El ministro de Transporte, José Luis Falero, cargó los 15 conos en su camioneta del ministerio y los llevó consigo durante 500 kilómetros hasta llegar a Salto, para entregarlos personalmente a la Unidad 243 de bomberos voluntarios del departamento. Hace tres meses el voluntariado envió una nota a esa cartera planteando lo necesario que era ese recurso para sus tareas profesionales diarias.
Fueron pedidos 10 conos, por si algún día el ministerio tenía y se acordaba de ese destacamento, según contó uno de sus integrantes a El Observador. “Les dije: no vamos a mandar los conos ni por ómnibus ni vamos a hacer una encomienda. Cuando vaya para aquel lado se los llevo. Y se los dejé”, contó el ministro Falero a El Observador.
Hasta este jueves, los bomberos tenían solo cuatro conos, que una empresa les había donado porque ya no los usaba. Compraron cintas reflectantes y los reacondicionaron.
Sobre las 8:30 horas de este viernes, Falero llegó con la donación, y para entonces, el jefe del destacamento había invitado a los 14 bomberos que trabajan allí de manera voluntaria, luego de cumplir con sus empleos habituales. El ministro estuvo unos 15 minutos, conversó de varios temas y visitó las instalaciones, antes de continuar su gira hacia Tacuarembó. Y la instancia quedó registrada en un tuit del Ministerio de Transporte, que se empezó a replicar con un sinfín de comentarios, en las redes sociales.
Los conos no cumplirán otra función que señalizar los lugares de un siniestro, un incendio, o perimetrar una zona para trabajar, pero hasta este jueves era una necesidad, explicó a El Observador uno de los voluntarios.
“Es incomprensible que (la donación) genere este revuelo”, apuntó Falero. Y agregó: “Que no se valore lo importante de la ayuda que es estar entre ayer y hoy firmando $ 18 millones para instituciones sociales que están mejorando la calidad de vida de muchos. No es comprensible esto, pero ta, es parte de la actividad (…) Los llevé yo en mi propia camioneta (del ministerio) para no tener que gastar y arrimárselos”.
Consideró que “es lo que hay que hacer” porque “el Estado tiene que complementarse en el esfuerzo de un organismo al otro”. “Es lo más natural, es como cuando uno le presta una máquina, le hace una obra a una intendencia cuando está trabajando cerca, o viceversa”, indicó.
Durante su visita, Falero se interiorizó sobre el camión estrella del destacamento: “Un Mercedes Benz 1114, espectacular. Lo dejaron nuevo, increíble. Que recuperen camiones viejos me gusta mucho”, dijo sobre un auto bomba tanque que iba a ser destinado a chatarra, pero que los bomberos voluntarios refaccionaron con $ 100 mil de sus propios bolsillos. Lo mismo hicieron antes con un hidroelevador.
Tres mujeres y 11 hombres de entre 24 y 67 años trabajan hoy en la Unidad 243 de Salto, que se formó hace dos años. Hay un electricista, conductores profesionales, enfermeros, un comisario mayor retirado de la policía, un ingeniero electrónico, un tornero, y dos profesores de educación física.
Entrenan sábados de todo el año y hacen maniobras prácticas; también teóricas cada tres meses, o rescate acuático y descenso en altura. En la semana se organizan para cumplir las guardias de turno, que son unas cuatro horas semanales pero que requiere una disponibilidad de contacto las 24 horas. Uno de los voluntarios contó que incluso algunos tienen herramientas en sus propios vehículos, para ir como particular a una emergencia.
Además de la unidad, en Salto hay otro grupo de bomberos voluntarios pero no destinan todos sus esfuerzos al destacamento, sino que son un servicio a la comunidad más amplio, que ayuda en otras tareas ciudadanas.
En paralelo, está el destacamento de la Dirección Nacional de Bomberos, que cuenta con más de 20 personas, más allá de que comparten las instalaciones con la Unidad 243.
En Uruguay existen también bomberos voluntarios en Paysandú, Fray Bentos y Young, que colaboran con el destacamento oficial de cada departamento. De todas maneras, el voluntariado depende de la Dirección Nacional de Bomberos. Con tres meses de preparación en la Unidad 243, una persona ya puede empezar a hacer sus primeras armas en el voluntariado de bomberos, aunque luego la capacitación es constante.
Los bomberos voluntarios del litoral tienen esperanza en que pueda confirmarse en breve un proyecto para autorizar algunos “cuartelillos” en localidades lejanas a los centros poblados, a fin de poder llegar más rápido ante un llamado de emergencia, según indicaron.
En Salto, la idea es instalar en Villa Constitución, las Termas del Arapey y Pueblo Belén, donde voluntarios puedan conformar un pequeño equipo y montar guardias, principalmente durante el verano. El objetivo es ampliarlo a otras zonas del país, según supo El Observador.
Benítez, por su parte, indicó que hay pedidos, y que en algunos casos son exclusivos para bomberos voluntarios, quienes se capacitarán por seis meses. Pero implica también recursos, logística y demanda altos costos en los equipamientos. Luego del curso, la persona irá a trabajar con otros bomberos, pero “la idea es que (ante una emergencia) puedan responder en primera instancia hasta la llegada del destacamento más cercano”.
Por otra parte, para este verano, la Unidad 243 de Salto espera conformar además un “escuadrón aéreo” con dos aviones de pequeño porte, que corresponden a una empresa familiar agrícola. De forma voluntaria, un empresario ofreció poner a disposición las aeronaves, cuyo costo de cada una es de unos US$ 750 mil.
Son pilotos agrícolas que ya están habilitados como pilotos bomberos, y se pusieron a disposición de la Dirección Nacional de Bomberos, de forma honoraria.
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