Ricardo Canals disfruta de su presente junto a su familia

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Del dolor de ver cómo Nacional echó a De León, a la felicitación de Berlusconi y Weah en Milan: la vida de Ricardo Canals

Comenzó jugando como enganche cuando se colaba en los trenes para jugar en los papales y tuvo una gran carrera que lo llevó a Europa
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14 de abril de 2023 a las 18:11

Todos los días realiza una de las cosas más lindas que puede disfrutar un ser humano: ejercer de papá. Se levanta y lleva a sus hijas, Indiana, de 11 años, y Brianna, de seis, al colegio. Desde hace 15 que está con su “compañera de ruta”: Sindia.

Ricardo Canals tiene 52 años y disfruta de la familia, luego de escribir su historia en el fútbol con trazos indelebles.

Mucha agua corrió debajo del puente desde aquella “infancia divina”, como él mismo la resume para Referí, en Lezica, en donde vivió hasta los 23 años.

“Te levantabas y ya ibas a jugar a alguno de los campitos que había por el barrio. Elsa, mi vieja, me llamaba para almorzar. Volvía a salir a jugar y horas después, volvía a llamarme para cenar”, dice. Y recuerda aquellos apartamentos en los que se crió. “En las fiestas de fin de año, todas las familias sacaban las mesas para afuera, y era como que todos comíamos juntos. Era increíble”.

Jugaba de enganche y a veces de ‘9’ y así se fue a probar al baby fútbol a El Cilindro, un club que quedaba justamente frente al Cilindro Municipal. Era más creativo y hasta la Tercera división, mucho después, jugué en ese puesto. Solo en la Primera de Bella Vista fui zaguero y ocasionalmente volante. Algunas cosas, las aprendí por el oficio. Voltaire (García) me visualizó como líbero a la europea, que pasaba al ataque con pelota dominaba, pero se fue y pasé a línea de cuatro y nada que ver”.

Ricardo Canals junto a su hija chica, Brianna, y Jorge, su hermano fallecido quien fue un ídolo para él

Jaime, su papá, trabajaba en talleres mecánicos y luego en una avícola y en una estación de servicio. Tiene dos hermanos mayores, aunque Jorge, el más grande, su “gran ídolo, lo más grande que conocí como persona”, falleció. Nelson es el del medio, y mi vieja, que también murió, es un ejemplo de vida, es lo más grande”.

En su barrio de Colón, a veces ayudaba a sus padres tratando de llevar algún mango. “Eran changas: repartía pollos congelados o ayudaba a un sanitario que era amigo, a picar una pared. Me quedaban las manos hechas bolsa”.

Y recuerda algo que le contó su mamá, ya cuando él era mayor. “A veces, mis viejos no comían o se salteaban la cena para que no nos faltara comida. Se tomaban un café con leche y disimulaban. En algunos momentos, fue complicado. Mis hermanos lo pasaron más duro. ‘Vos sos el hijo de la vejez’ me decía mi vieja”.

Por eso quizás, uno de los días más felices de su vida fue cuando pudo poner un dinero para comprarle a su mamá la casa de Lezica que vivían y que alquilaban.

“En mi primer año en Bella Vista, pude poner un dinero para pagar lo que faltaba y comprar la casa para la vieja. Fue una gran alegría para mí porque ella era una gran remadora. Fue hermoso ver la satisfacción de ella después de toda la vida, de poder tener su casa propia”.

Ricardo Canals en sus inicios en Bella Vista en la transición entre el niño y el adolescente: es el cuarto de abajo desde la izquierda, que toca la pelota

Un día su padre vio en el diario que buscaban aspirantes a las formativas de Bella Vista y fue. Juan Duarte lo recibió en la cancha de abajo, de pura tierra, del Nasazzi. Y ahí quedó “como delantero, e hice todas las divisionales”.

Y dice: “Nos colábamos en el tren en Colón y nos bajábamos en la estación Yatay para ir a entrenar, bien con la justa, pero lo recuerdo con mucho cariño. Hacíamos eso para que quedara margen para tomar una Coca o jugar al pool en la cantina de Bella Vista”.

Recuerda con mucho cariño a Voltaire García, el técnico que lo ascendió a Primera en los papales: “Siempre tengo palabras de agradecimiento. Son de esas cosas que te cambian la vida y él me cambió la vida. Antes de llegar a Primera, yo jugaba de ‘5’. Me apadrinó, me bancó, me hizo debutar y me trató con un cariño fuera de lo futbolístico, un fuera de serie. Extraordinario”.

