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Javier Chevantón en sus inicios en las divisiones inferiores de Danubio
Ruben Sosa y el Pato (Carlos) Aguilera eran sus ídolos de niño. “A mí me decían Patito, pero no por Aguilera, sino por lo que dice el dicho, ‘cada paso, una cagada’ (se ríe). A ellos dos los veía porque jugaban en mi posición. De grande miraba a Romário y Bebeto. Con 12 años vivía en la casita de Danubio y tenía los posters de Aguilera, Ruben Sosa, (Gabriel) Batistuta, (Jürgen) Klinsmann, Romário y Bebeto. Los pegaba en la cabecera de la cama en la pared”.
Con solo ocho años, comenzó a trabajar para ganarse unos pesos. “Vendía helados en verano en Villa Pancha desde las 2 de la tarde hasta las 7, en las conservadoras blancas. Con unos primos también vendíamos abono para los hornos de ladrillos. Había un árbol frente a mi casa y cortábamos leña y la vendíamos para salamandra”.
Los momentos difíciles y la ayuda que recibió de terceros
Pero después, ya no trabajó solo para conseguir algunos pesos para él, sino para ayudar a su mamá Ilvia, luego de que Washington Ernesto, su padre, se había ido a trabajar a Montevideo. Así lo cuenta: “Papá no tenía mucho trabajo. Entonces, para darle una mano a mamá, dejé Danubio y me volví a mi pueblo. Iba con un grupo a los montes a cortar ramas de eucaliptos de 1,20 m para venderlas a la panadería. Me iba a las 5 de la mañana y volvía a las 7 de la tarde. Volvíamos con el carro lleno y unos amigos los cortaban con motosierra y los vendíamos a la panadería”.
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Dos ex Danubio y selección de Uruguay juntos: Javier Chevantón y Edinson Cavani
Fue uno de los momentos difíciles en su vida. “Tenía 13 años y Danubio no me pagaba. Había decidido abandonar el fútbol. Mi papá arregló con el presidente del club (Fernando) Nodar, que me pagara al menos los boletos. Nos íbamos caminando con Omar Pouso y otros, y me guardaba esa plata. Con los ahorros, me compraba el boleto de COT para volver al pueblo, y me sobraba para un pancho y una Coca en el baile de la placita. Era un período muy difícil, porque nos teníamos que lavar la ropa, nadie nos cuidaba en la casita de Danubio. Tenía una camiseta de Inglaterra y en invierno era jodido porque entrenaba y si llovía, con la humedad, no se secaba y al otro día me la tenía que poner mojada. Hoy la tengo reencuadrada en mi museo”.
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Javier Chevantón con su papá ya fallecido, Washington Ernesto, quien siempre lo apoyó para que jugara al fútbol
Dice que su padre junto a su madre, construyeron la casa en la que vivía junto a sus hermanas Verónica y Estefanía. “Ellos la construyeron con ladrillos y techo de paja, y en invierno entraban el viento y la lluvia por una ventana. Tiempo después, papá pidió el despido en la fábrica textil Campomar y con esa plata, pudieron hacer la planchada para el techo. Después, papá vendía leche de un tambo con mi mamá en una moto”, dice.
Javier sigue recordando aquellos tiempos: “Un domingo se suspendió un partido de inferiores y en la casita de Danubio nos daban de comer hasta el mediodía. Llegamos un rato después, y no nos esperaron, por lo que nos quedábamos sin almorzar. Ángel Zárate era un compañero de equipo y le comentó a Mónica, su mamá, lo que nos había pasado. Entonces, de vez en cuando, empezamos a ir a comer a su casa. Después, a los 14 años, Fernando Cañarte y Horacio Peralta vivían con una familia en Flor de Maroñas. Cristina se llamaba la señora de la casa, y su esposo Miguel, pero lo conocían como Bachicha. Nos invitó a tomar la leche y como jugábamos en la misma categoría, me dijeron para vivir con ellos y me quedé a vivir hasta los 18 años. Tenían tres hijos y ellos nos criaron a nosotros también. Lamentablemente, Bachicha falleció hace dos semanas. Era un tipo espectacular y con un corazón enorme”.
