Hinchas de Uruguay en La Plata

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El calvario del hincha en el Mundial sub 20: ¿por qué vivir el fútbol de esta manera en Sudamérica?

El hincha, el motor del fútbol, el que paga la entrada, el cliente del gran negocio, está siempre en el último escalón de consideración de los organizadores de los espectáculos en Sudamérica: hay que cambiar el paradigma
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08 de junio de 2023 a las 15:31

Enviado a La Plata, Argentina

El fútbol en Sudamérica, ese que pretende organizar un Mundial dentro de siete años, se vive de una manera muy especial. Pero basta con repasar lo que se vivió en el entorno de la semifinal del Mundial sub 20 entre Uruguay e Israel, en el estadio Diego Armando Maradona de La Plata, para tomar dimensión de ello.

El hincha, el espectador, el nervio motor del espectáculo, el que pone su pasión al servicio del gran negocio que es el fútbol, es el último eslabón de una cadena de consideraciones de los organizadores de partidos de fútbol por estas latitudes del planeta.

En los alrededores del estadio un hincha de Uruguay cuenta a Referí: “Vine al partido contra Inglaterra, había solo una entrada para los hinchas, se hicieron tres cuadras de cola y la cola daba la vuelta por la misma calle. Llegué 20 minutos antes del inicio del partido. Recién pude entrar para ver el segundo tiempo”.

Si un hincha que pagó un pasaje, cruzó una frontera en barco, pagó hotel, estadía, comida, fue a ver un partido de un Mundial FIFA y por cuestiones organizativas se perdió medio partido. Un despropósito.

Para esta semifinal se abrieron dos puertas de ingreso. Pero había que ver con qué parsimonia se hizo ingresar a la gente al espectáculo. En tandas de a 10, con tres vallados de control diferentes en un clima totalmente familiar.

¿Policía? De sobra y de todas las formas. A caballo, en moto, en camionetas, en autos. Policías, policías y más policías para un partido sin clima de hostilidad alguno.

¿Guardia de seguridad privada? A rolete. Todos con chalecos azules bien identificados.

¿Y si todo ese escuadrón de seguridad se pone al servicio de un ingreso del público dinámico, fluido y amable? ¿O solo se trata de facturar por todo lo que recauda el fútbol y el hincha que se la banque?

“Las puertas se abren a las 12”, dijo un Policía a eso de las 11 de la mañana.

Media hora apareció otro que dijo: “Las puertas se van a abrir 12.30”.

De repente, un oficial avanzó metros e interceptó a dos hinchas uruguayos con termo y mate: “No se puede entrar con termo y mate”.

Los hombres, que habían llegado en taxi, tuvieron que empezaron a pedir favores a la gente de los alrededores para que le prestaran un depósito temporal para el mate. Y pasó en Argentina, un país que comparte con Uruguay esa tradición que es parte de dos culturas hermanadas.

Pero no quedó ahí la lista de prohibidos. Al rato, otro oficial se apersonó, con un megáfono, a decirle a los hinchas que estaban plantados bajo el sol: “No se pueden entrar botellas, comida, encendedores, banderas de más de dos metros, cualquier elemento que se pueda usar como proyectil, cámaras de fotos profesionales. Todo lo que sea requisado se va a dejar en el sector de recolección de residuos y de ahí los camiones se llevan todo”.

Posteriormente a un hincha de Uruguay, ataviado con una peluca celeste y una 9 de Luciano Rodríguez, le impidieron entrar una bandera porque la misma excedía los dos metros de largo. Lo habían establecido entre lo que no se podía ingresar.

“Pero contra Irak e Inglaterra me la dejaron entrar”, protestó. Pero no hubo caso, tuvo que entregar el trapo para poder pasar.

¿Será que solo pasan estas cosas en Argentina? No. Uruguay es un calco a menor escala. El hincha está a la deriva en la cancha.

Si protesta en una cancha chica porque los barras le cuelgan una bandera de más de dos metros, de cuatro, de cinco, de ocho, de la medida que venga, o se lleva una buena puteada o capaz que se lleva algo más grave.

Si protesta en el ingreso porque es lento capaz que se lleva un palazo de la Policía. Si va a un baño, que se prepare por el grado de descuido con el que se va a topar. Si va con una bandera excedida de tamaño se la van a sacar y después va a ver cómo las barras entran con alfombra roja para colgarlas de todo tamaño y color y donde se les cante.

Llegó el tiempo de empezar a pensar en el hincha. Para un Mundial sub 20 y para el domingo a domingo. No pueden ser más los olvidados y relegados de la fiesta.  

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