También se portó bien con él en un momento difícil de su carrera. “De Nacional me fui muy mal a nivel emocional y él arregló en Huracán Buceo y le pidió a Paco (Casal) que me dejara y empecé a jugar ahí unos meses. ¡Después me fui a jugar a España! Me levantó de nuevo. Es de los que sabe muchísimo de fútbol y capaz que no tiene el reconocimiento que merece”.

Parte del equipo campeón uruguayo con Bella Vista en 1990: Carlos De León, Gerardo Rodríguez, Henry López Báez, Ricardo Canals y Álvaro Gutiérrez

En la Primera de Bella Vista, tuvo a Manuel Keosseian como técnico en 1990. “Llegó en un momento en que encontró un plantel impresionante, trajo a jugadores muy buenos como  Ruben Silva o Bogado, entre otros, armó el equipo y supo llevar el plantel con una carpeta bárbara, con jugadores con personalidad, experiencia y otros jóvenes”.

Aquel año, Bella Vista fue campeón uruguayo y Canals fue quien comenzó la campaña con un cabezazo para el triunfo por 1-0 ante Rentistas en la primera fecha.

“¡Pah! No me acordaba de eso –dice–. Ese año me comí como 11 partidos de suspensión, jugué menos de lo que tenía que haber jugado. En la segunda rueda alterné algunos partidos de lateral izquierdo”.

Una de las anécdotas que recuerda, data del primer entrenamiento. No era muy habitué a entrenar duro, pero se encontró con dos personajes experientes que le hicieron cambiar de opinión.

“Aquello me cambió la visión de profesional. Nunca había sido súper profesional de matarme en los entrenamientos. Me subieron a Primera y fuimos al Parque Rivera con Quique Ferraro. El Beto Acosta y (Sergio) Peluffo que eran dos de los más experientes, se pararon delante de todos los que corríamos y yo sentí vergüenza. Ellos sin quererlo, me enseñaron cómo era esto. Me puse a su altura en el trote. Ahí aprendí mucho”, cuenta.

Gran parte del plantel de Bella Vista celebra en la sede el título del Campeonato Uruguayo 1990: abajo a la derecha de la foto aparece Canals sonriendo, detrás de Rubens Navarro

A Bella Vista iba en ómnibus, desde la Plaza Colón. En invierno y de noche era complicado volver y caminar por Lezica. Estaba a punto de ser campeón uruguayo, y viajaba todos los días en el bondi.

Julio Ribas era uno de sus compañeros de plantel y junto a él eran los que hacían más bromas.

“Estábamos concentrados en CAFO y yo jodía tanto, que un día me pusieron la cama arriba de un gancho de los baños y cuando me fui a acostar no tenía la cama, estaba colgada y le tuve que pedir a otros que me ayudaran a bajarla”.

Se cobraba mal y poco en aquella época. Cuando se paró el torneo, fueron a jugar a Corrientes un amistoso en ómnibus. Fueron horas y horas de viaje, pero los US$ 50 que cobraban por cabeza, en ese momento, los valían. Por eso, ni dudaron cuando recién llegados a Montevideo, les ofrecieron ir a Chaco para jugar con Chaco For Ever. Otra vez, todos arriba del ómnibus para facturar.

El premio por ser campeón uruguayo con Bella Vista, se lo tuvo que dejar al club. “Es que salió mi pase para Nacional y me dijeron. Si te vas, para que te demos el pase, no te pagamos el premio. Y así fue”.

El exfutbolista hace años que es representante de jugadores

Cuando firmó con los tricolores, pudo comprar su primer auto, un Fiat Premio, para ir a Los Céspedes. Compartió zaga con Hugo De León y con Daniel Revelez, y equipo con varios campeones de América y del mundo de 1988.

“El equipo era muy bueno. Hugo tenía una personalidad bárbara, a Revelez yo le tenía un respeto tremendo. Ni bien llegué por primera vez a Los Céspedes, me crucé con él y le dije ‘buen día’ y ni me contestó. Después me di cuenta que era un chúcaro bárbaro. Y a los pocos días, en mi primera concentración, me tocó con Revelez en la habitación. Yo me quería matar”, dice sonriendo.

Y agrega: “A las 11 de la noche, apagaba la tele, como diciendo ‘a dormir’. Al otro día, a las 8 de la mañana me despertaba: ‘Vamos a escuchar los pájaros’. ¡Yo dormía normalmente hasta las 11!”.

Pero más allá de ello, cuenta que El Zorro, “era un fuera de serie, un tipo de antes, guapo, duro y ganador, que marcó mi carrera. Siempre lo trato con mucho cariño. Es de esos tipos que sin hablarte, con su propio ejemplo, te enseña”.