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Javier Chevantón junto a su mamá Ilvia, quien ahora vive en Italia
En estos tiempos, logró llevarse a su mamá a Italia a vivir con él. “Después de 35 años volví a vivir con ella. Tengo 44 y le festejé el cumpleaños los últimos dos años. La última vez que lo habíamos festejado juntos, yo tenía 15 años”.
Cuando su padre consiguió trabajo en una fábrica textil en Montevideo, la familia se mudó. Vivían en el Cerrito de la Victoria, Javier quería jugar al fútbol y se las ingenió como pudo.
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Luego de su gran pasaje por el fútbol italiano, Javier Chevantón y Alessandro Del Piero se reencontraron en un partido benéfico en Italia
Así lo cuenta: “Fui a la sede de Rentistas que me quedaba cerca de casa, pero estaba cerrada y me volví. Para nosotros, Montevideo era como llegar a Europa, no teníamos idea de cómo era. A papá en el trabajo le dijeron que probara suerte en Danubio. Me tomé el 195 y estuve con el Cholo Trueba, responsable de los juveniles. Hice una prueba en una cancha de un cuartel, metí tres goles y me ficharon enseguida, con 12 años. Gerardo Rodríguez en Octava fue mi primer técnico. Me subieron a la Séptima con Gerardo Panizza y Rafa Perrone. Me acuerdo que en momentos jodidos, Rafa nos cocinaba. Danubio me dio la posibilidad de hacerme conocido, me dio de comer porque Rafa Perrone y Panizza nos daban de comer literalmente. A mí me daban doble plato porque era flaquito y tenía que alimentarme. Los duros momentos en la casita, me sirvieron para hacerme más fuerte y tener esa rebeldía”.
El goleador de Danubio que estuvo cerca del récord histórico de
Fernando Morena
Su notable nivel en las redes ajenas, su velocidad y repentización, llevaron a que pronto jugara en Primera división y en todas las selecciones de Uruguay, desde la sub 15 en adelante.
“Debuté en Primera con 17 años contra Cerro y ganamos 1-0. De ahí me mandaron a jugar las finales con la Sexta contra Peñarol de Carlitos Bueno”, explica.
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Javier Chevantón con Danubio en 2000, ya en Primera división; el año que anotó 33 goles y fue goleador del Campeonato Uruguayo
Pero más allá de toda su capacidad, sorprendió que en el Campeonato Uruguayo de 2000, anotara 33 goles, quedando a solo tres del récord histórico de Fernando Morena. Así, fue goleador de ese torneo.
“Y eso que no pateaba penales, porque (Jorge) Fossati se los hacía patear a (Fabián) Carini o a Richard Núñez. Además, a principio de año me perdí algunos partidos luego de volver con la selección del Preolímpico. Fue algo espectacular. Me di cuenta que podía batir ese récord al final del campeonato. Quedó entre mis mejores recuerdos”, cuenta.
Esos goles lo llevaron con solo 19 años a ser contratado por Lecce de Italia. “En Uruguay había convertido 53 goles en 50 partidos en un año y medio, había ido a la Copa América en Colombia y ahí salió el pase para Lecce y empecé mi carrera en Europa. Soy quien hizo más goles en la historia en la Serie A con Lecce con más de 30 y superé a (Pedro) Pasculli como el máximo goleador extranjero. Soy, además, el único que hizo más goles en un solo campeonato de Serie A con el club, con 19”.
