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24 de agosto 2025 - 5:00hs

Un rancho, un recinto rústico. Apenas se cuela la luz desde una abertura lateral. Una escena que no es de guerra, es de política. Un grupo de hombres de pie y sentados, con la piel curtida y los uniformes militares mezclados con ropas de campaña, se congregan en un círculo cerrado, con la atención puesta en el centro de la habitación.

No hay ornamentos, ni lujos. Solo una mesa de madera y un puñado de sillas de campo, el mobiliario esencial para la tarea que los convoca. La luz tenue ilumina de forma dramática los rostros, dejando al resto en una sombra densa. En el corazón de la escena, un hombre de pie, con el brazo levantado y la mano abierta, parece argumentar con vehemencia. Su figura es el eje de la composición, el punto al que convergen todas las miradas.

A su alrededor, otros hombres escuchan con una quietud que denota el peso de lo que se discute. Unos miran hacia el orador, otros bajan la mirada, pensativos. El aire está cargado de solemnidad. La luz cae sobre una figura sentada en un primer plano, de espaldas al espectador, y sobre la mesa donde otro hombre se inclina, ocupado en escribir. Su mano, apoyada sobre un documento, parece dar forma a las palabras que se pronuncian.

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Así se ve la pintura de Eduardo de Amézaga, un óleo sobre tela realizado entre 1943 y 1947, que se titula Asamblea de la Florida. Es la representación de lo que sucedió el 25 de agosto de 1825 en Florida, en el territorio que hoy se conoce como República Oriental del Uruguay. Ese día, Uruguay proclamó su independencia de Brasil, iniciando un proceso que continuaría con la consolidación de la soberanía nacional. 200 años más tarde, Uruguay celebra el bicentenario de su independencia tomando esta fecha como referencia.

¿Qué pasó concretamente ese día? ¿Qué significado tuvo a nivel político para la construcción posterior de Uruguay? ¿Qué vino después? ¿Por qué importa? Acá, 7 preguntas (y respuestas) para explorar la independencia lograda en aquel entonces.

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Pintura "Asamblea de la Florida" de Eduardo Amézaga.

Pintura "Asamblea de la Florida" de Eduardo Amézaga.

¿Qué pasó el 25 de agosto de 1825 en Uruguay?

"En verdad, el 25 de Agosto de 1825 es la fecha más destacante en un largo proceso de luchas cruentas por la Independencia", escribe Pablo Blanco Acevedo en el tomo II de La independencia nacional, publicado en 1975 por el Ministerio de Educación y Cultura.

Es que el 25 de agosto de 1825 no existía un Estado uruguayo independiente en el sentido moderno. Lo que existía era la Provincia Oriental. Esa fecha, la asamblea de representantes de los cabildos provinciales, conocida como el Congreso de la Florida, se reunió y tomó tres decisiones fundamentales: la Declaratoria de la Independencia, la ley de Unión y la ley de Pabellón.

La Declaratoria de la Independencia fue el acto más significativo de la jornada. En ella, los delegados proclamaron que el territorio oriental era libre de la dominación extranjera. Esta decisión no estuvo exenta de desafíos porque, en 1825, la presencia militar y política de Brasil seguía siendo una amenaza. Sin embargo, la declaración envió un mensaje claro a la región: el pueblo oriental buscaba su autodeterminación. Se trató de una afirmación de la voluntad popular, impulsada por los Treinta y Tres Orientales y sus aliados.

La ley de Unión fue la segunda medida crucial del Congreso. Por medio de ella, la Provincia Oriental se reintegró a las Provincias Unidas del Río de la Plata como una provincia más. Esto no significaba la creación de un nuevo Estado independiente, sino la reunificación con el proyecto de una nación más grande que había sido fragmentada por la ocupación brasileña. Esta unión fue estratégica, pero no perduró porque las Provincias Unidas enfrentaban sus propias divisiones, lo que eventualmente llevaría a la independencia total del Uruguay.

En esa parte de la Declaratoria, aparece la expresión "antigua unión", en referencia a las Provincias Unidas del Río de la Plata. ¿Qué querían decir con esa alusión?