Nacional campeón uruguayo 1992: arriba aparecen Gustavo Méndez, Jorge Seré, Ruben Silva, Ricardo Canals, Carlos Soca, Álvaro Gutiérrez y Hugo De León; abajo, Julio César Dely Valdés, Edinson Suárez, Yubert Lemos y Antonio Vidal González

¿Y cómo era su relación con De León? “Con Hugo me llevaba muy bien, un tipo muy carismático. Cuando tenía la pelota, era como que se abrían los rivales, era impresionante, un futbolista notable. Cuando se fue del club me dio una gran tristeza. Estaba la situación desgastada luego de aquel paro de la Mutual por el que no jugamos por la Supercopa. Después de terminados los entrenamientos, él siempre se quedaba a correr alrededor de la cancha cinco o seis vueltas. Y en un interinato que las cosas no estaba bien, había muchas deudas, llegó un preparador físico interino y le dijo: ‘¿Qué hace?’, y él le contestó: ‘Siempre hago esto después de las prácticas’. El preparador le indicó imperativamente: ‘No, acá los trabajos los pongo yo’. Lo echó y esa fue la última vez que Hugo estuvo en Nacional como jugador. Y hablamos de un enorme de Nacional.’ Si se fue así Hugo qué nos queda para los demás’, pensé. Lo mismo le pasó al Zorro. Eran historia viva. Yo los miraba cuando me cambiaba en el vestuario y decía: ‘¡Estoy con los campeones del mundo!’”.

Y al recordar al Zorro Revelez, habla de una anécdota que vivió ante Cerro. “Había un delantero que era picantón, encaraba y llegó varias veces. El Zorro le dijo a (Gerardo) Severo: ‘Limpialo o lo limpio yo’. Luego de eso, el delantero se fue a jugar de lateral derecho”.

Un día, Revelez, un jugador duro, que nunca se quejaba, advirtió a la sanidad que sentía “un dolorcito en el talón”. ¿Qué había pasado? “Tenía una cerda de alambre de los cepillos con los que limpiábamos los zapatos, metido dentro del talón. ¡Y hacía semanas que estaba jugando así!”.

Canals estuvo en el clásico en el que Julio César Dely Valdés hizo un golazo ante Peñarol para ganar 1-0 y conseguir el título del Uruguayo luego de nueve años.

“Esa noche entré en el segundo tiempo y de lateral, porque se lesionó Gustavo Méndez. Dely y Vidal González volaban arriba. Festejamos sobre todo en el vestuario, la euforia fue ahí. No había comidas, no nos encontrábamos en otros lugares como sucede ahora”, cuenta.

El día del gol clásico de Ricardo Canals con Nacional ante Peñarol por la Liguilla 1993 en enero de 1994; arriba, Daniel Revelez, Jorge Seré, Ruben Pereira, Gustavo Méndez, Ricardo Canals, Álvaro Gutiérrez; abajo, Juan Souza, Juan Larre, Fabián O'Neill, Juan Martín Parodi y Antonio Vidal González

El 12 de enero de 1994 por la Liguilla, le anotó un gol a Peñarol en otro clásico, y fue de penal.

Así lo explica: “La responsabilidad era grande, y luego que convertí, explotó el estadio. Se te sale el alma del cuerpo y te da una alegría bárbara. Esas cosas me hacen sentir un privilegiado. Con el himno cuando lo cantaba con la selección, me pasó lo mismo. Se me caían las lágrimas y eso que no se cantaba como ahora, pero el contexto, la selección y tanta gente, era salado”.

Tanto él como Álvaro Gutiérrez, quienes habían sido campeones uruguayos con Bella Vista en 1990 y se encontraban en Nacional, fueron consultados acerca de cómo era el Mellizo Julio Morales, a quien ellos conocían de los papales, para ser contratado por los tricolores. Los dos hablaron muy bien de él y llegó al club.

“Era todo un personaje, un tipo ganador. Pero no es lo mismo Bella Vista que Nacional. Gritaba los goles en las prácticas de Los Céspedes, y a los pocos minutos, lo querían matar. Teníamos que explicarle a los demás que no era malo”, comenta a las risas.