El sueño cumplido de comprarle la casa a los viejos
Recuerda una anécdota increíble cuando viajó a Italia. “Paco (Casal) me mandó a comprar un traje para la presentación al Portones Shopping. Me lo pagaba él. Viajé a Milán vía Madrid, ya con el traje puesto, y cuando llegué a Italia era verano y no aguantaba más del calor, porque me había comprado uno de invierno. Hicimos un tramo en auto con el Pollo (Gonzalo) Madrid –quien trabajaba para Casal–, llegó un momento y le dije: ‘¿Me puedo sacar el saco?’, y me lo saqué. Llegamos, estaban entrenando, y yo con el saco de invierno, sudando con todo. Habrán pensado, ‘¿este es el que compramos?’”.
Javier Chevantón
Javier Chevantón festejando un gol en Lecce de Italia
Su primer encuentro fue ante Parma y ya a los 2 minutos, anotó un gol muy curioso, apareciendo de atrás del arquero Frey –cuando este iba a sacar de aire– y quitándole el balón para convertir. Al ser el tanto inicial de toda esa temporada 2001 en la Serie A, se ganó 100 botellas de vino.
Aquí se puede ver ese gol a Frey, el primero con Lecce
Embed - Chevanton, gol record in Lecce-Parma (2001)
“Ahí me presenté con la hinchada, porque no me conocía nadie. Me besé la camiseta y fui a festejar cerca de la tribuna. Me gané 100 botellas de vino como premio”.
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Javier Chevantón celebrando un gol para Lecce de Italia
Allí en Italia, enfrentó a jugadores excepcionales como Favio Cannavaro, Paolo Maldini, Alessandro Costacurta, Alessandro Nesta, Lilian Thuram, Gabriel Batistuta, Javier Zanetti, el Chino Recoba, Francesco Totti, Marco Materazzi y Roberto Baggio, de quien tiene de recuerdo su camiseta.
Con ese pase a Lecce, logró el objetivo que se había planteado cuando comenzó a jugar al fútbol: comprarle una casa a sus padres.
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Javier Chevantón y Guillermo Giacomazzi jugaron juntos un buen tiempo en Lecce y este último, lo recomendó a la selección de Malta; otra amistad que perdura en el tiempo
“Desde que empecé a jugar, siempre fue mi primer objetivo: comprarle una casa a mis padres, y con parte del dinero del pase, a mamá le compré la casa más linda que había en el pueblo (Juan Lacaze), y a papá, quien vivía en Pando, pero cuando me vendieron a Monaco. Son cosas hermosas que uno atesora”, reflexiona.
La princesa con su camiseta, cómo comprar el número de la misma, Deschamps y la Fórmula 1
Chevantón seguía creciendo en Lecce y también en la selección de Uruguay. Ya se había ganado un nombre importante en uno de los mejores momentos del fútbol italiano.
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Gianluigi Buffon y Javier Chevantón se enfrentaron varias veces en Italia, antes de que el uruguayo emigrara a Monaco
Entonces, cuando estaba a punto de firmar contrato con Internazionale de Milán, le salió un competidor, pero a pedido del técnico.
“Iba a firmar con Inter y el club tenía tantos jugadores que me iba a dar a préstamo a Fiorentina” –comienza explicando–. Y sigue: “Pero me pidió (Didier) Deschamps. Así llegó el vicepresidente de Monaco y me compró el pase”.
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Javier Chevantón defendiendo a Monaco de Francia
Hoy tiene una muy buena relación con el técnico campeón del mundo con Francia en el Mundial de Rusia 2018, y quien había sido el capitán francés que ganó la Copa del Mundo en Francia 98. Deschamps es, junto a Mario Zagallo y Franz Beckenbauer, los únicos tres que fueron campeones mundiales como jugadores y entrenadores.
Así lo recuerda: “Yo era competitivo, joven y un poco rebelde. Ahora de grande me doy cuenta que los consejos que me daba, eran buenos. Como joven no entendí sus consejos, con el tiempo sí. Todos los años vamos a jugar con las leyendas de Monaco, lo encontré y hablamos mucho”.
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Didier Deschamps y Javier Chevantón en uno de los partidos benéficos de Monaco, club en el cual el técnico lo dirigió
En ese club vivió distintas anécdotas. Una de ellas, tiene que ver con el número de su camiseta.
