen el pie:
Que en angustias selló su constancia
Y en bautismo de sangre su fe.

Festejando la gloria, y el día
De la nueva República el Sol,
Con vislumbres de púrpura y oro,
Engalana su hermoso arrebol.
Del Olimpo la bóveda augusta
Resplandece, y un ser divinal
Con estrellas escribe en los cielos,
Dulce Patria, tu nombre inmortal.

De las leyes el Numen juremos
Igualdad, patriotismo y unión,
Inmolando en sus aras divinas
Ciegos odios, y negra ambición.
Y hallarán los que fieros insulten
La grandeza del Pueblo Oriental,
Si enemigos, la lanza de Marte
Si tiranos, de Bruto el puñal.

Temas:

Himno Artigas fecha patria 18 de julio

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