Canals había sido capitán tricolor “en un momento jodido del club y hubo un desgaste. Y me fui, quedé medio colgado y pasé unos meses a Huracán Buceo. En la final del Uruguayo ante Peñarol, íbamos perdiendo 2-0, descontó Fabián (O’Neill) faltando poco, y cuando sacaron del medio, llegó (Pablo) Bengoechea al área, me resbalé y eso fue la última imagen. Fue doloroso, principalmente para mí. El final no correspondía con todo lo anterior que había vivido en el club. Coincidió también con un momento histórico a favor de Peñarol y yo viví tres títulos de ellos”.

Europa a la vista

Luego de lo que fue Nacional y su breve pasaje por Huracán Buceo, le surgió la posibilidad de jugar en Logroñés de España.

“Llegué con Ruben Sosa, un amigazo, un crack, y luego vinieron Marcelo Tejera otro amigo bárbaro, y Danilo Baltierra. Ruben venía de Borussia Dortmund y con la rodilla medio cascoteada. Siempre fue un fuera de serie, hiper carismático. En la presentación del equipo, tomé dimensión de cómo se metió a la gente en el bolsillo en 10 minutos por su actitud”, recuerda.

Y añade una anécdota con él: “Estaba con Ana, su señora, y sus hijos. Íbamos a comer a la casa, nos trataban como si fuéramos hijos. Tengo los mejores recuerdos con él. Un monstruo. Llegamos y alquiló un auto. Cuando lo vi llegar, me quería matar. ¡Venia en un Fitito! Le importaba tres carajos el auto, la ropa, toda la vida fue igual y por eso es tan querible”.

Ricardo Canals en su pasaje por Logroñés de España; en este equipo, aparece abajo último, el uruguayo Ruben Sosa

Miguel Ángel Lotina fue su primer técnico y luego de ser cesado, llegó el Bolita Líber Arispe, luego el “Cai” Aimar y Antonio Alzamendi como su ayudante técnico. “Los dirigentes tenían expectativas de clasificar a la UEFA, pero teníamos cero chance, éramos bastante limitados y estaba cantado que íbamos a descender”.

En España marcó a Ronaldo ante un Barcelona que tenía, además, a Pep Guardiola, Figo y Stoitchkov, entre otros. “En 30 minutos nos expulsaron a uno y ellos fueron una máquina. Nos hicieron ocho goles. Impresionante”. Ante Real Madrid le fue mejor y enfrentó a Seedorf y a Roberto Carlos.

Su desempeño era muy bueno y eso llamó la atención de Vicenza de Italia, que venía de ser campeón de la Coppa Italia con Marcelo Otero y Gustavo Méndez.

“Llegué a un equipo campeón y no me dio para mantenerme ahí. Estuve con Gustavo y con Otero que eran ídolos. El primer partido que jugué fue por la Supercoppa Italiana contra Juventus que era el campeón de la Serie A. Enfrenté ya de pique a (Alessandro) Del Piero, (Zinedine) Zidane, (Filippo) Inzaghi, Paolo (Montero) y (Didier) Deschamps. A Paolo lo conocía, pero no tenía mucha relación. El primer córner a favor nuestro, Paolo le dijo a (Moreno) Torricelli: ‘Ojo con este que es un monstruo’, como dándome para adelante. ¡Qué jugador Paolo! Tácticamente brillante, ganador, tiempista, manejaba todo. Un monstruo”.

Ricardo Canals en familia junto a sus hijas, Indiana, Brianna y su pareja Sindia

El primer partido de Liga Italiana, le ganaron 1-0 a Milan y fue figura. “Marqué a (George) Weah y no la tocó. ¡Qué salado! Fue en San Siro y (Silvio) Berlusconi (presidente de Milan) nos vino a dar la mano uno por uno. Pensaba para mí: ‘Mirá dónde estoy. Esto es tremendo’”. En medio de ese partido, antes de que terminara, Weah me felicitó. Volaba, era como una gacela, tipo Dely, una bestia. Pero por suerte, esa tarde yo anduve mejor”, sostiene.

En ese calcio espectacular de otra época también le tocó marcar a Gabriel Batistuta “que era un animal del gol y del área” y en otro partido ante Milan, a Patrick Kluivert. Todos tenían unos jugadorazos bárbaros”.

Ricardo Canals en Rosario Central: arriba, Maximiliano Cuberas, José María Buljubasich, Javier Cappelletti, Ricardo Canals, Germán Gerbaudo, Darío Marra y Diego Erroz; abajo, Rafael Maceratesi, Juan Antonio Pizzi, Ezequiel González e Iván Moreno y Fabianesi.

Ya en su pasaje por Europa, Rosario Central se había fijado en él, pero permaneció más años en Italia. Hasta que un día se decidió.