Javier dice que cuando empezó en Danubio jugó “contra Nacional y Peñarol con la número 13 y la 20. Contra Rocha en el Mario Sobrero, quedaban pocos números para elegir y agarré el 19 porque Javier Bordad me dijo que lo eligiera. Hice dos goles y lo adopté. En Lecce, me siguió yendo bien con él. Pero cuando llegué a Monaco, (Sebastien) Schillaci era quien lo usaba. Como se lo pedí y no me lo quería dar, se lo quise comprar por 20 mil euros y no me lo vendió, entonces jugué con la 10”.
Otra historia que no se olvida más sucedió nada menos que con la princesa Estefanía de Mónaco, la hija menor de Rainiero y la actriz de Hollywood, Grace Kelly, quien murió a su lado en un accidente automovilístico en 1982.
“Estaba viendo un apartamento para alquilar con el Ruso (Diego Pérez) y me crucé con un niño. Me contó que era el hijo de ella, le regalé una camiseta y con el correr de los días, ella iba a ver los partidos de Monaco con mi camiseta con el número 10. Ahora soy muy amigo de él. Se llama Louis Ducruet y me invita a partidos a beneficio”, dice.
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Javier Chevantón y Charles Leclerc, el piloto de Ferrari de Fórmula 1, en un partido benéfico para Monaco
La delantera de aquel equipo la compartió con Javier Saviola. “Somos muy amigos hasta hoy. Estábamos todo el día juntos, y también se sumaba el Ruso Pérez”.
En estas idas y vueltas a Mónaco para jugar encuentros a beneficio, conoció a Charles Leclerc, el piloto de Ferrari de Fórmula 1, quien nació en el Principado.
“Lo conocí en estos partidos. Ya es el sexto año que voy y en agosto el club acaba de cumplir 100 años y me invitaron hace un mes para que fuera. El hijo de la princesa me preguntó si podía ir este año y le dije que sí. En enero nos vemos”, explica.
Los cuatro títulos que ganó con Sevilla
Luego de dos temporadas, Paco Casal consiguió su pase a Sevilla de España. Allí Chevantón mostró su clase y además, se dio el lujo de ganar cuatro títulos: la Copa del Rey, la Copa UEFA, la Supercopa Española y la Supercopa Europea.
“En Sevilla empecé con algunas lesiones, pero el club siempre me trató muy bien y hasta el día de hoy, cuando voy, me tratan con mucho respeto y cariño. Juande Ramos era el técnico. Uno de los tantos recuerdos es que le hice dos goles a Real Madrid de los galácticos, uno de chilena en Sevilla y otro en el Bernabéu en la hora. Estuvimos cerca de ganar la Liga, pero perdimos en casa con Villarreal de (Diego) Forlán y en la fecha siguiente Real Madrid fue campeón”, cuenta.
Aquí se puede ver el gol de chilena que le anotó a Real Madrid:
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Una tarde que volvía de una lesión, quiso patear un tiro libre, una de sus especialidades. No obstante, se encontró con un obstáculo. El brasileño Dani Alves, nada menos, quería patearlo.
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Todo el plantel de Sevilla celebrando haber ganado la Supercopa Europea; Javier Chevantón aparece entre los parados del centro, comenzando desde la izquierda
“Fue en un partido contra Racing de Santander. Dani Alves le iba a pegar, le agarré la pelota y discutimos un poco. ‘No seas malo. Vuelvo de una lesión, dejame pegarle’, le dije. Pero le quería pegar él. Me adelanté y le pegué yo. Hice el gol y todo quedó ahí. Tenemos muy buena relación. Después del problema que tuvo (presunto abuso sexual en Barcelona, en donde estuvo encarcelado), nos mandamos algunos mensajes y está bien”, recuerda.