"No aludían por cierto a la unidad muy relativa que había existido durante el período virreinal. Referiánse a la unidad de provincias libres surgida de la desintegración del Virreinato, a la proclamada por Artigas en 1813 en la que cada región conservaba su independencia particular", explica el tomo I de La independencia nacional, publicado por el Ministerio de Educación y Cultura (bajo la autoría de varios), en 1975.

La ley de Pabellón estableció el uso de una bandera tricolor, con los colores blanco, azul y rojo. Estos colores simbolizaban la unión y la pertenencia a las Provincias Unidas del Río de la Plata. La bandera fue izada como un símbolo de la nueva etapa que se iniciaba bajo un proyecto común. Aunque la Provincia Oriental ya había tenido banderas en el pasado, esta ley formalizó el símbolo bajo el cual se lucharía contra el imperio brasileño.

El 25 de agosto de 1825 no fue el día de la creación de la República Oriental del Uruguay, sino el día en que la Provincia Oriental declaró su independencia del Imperio del Brasil y se unió formalmente a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Estos actos sentaron las bases para la guerra que vendría, la cual culminaría en la Convención Preliminar de Paz de 1828, que finalmente reconoció la independencia de Uruguay como un Estado soberano e independiente. La fecha del 25 de agosto, no obstante, es considerada como un hito fundacional en el largo y complejo camino hacia la soberanía definitiva.

¿Quiénes fueron los principales firmantes de la Declaratoria y a quiénes representaban?

La Declaratoria de la Independencia de 1825 no fue firmada por un solo líder, sino por un cuerpo colectivo y representativo: los delegados del Congreso de la Florida. Estos hombres no actuaban por iniciativa propia, sino que se erigieron como la voz de los distintos pueblos y cabildos de la Provincia Oriental, dando al acto de soberanía una legitimidad política que las anteriores revueltas habían carecido.

El Congreso de la Florida fue una asamblea provisional convocada de manera estratégica después de que la Cruzada Libertadora de los Treinta y Tres Orientales hubiera logrado el control de la mayor parte del territorio rural. Entre los principales firmantes se encontraban figuras clave tanto políticas como militares, como el presidente de la asamblea, Juan Francisco Larrobla, y los comandantes Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe, quienes lideraron la campaña militar. Las firmas de estos delegados, si bien no representaban a todo el territorio oriental, le dieron a la Declaratoria la fuerza de una voluntad colectiva.

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Documento de la Declaratoria de la Independencia, en el Archivo General de la Nación.

Documento de la Declaratoria de la Independencia, en el Archivo General de la Nación.

¿Por qué ocurrió la independencia de Uruguay en 1825 y no antes?

La independencia de 1825 no fue el primer intento de soberanía en el territorio, sino el resultado de un largo y complejo proceso histórico, que tuvo que esperar a que se alinearan factores políticos, militares y estratégicos que no se dieron antes. El principal líder de la primera etapa, José Gervasio Artigas, encabezó la lucha desde 1811 contra la dominación española y, posteriormente, contra la invasión portuguesa. Si bien Artigas logró una suerte de autonomía para la Liga Federal —unión de provincias federales bajo su liderazgo—, este proyecto nunca llegó a ser una república independiente y soberana en el sentido moderno. Su lucha representó una forma de proto-independencia, pero las divisiones internas con Buenos Aires y el poderío portugués impidieron la consolidación de un Estado propio.

El proyecto artiguista colapsó definitivamente en 1820, cuando el líder oriental fue derrotado y forzado al exilio en Paraguay. Con su caída, las tropas portuguesas y luego brasileñas ocuparon el territorio, anexándolo al Imperio del Brasil bajo el nombre de Provincia Cisplatina. Este periodo de dominación extranjera entre 1820 y 1825 es la razón principal por la que la independencia no pudo concretarse antes. La región estaba bajo el control absoluto de una potencia militar extranjera, y las fuerzas locales carecían de la capacidad para expulsarla por sí solas. La ausencia de un liderazgo unificador y la superioridad militar del imperio hicieron que cualquier intento de levantamiento fuera prácticamente imposible.