“El Patón Bauza, que dirigía juveniles, fue ascendido para dirigir a la Primera. En 1999 no fuimos campeones por un punto y lo fue River. Enfrentamos a Vélez de (José) Chilavert, ganamos 1-0 de locales, River perdía 2-0 con San Lorenzo, y ganaron 3-2 y nos pasaron por uno”.

El adiós a la Copa América 1995

Ildo Maneiro lo llamó a la selección uruguaya en las Eliminatorias para el Mundial de Estados Unidos 94. Habían cesado a Luis Cubilla y Uruguay tenía que ganar todos los partidos que le quedaban para clasificar. Le ganó a Ecuador en Guayaquil, luego a Bolivia, y venía lo más difícil: Brasil en Maracaná.

Así cuenta aquella experiencia: “Cuando agarró Maneiro, el ambiente estaba medio complicado. Ganamos los primeros partidos, y teníamos que ganar en Maracaná. (Carlos) Parreira y Romário estaban peleados y se reconciliaron para ese partido. Hicimos el reconocimiento de Maracaná recuerdo el apoyo de la gente y que no te oía a dos metros si hablabas con un compañero. No pasamos la mitad de la cancha. Brasil tenía un equipo tremendo y después fue campeón del mundo. Era de vida o muerte para ellos porque si perdían no iban a un Mundial por primera vez. Yo estaba concentrado y pensaba: ‘Aguantamos los primeros 15’ y después sale la garra charraúa y vamo arriba. ¡Iban 43 minutos y no salíamos del área! Jugábamos con línea de cinco: Méndez, (José) Herrera, yo, (Fernando) Kanapkis y Charly Batista”.

Con la selección uruguaya el día que Uruguay fue eliminado por Brasil del Mundial de Estados Unidos 1994 en la inmensidad de Maracaná: arriba, Robert Siboldi, Álvaro Gutiérrez, Ricardo Canals, Gustavo Méndez, Fernando Kapankis y José Herrera; abajo, Diego Dorta, Daniel Fonseca, Enzo Francescoli, Ruben Sosa y José Batista

A los 63 minutos, Canals fue sustituido aún con el partido 0-0 pese al tremendo dominio brasileño y a las atajadas notables de Robert Siboldi que jugó el encuentro de su vida.

“Salí cuando íbamos 0-0, pero el gol de ellos se sentía, y faltando 19 minutos, Romário hizo el primero y más tarde el segundo. Después, me impresionó ver llorar a Enzo (Francescoli) en el vestuario y a varios más. Ellos estaban en un momento complicado por la situación que se había dado con Cubilla cuando había hablado de los repatriados. Verlo llorar a él y a muchos fue fuerte. Yo tenía 23 años y cero experiencia en selección”, dice.

Canals fue campeón uruguayo con Nacional en 1992

Un año y medio después, el Pichón Héctor Núñez lo citó para jugar ante Flamengo y España. “Recuerdo que en Flamengo jugaba Romário. Me puso de ‘5’ y yo no me hallaba. Jugué, pero luego de España, le dije: ‘Mire, prefiero esperar para jugar en la zaga. De ‘5’ no quiero jugar más’. Y me contestó: ‘Tranquilo Ricardo, como quieras’. Cuando volvíamos en el avión, lo hablé con el médico, Carlitos Voituret: ‘Carlitos, me parece que me mandé una cagada’. Le conté lo que le dije al Pichón y me respondió: ‘Marchaste’. Me limpió con razón del grupo. No sé si hubiera estado en el plantel final de la Copa América 1995, pero tenía posibilidades y me las terminé de liquidar”.

En el presente, se muestra orgulloso de sus dos hijas y de su pareja. “Tratamos de ser padres recontra presentes. Son nuestro orgullo. Doy gracias a Dios de tenerlas a ellas. Me siento muy feliz”.

Ricardo Canals junto a sus dos hermanos: Jorge, ya fallecido, y Nelson

Canals trabaja desde hace años en la representación de futbolistas y dice que se siente “muy contento”. Además, trata de vincularse “con amigos que me dejó el fútbol, hacerme tiempo de verlos, de relacionarme”.

En ese contexto, juega con los veteranos en Trouville al fútbol en la Liga Barriola. “Tenemos una barra que hacemos asados, jugamos, nos divertimos. Volví a jugar de volante creación. Volví a la magia, pero me robaron la paloma, el gorro, la varita mágica”, cuenta a carcajadas. “La vez pasada vino a jugar con nosotros Ruben Paz. ¿Si lo dejé jugar en mi puesto? ¡No! Jugamos con doble enganche!”.

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