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Javier Chevantón cuando defendió a Sevilla de España
La Copa UEFA fue su principal título logrado y para ello, fue fundamental con un gol en el alargue jugando en Ucrania de visita ante Shakhtar Donetsk. Así clasificaron a cuartos de final, cuando ya se veían eliminados.
Lo cuenta Javier: “Perdíamos 2-0, y en el último segundo, subió Palop, el arquero, en un córner de Dani Alves y cabeceó para empatar en la hora. Fuimos al alargue, ellos estaban muertos, hacía un frío terrible. Hice el gol en el alargue y ahí se murieron del todo. Todas las fotos se las llevó Palop porque nos permitió jugar la prórroga (se ríe). Son lindos recuerdos. No todos tienen la suerte de vivir y ganar”.
Aquí se puede ver ese gol de Chevantón a Shakhtar Dontesk en el alargue que, con el tiempo, les ayudó para conseguir el título de la Copa UEFA
La final se la ganaron a Espanyol, en el que brillaba Walter Pandiani y que se coronó goleador de esa Copa UEFA.
La Copa del Rey la consiguieron ante Getafe en el Estadio Santiago Bernabéu, al igual que la Supercopa de España contra Real Madrid.
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Javier Chevantón levanta el trofeo de la Copa del Rey ganado con Sevilla en España
“Esos títulos también fueron muy buenos. Recuerdo además que en la final de la Supercopa de Europa, derrotamos a Barcelona de Ronaldinho, (Samuel) Eto’o, Xavi, (Andrés) Iniesta, (Carles) Puyol y (Lionel) Messi. Puedo estar orgulloso de la carrera que hice. Tuve la suerte de jugar en Italia cuando era el torneo más difícil del mundo, hacer 19 goles en una temporada y terminar cuarto en la tabla de goleadores, detrás de (Andriy) Shevchenko (24 tantos para Milan), (Alberto) Gilardino (23 para Parma) y (Francesco) Totti (20 en Roma) en 2004, ganar títulos importantes con Sevilla, jugar en Queen’s Park Rangers en Inglaterra y poder ascender a la Premier League, también fue especial”, dice.
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Javier Chevantón disfrutando de un día libre
Para jugar en el club inglés, se dio una situación inédita que él mismo la cuenta: “Jugué poco porque venía de la Serie C italiana con Lecce. Fui a prueba y me volví para Italia. A los pocos días me llamaron por teléfono para que volviera, porque los jugadores le pidieron al técnico que me contratara”.
Goleador en la selección uruguaya juvenil, el dolor de no ir al Mundial con la mayor y el nivel de Paolo y Recoba
Javier comenzó bien de niño en los distintos procesos de las selecciones de Uruguay. “Empecé con 14 años en la sub 15 y no paré hasta llegar a la mayor. (Víctor) Púa era el técnico. Cuando pasé a la sub 17 que fuimos al Sudamericano, ya me di cuenta la importancia que tenía jugar con la celeste. Luego con la sub 20 fui el goleador uruguayo en el Sudamericano de 1999 con cuatro goles, clasificamos al Mundial de Nigeria (también fue el goleador uruguayo con cuatro tantos) y ahí te dabas cuenta que empezaba a ser algo más serio”.
En aquel Sudamericano de Argentina, hizo mucha amistad con dos compañeros de la selección: Martín Ligüera y Carlos Bueno.
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La selección uruguaya en Nigeria 1999, con Javier Chevantón en el equipo, siendo el goleador del mismo
AUF
Javier dice: “Me hice amigo con Ligüera, y con Carlitos Bueno que era como mi hermano. Para que te hagas una idea, cuando estábamos en la sub 20 con Ligüera nos prometimos que si uno de los dos, no hubiese llegado a jugar en el fútbol importante y el otro sí, el que triunfara le regalaba una casa al otro. Después tuvimos la suerte de jugar en el fútbol de elite los dos”.
Allí también jugó en ambos torneos con Diego Forlán, quien daba sus primeros pasos en la selección de Uruguay.