La independencia no ocurrió antes de 1825 porque el proyecto liderado por Artigas había fracasado y la Provincia Oriental había quedado bajo el yugo brasileño. Fue el desembarco de los Treinta y Tres, la alianza estratégica con Buenos Aires y la inestabilidad del Imperio de Brasil los que crearon las condiciones para que el proceso de liberación pudiera reiniciarse. La fecha del 25 de agosto de 1825 no fue la consumación de la soberanía, sino el acto fundacional que inició la guerra que culminaría, tres años más tarde, con la Convención Preliminar de Paz de 1828 y la creación del Estado de la República Oriental del Uruguay.

¿Quiénes fueron los 33 Orientales y qué papel jugaron?

Los Treinta y Tres Orientales fueron un grupo de exiliados y militantes liderados por Juan Antonio Lavalleja que, en 1825, emprendieron una campaña para iniciar el proceso de liberación del territorio oriental del dominio del Imperio del Brasil. Si bien su número no era significativo en términos militares, su papel fue crucial para encender la chispa de la revolución. Sus figuras han sido recordadas como un símbolo de la voluntad de autodeterminación del pueblo oriental.

Su iniciativa fue un factor determinante para el desenlace de los eventos que siguieron. El 19 de abril de 1825, los Treinta y Tres Orientales cruzaron el Río Uruguay en lo que se conoce como la Cruzada Libertadora. Al desembarcar en la playa de la Agraciada, juraron "libertad o muerte", un juramento que resonó profundamente entre la población local. Su llegada no pasó desapercibida, y su avance fue sorprendentemente rápido, sumando a sus filas a una gran cantidad de habitantes rurales que estaban descontentos con el dominio brasileño.

Más allá de su rol militar, el papel político de los Treinta y Tres Orientales fue, sin duda, el más decisivo. Tras asegurar el control de la mayor parte del territorio rural, convocaron al Congreso de la Florida, un cuerpo legislativo que formalizó la voluntad de independencia del pueblo oriental.

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El Juramento de los Treinta y Tres Orientales, óleo de Juan Manuel Blanes.

El Juramento de los Treinta y Tres Orientales, óleo de Juan Manuel Blanes.

¿Qué pasó después de la declaración de independencia en 1825?

"Este fue el significado profundo del 25 de agosto de 1825: la Fundación de la Patria. [...] La fuerza emocional de ese acontecimiento lo desborda todo. Y más lo sentimos cuando vemos continuarse ese proceso vital", escribió el investigador Juan E. Pivel Devoto en La ley fundamental del 25 de agosto de 1825, en 1961.

Después de la Declaratoria de la Independencia en 1825, el territorio no se convirtió de inmediato en un Estado soberano, sino que fue el detonante de una guerra. La formalización de la unión con las Provincias Unidas del Río de la Plata, en el Congreso de la Florida, fue interpretada por el Imperio del Brasil como una declaración de guerra. De esta forma, el conflicto entre ambos bandos, que ya existía de facto, se intensificó y se conoció como la Guerra del Brasil (o Guerra del Cisplatino).

En 1825, poco después de la Declaratoria, las tropas al mando de Fructuoso Rivera derrotaron a las fuerzas imperiales en la Batalla de Sarandí. Sin embargo, la batalla más trascendental ocurrió el 20 de febrero de 1827, en la Batalla de Ituzaingó, donde el ejército aliado logró una victoria contundente sobre las fuerzas brasileñas. A pesar de estos triunfos militares, la guerra se encontraba en un punto muerto. La superioridad naval brasileña les permitía mantener el control de los puertos fortificados y ejercer un bloqueo comercial que afectaba gravemente la economía de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

La prolongación del conflicto se tornó insostenible para ambas partes, lo que abrió la puerta a una solución diplomática. Ante el estancamiento y el perjuicio económico, una tercera potencia entró en escena: Gran Bretaña. Con sus vastos intereses comerciales en la región, a la potencia europea le urgía restaurar la estabilidad y reabrir las rutas marítimas del Río de la Plata. Por ello, el cónsul británico Lord Ponsonby actuó como mediador. Él persuadió a ambos bandos de que una solución negociada era la mejor opción. La propuesta que puso sobre la mesa era la creación de un nuevo Estado "tapón", neutral e independiente, entre Argentina y Brasil, que garantizaría el equilibrio geopolítico y los intereses comerciales británicos.

Las negociaciones culminaron en la firma de la Convención Preliminar de Paz de 1828, en la que Brasil y las Provincias Unidas del Río de la Plata reconocieron la independencia de la República Oriental del Uruguay. Este tratado puso fin al conflicto y estableció el nuevo Estado.

