Uruguay envejece y pierde población: qué significa para la economía
La caída de la población y el envejecimiento redefinen el mercado laboral y el consumo y plantean nuevos desafíos para el crecimiento económico del país
21 de noviembre 2025 - 5:00hs
Foto: Inés Guimaraens
Uruguay entró en una etapa de descenso poblacional y esa transformación ya tiene implicancias económicas. En un desayuno de trabajo realizado este miércoles, la consultora Exante presentó nuevos datos sobre la dinámica demográfica del país y su impacto en el mercado laboral, el consumo y las perspectivas de crecimiento.
Las cifras muestran que el país alcanzó su máximo poblacional en 2020 y que, según las proyecciones del INE, podría perder cerca de medio millón de habitantes hacia 2070.
Durante la actividad, los economistas Tamara Schandy, Florencia Carriquiry y Pablo Rosselli analizaron las tendencias que están redefiniendo la estructura demográfica.
El último censo confirmó que la población empezó a disminuir, en un contexto de fecundidad históricamente baja —1,3 hijos por mujer—, mayor esperanza de vida y migración neta prácticamente nula.
En tanto, la población en edad de trabajar crecerá durante casi una década más, pero luego iniciará un descenso sostenido.
Mercado laboral: cambios en horas trabajadas y en la estructura etaria
El mercado de trabajo fue uno de los ejes centrales de la presentación. En los últimos veinte años, las horas habituales trabajadas por ocupado cayeron más de cuatro horas semanales, mientras que la tasa de actividad aumentó en todos los grupos de edad mayores de 25 años.
Hoy, los mayores de 50 ya representan algo más de una cuarta parte de las horas efectivamente trabajadas en la economía.
Por otro lado, señalaron que la evidencia internacional muestra que un mayor empleo entre personas de edades avanzadas no se asocia a un mayor desempleo juvenil, una dinámica que también se verifica en Uruguay.
Exante presentó además estimaciones que indican que, hasta 2033, el “mix de edades” seguirá amortiguando la caída de horas por ocupado. El país conserva así, por unos diez años más, un pequeño bono demográfico a favor.
Sin embargo, hacia 2050 y 2070, la combinación de una menor población activa y un mayor peso de edades con menor participación laboral tendrá implicancias negativas sobre la disponibilidad total de horas trabajadas.
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Crecimiento económico, productividad e inversión
La consultora destacó que crecer al 2% anual es un desafío, porque requiere una combinación de inversión y productividad total de los factores que Uruguay no ha registrado en los últimos años.
Según explicaron, el hecho de que la población deje de crecer o disminuya no es neutro para el PIB per cápita: si la inversión aumenta, la dinámica demográfica podría incluso acelerar el capital por trabajador y favorecer el ingreso por habitante.
Sin embargo, indicaron que también se debe tener presente que las tasas de ocupación y las horas trabajadas por franjas de edad tienen diferencias relevantes, que tenderán a reducir el potencial de incremento de la oferta laboral a medida que la población envejezca.
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Aun así, el país no está condicionado de forma irreversible, señalaron. La evidencia internacional muestra que Uruguay tiene margen para contrarrestar los efectos del cambio demográfico mediante políticas orientadas a mejorar el funcionamiento del mercado laboral, aumentar la tasa de actividad en segmentos específicos, reducir el desempleo estructural y elevar las horas trabajadas.
Los economistas subrayaron que, siendo un país de población reducida, resulta cada vez más necesario profundizar una economía abierta al mundo. En esta línea, la inmigración de la última década permitió que un saldo migratorio tradicionalmente negativo pasara a ser prácticamente nulo, y el país debería aspirar a un balance positivo hacia adelante.
Consumo y diferencias territoriales
El estudio también analizó las implicancias del cambio demográfico en el consumo. En línea con la evidencia internacional, los adultos consumen más que los jóvenes y destinan una mayor proporción del gasto a salud y vivienda, mientras que los hogares con menores asignan más recursos a educación, vestimenta y transporte.
Cerca del 30% de los hogares está compuesto exclusivamente por personas mayores de 50 años. Hacia 2070, los mayores de 60 representarían casi el 40% de la población y los niños menos del 10%, lo que modificará de forma significativa la demanda de bienes y servicios.
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Las diferencias territoriales también ganan relevancia. Canelones y Maldonado fueron los departamentos de mayor crecimiento poblacional desde el último censo, impulsados por la migración interna. Montevideo, aunque sigue siendo el departamento más poblado, redujo su peso relativo en las últimas seis décadas y, según el INE, continuará haciéndolo.
Desafíos para las políticas públicas
Todas estas transformaciones generarán nuevos desafíos para las políticas públicas. Además del sistema previsional, la transición demográfica incrementará las presiones sobre la salud y los servicios de cuidados. Al mismo tiempo, abre oportunidades en áreas como la inversión por estudiante en educación, en un contexto de disminución de la población infantil.
El informe recuerda que los países de la llamada “primera ola” de envejecimiento “se hicieron viejos siendo ya ricos”. Uruguay, en cambio, atraviesa este proceso con ingresos per cápita moderadamente altos, pero con niveles elevados de pobreza y desigualdad.
Por eso, la consultora sostiene que será clave avanzar hacia una mejor asignación del gasto público y un mayor aprovechamiento de los activos estatales. En este contexto, la nueva demografía plantea desafíos, pero también oportunidades para el desarrollo.