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Diego Forlán y Javier Chevantón en el Mundial de Nigeria
Y habla de cómo era Víctor Púa como técnico. “Era muy exigente. Éramos pibes y a veces no queríamos ni ir a la selección, debido justamente a esa exigencia. Pero de todos los que pasaron por él en mi generación sub 20, todos o casi todos jugamos en Europa o en México o en Argentina”.
Con Púa también, fue a la Copa América 2001, con una selección alternativa, que terminó tercera. Brasil también fue con un equipo B y Argentina ni concurrió. Todo por temas de seguridad.
“Había problemas con la guerrilla, pero para nosotros vestir la camiseta uruguaya era lo máximo que nos podía pasar”, explica.
Chevantón también disputó tres Eliminatorias diferentes para otras tantas Copas del Mundo, pero no pudo ir a ninguna. Para el Mundial de Japón y Corea 2002, jugó el partido de ida del Repechaje ante Australia, pero no el de vuelta, cuando Uruguay clasificó con un gol de Darío Silva y dos del Chengue Richard Morales.
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Javier Chevantón y Carlos Bueno celebrando uno de los golazos del primero de ellos con la selección de Uruguay; ambos son muy amigos
“La única espina que me quedó es no haber ido a un Mundial con la selección. Jugué tres Eliminatorias, pero nunca pude ir. Púa no me dio la posibilidad. Me dolió bastante porque era de los pocos que jugaba de titular en Europa. Con el tiempo, jugué las Eliminatorias para Alemania 2006, y no clasificamos, y para Sudáfrica 2010, jugué contra Argentina. Pero luego me lesioné la rodilla y le dije al Maestro (Óscar Tabárez) que no podía y dejé las ganas de jugar de lado, puse delante a la selección. Después vinieron los extraterrestres estos de (Edinson) Cavani, (Luis) Suárez y Forlán, y ya era imposible poder jugar. Entre los tres, construyeron la historia de los últimos 15 años de la selección”.
En aquella época, la logística de la selección era muy diferente a la actual.
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El amistoso entre Argentina y Uruguay que inauguró el Estadio Único de La Plata y que terminó 2-2; Daniel "Cata" Díaz y Javier Chevantón, quien esa noche anotó un gol
Javier recuerda que “desde 2000 a 2006 nos pagábamos la diferencia del pasaje de avión para ir desde Europa a Montevideo, entre Económica y Primera para poder ir a jugar. Era lo mínimo que se podía hacer para ir a la selección. Hacíamos todo para poder jugar. Lamentablemente no siempre nos ayudaron los resultados”.
Cuenta con nostalgia y alegría cuando integró la selección de Juan Ramón Carrasco. “Me fue muy bien, nos divertíamos, hacíamos un buen fútbol. Juan dio un aporte muy importante. Incluso los argentinos estaban maravillados del modo en que jugábamos al fútbol en el 2-2 en Firenze (Florencia) en un amistoso que jugamos. Luego vino aquel recordado partido ante Brasil en Curitiba por Eliminatorias cuando perdíamos 2-0 y lo dimos vuelta, pasamos 3-2. Me acerqué al banco y le pregunté en el festejo a Juan cuánto faltaba para el final, y me contestó: ‘Seguí jugando, no te preocupes’. Un loco hermoso Juan. Siempre le voy a estar agradecido”.
Aquí se pueden ver cinco goles suyos con la selección mayor de Uruguay, tres de ellos, de tiro libre (clickear donde dice "Mirar en YouTube":
Embed - Los 5 goles de Chevanton en las eliminatorias
Para Javier, Paolo Montero y el Chino Álvaro Recoba fueron los mejores con los que jugó en la selección.
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Javier Chevantón y Paolo Montero trabajando en Italia
“El Chino por la calidad de jugador, por la magia, y Paolo siempre cuento que dejó una línea de cómo es un capitán en un equipo, respetado por todos, siempre a disposición de los compañeros, siempre pensando en el grupo. Era un ejemplo y siempre lo remarco. Para mí fue un ejemplo y con el correr de los años, pienso con su mentalidad. Ante todo, viene primero el grupo y los compañeros. Y ver jugar al Chino era maravilloso”, explica.