¿Qué desafíos enfrentó Uruguay tras la independencia?

Tras la firma de la Convención Preliminar de Paz de 1828 y la jura de la primera Constitución en 1830, Uruguay enfrentó una serie de desafíos que marcaron sus primeras décadas como nación independiente. El más inmediato y profundo fue la inestabilidad política. La paz negociada entre Brasil y Argentina dejó un vacío de poder que rápidamente se llenó con la rivalidad entre los principales líderes militares de la independencia, Fructuoso Rivera y Juan Antonio Lavalleja. Esta disputa de poder, basada en lealtades personales, sentó las bases para el caudillismo, una forma de gobierno en la que los jefes militares se convertían en líderes políticos, dominando el escenario nacional y desestabilizando las instituciones recién creadas.

Esta rivalidad de caudillos dio origen a los dos partidos políticos históricos del país: el Partido Colorado y el Partido Nacional (conocido como Blanco). El Partido Colorado se formó en torno a la figura de Fructuoso Rivera, mientras que el Partido Blanco se consolidó alrededor de la de Lavalleja. Estas divisiones, inicialmente basadas en el poder personal, se convirtieron en las facciones que dominarían la política uruguaya por más de un siglo. Esta polarización fue la causa de constantes conflictos armados internos, que culminaron en la Guerra Grande (1839-1851).

¿Hay formas de interpretar esta parte de la historia?

La información provista revela que la Declaratoria de la Independencia, lejos de ser un hecho unívoco, es un campo de batalla para distintas corrientes de pensamiento que han buscado, a lo largo del tiempo, darle sentido a una aparente contradicción: la independencia de Brasil y la inmediata reincorporación a las Provincias Unidas.

Una de las principales corrientes interpretativas, la tesis independentista o nacionalista, sostiene que el sentimiento de una identidad nacional ya estaba consolidado en la Banda Oriental. Investigadores como Pablo Blanco Acevedo y Juan Pivel Devoto argumentan que el 25 de agosto de 1825 fue el clímax de un largo proceso de luchas por la autonomía que se remonta al período artiguista. Para ellos, la ley de unión no contradecía la de independencia, sino que era una elección motivada por las circunstancias políticas, militares y económicas del momento. La independencia con respecto a la corona española y luego a la brasileña era la meta final, con la unión como un medio táctico para lograrla.

En el otro extremo del debate se encuentra la tesis unionista. Para esta corriente, que traen investigadores como Eduardo Acevedo y Eugenio Petit Muñoz, la meta de la Declaratoria era la unión con las Provincias Unidas, no la independencia absoluta. Los historiadores unionistas ven el desenlace de la Convención Preliminar de Paz de 1828, que dio origen a Uruguay como nación independiente, no como el cumplimiento de un deseo, sino como una consecuencia impuesta por las circunstancias externas. La conciencia patriótica que existía en 1825 era de carácter regional, rioplatense, y el anhelo principal era recuperar un estatus de autonomía dentro de una federación más amplia.

Más allá de estas dos posturas clásicas, han surgido otras perspectivas que complejizan el análisis. El historiador Carlos Real de Azúa sostiene que las tesis tradicionales son narrativas que responden a un "mandato histórico predeterminado". En su análisis, no hubo una única causa determinante, sino una convergencia de factores internos y externos, como las rivalidades entre Montevideo y Buenos Aires y la mediación británica. La independencia, en ese sentido, fue una solución de coyuntura, no el resultado de una voluntad nacional monolítica.

La dimensión social, introducida por historiadores como José Pedro Barrán, ofrece una interpretación más matizada. Barrán argumenta que el "miedo a la revolución social", asociado al legado de José Artigas y su propuesta de reparto de tierras, influyó en las decisiones de la élite oriental. Para estas clases acomodadas, la independencia absoluta era sinónimo de desorden y amenaza a la propiedad. Por lo tanto, la unión con Buenos Aires era vista como una garantía de orden y estabilidad social, lo que demuestra que la política de 1825 no puede entenderse sin considerar los intereses económicos y las tensiones sociales de la época.

Temas:

25 de agosto de 1825 Uruguay Bicentenario Ministerio de Educación y Cultura

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