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Javier Chevantón y El Chino Álvaro Recoba en una visita a Montevideo
Y habla de su amistad con Carlos Bueno. “Es un hermano. Solo tengo palabras maravillosas hacia él. Muy humilde, conozco a su familia, a su mamá. De esa camada, quedaron muy buenos recuerdos. Venía a verme a Juan Lacaze, salíamos a bailar juntos, era y es un loco divino. También tengo una relación espectacular con el Rusito Pérez y nos conocemos desde los 13 años. Nos enfrentábamos contra Defensor Sporting cuando yo jugaba en Danubio, jugamos juntos en Monaco, hicimos toda la selección juntos desde niños. Verlo en el lugar que está, haber ganado como técnico con la mayor, ser campeón del mundo con la sub 20. Me llena de orgullo lo que consiguió”.
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Una amistad que tiene más de 30 años: Diego Pérez, el Ruso Pérez, junto a Javier Chevantón; se enfrentaron en los partidos Defensor Sporting ante Danubio, y jugaron juntos en la selección de Uruguay y en Monaco
Su carrera de técnico y dirigir a una selección europea
Desde hace años que le gusta y practica el kickboxing. “Es un deporte que siempre me gustó y cuando me lastimé el tendón de Aquiles en Colón (de Argentina), lo usaba para recuperar fuerza en los gemelos, con la movilidad del tobillo. Me empecé a meter un poco más y como no me gusta salir a correr, lo uso para trabajar aeróbicamente”.
Tras su retiro como jugador, comenzó a dirigir técnicamente en Italia. “Cuando dejé de jugar, un amigo que tiene una escuela de fútbol, me ofreció dirigir a los chicos de 14 años, pero le dije que no. Al final, me convenció y me quedé cuatro años y fuimos campeones con la sub 16. Después me llamó Lecce para ser colaborador técnico de la Primavera 2 (la Tercera división) y ahí empezó mi carrera de entrenar. Subí luego a Primavera 1. Al año siguiente dirigí la sub 15, en la tercera temporada fui el segundo entrenador de la Primavera y fuimos campeones después de 22 años".
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Javier Chevantón y Davide Mazzota, los dos técnicos de la selección de Malta que juega los distintos torneos en Europa
"Ahora salió la oportunidad de ser el segundo entrenador de la selección de Malta, con Davide Mazzotta. Es muy amigo de (Guillermo) Giacomazzi con quien estuvo trabajando hace cuatro años, lo llamó por teléfono, le consultó por mí, y el Giaco –otro hermano de la vida– le dijo que me llevara enseguida. Ahora estamos con la Nations League, me vine el mes pasado y tuvimos la suerte de ganarle a Moldavia y ahora jugaremos contra Andorra”.
A Javier, hombre bien de campo, le encanta el verde y los animales. “Tengo una cantidad de animales: 200 gallinas, cinco pavos reales, 10 cisnes, cinco cabras, un pony, un caballo, cinco faisanes, una suricata que se llama Simon, así, sin tilde, o sea le digo Saimon. Están todos en un campito que tengo a 15 kilómetros de Lecce. Me encantan los animales, la naturaleza y ser bastante solitario”.
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Sara, la hija menor de Javier Chevantón, y Sofía Alessandra, la mayor
Tiene dos hijas: Sofía Alessandra, quien cumplió 16 años esta semana, y Sara que cumple 13.
Javier Ernesto Chevantón es sinónimo de gol. Forjó su historia en el fútbol gracias a una carrera espectacular. Las lesiones casi lo paran, pero siguió con el mismo tesón de aquel chiquilín que se levantaba a las 5 de la mañana para ayudar a sus padres a parar la olla, y consiguió el objetivo.