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El clásico de la fuga: una historia que va más allá de valientes y cobardes

¿Qué fue lo que sucedió hace 70 años? ¿Qué publicaron los diarios de la época y cómo interpretaron lo sucedido? Una mirada a la historia
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21 de octubre de 2019 a las 09:05

Pocas veces un clásico hizo hablar y escribir tanto. Pocas veces se notó la unanimidad en la censura de la prensa ante la actitud de uno de los clubes. Hace 12 días se cumplieron 70 años de uno de los partidos más recordados entre Peñarol y Nacional que tuvo consecuencias importantes. No se habla de guapos ni de maulas, como se decía en aquella época. Lo que sí se debe tener en cuenta es el contexto en el que se dio.

Los hinchas aurinegros lo recuerdan como “el clásico de la fuga”  porque Nacional no se presentó a jugar el segundo tiempo cuando perdía 2-0 y se lo enrostran a su rival eterno, como los seguidores de éste hacen lo mismo con el 6-0 logrado en 1941.

En aquel 1949, Peñarol tuvo uno de los mejores equipos de su historia conocida como “La Máquina” con “La escuadrilla de la muerte” formada por sus forwards –como se decía antes– Alcides Ghiggia, Juan Hohberg, Omar Míguez, Juan Schiaffino y Ernesto Vidal. Ese Campeonato Uruguayo se dividía en dos torneos, la Copa de Honor que se jugaba en la primera rueda, y la Copa Uruguaya en la segunda.

Peñarol venía de ser campeón invicto del Torneo Competencia y en sus primeros siete partidos de la Copa de Honor –primera rueda del Uruguayo– le había anotado cinco goles a Liverpool, Central y Cerro, seis a Defensor y Wanderers, y tres a River y Danubio. Y llegaba el clásico.

Al equipo lo dirigía Emerico Hirsch, un húngaro que había desembarcado en el fútbol argentino como el primer entrenador extranjero. Lo primero que hizo fue promover el ascenso de un muy joven Alcides Ghiggia. En tanto, el técnico de Nacional era una gloria eterna como Aníbal Ciocca, crack del quinquenio tricolor.

Llovía a cántaros y todavía, se jugó el preliminar que ganó Peñarol 3-1, por lo que la cancha era un fangal. El árbitro elegido por sorteo era Horacio Bochetti, quien mucho tuvo que ver con un final bochornoso.

Peñarol jugó mejor que su rival –como se esperaba– y lo arrinconó. Cabe acotar que en Nacional no pudo jugar su principal figura ofensiva, Atilio García, otra gloria eterna alba.

Pero la fricción clásica no es de ahora. Existe desde los albores del fútbol uruguayo. Llegó el primer gol a cargo de Ghiggia y luego llegó un penal de Eusebio Tejera sobre Míguez. Si bien hay recortes de la época que señalan que fue José Emilio Santamaría el de la falta, el propio Tejera fue quien admitió que la hizo. Allí, el zaguero se le fue encima al árbitro, quien lo expulsó. El penal lo pateó Míguez y el gran Aníbal Paz lo atajó, pero en el rebote, el Patrullero Vidal puso el 2-0. Nacional protestó porque el delantero aurinegro se adelantó en el remate y allí Walter Gómez le pegó un puntapié al árbitro quien reaccionó con un puñetazo. Consecuencia: otra expulsión..

El penal que desató el gran lío: Vidal parece adelantado luego de la atajada de Aníbal Paz al remate de Omar Míguez

Se terminó el primer tiempo y los dirigentes de Nacional decidieron no salir a jugar el resto del partido molestos con el árbitro. Esto trajo aparejado todo tipo de comentarios, a la vez que Hohberg tomó la pelota en sus manos y con sus compañeros comenzaron a dar la vuelta olímpica cuando justo había salido el sol.

La opinión de la prensa

En los diarios de esos días aparecía un aviso que versaba lo siguiente: “Conozca Marindia, lugar de recreo y descanso de todo el año a 53 kilómetros de Montevideo” y lo acompañaba un dibujo de cómo llegar. En el cine Metro se estrenaba “Los tres mosqueteros”, con Lana Turner y Gene Kelly y en El Diario, el presidente de FIFA, Jules Rimet le asignaba “gran chance a Uruguay en el torneo Mundial”.

Pero las opiniones de la resolución de los dirigentes tricolores, eran contundentes.

“No se justifica la actitud de Nacional”, tituló el diario El Plata, que a su vez agregaba: “Evidentemente que la actitud asumida por los dirigentes de Nacional al no presentar al conjunto a jugar el segundo tiempo, resulta una exageración que no puede admitirse en un régimen profesional y menos aún como expresión deportiva. Lo más justo hubiera sido que no cometieran desmanes sus jugadores. Es hora que se corten de raíz esos hechos que tanto mal le hacen a nuestro deporte”.

Por su parte, el diario El País, estaba en la misma sintonía.

“No cuadra a una institución del historial y jerarquía de Nacional, adoptar semejante pose que esté reñida con los principios de la lealtad deportiva. La vieja institución, al negarse a seguir disputando el match, ha agraviado al enorme público que estoicamente aguantó bajo agua horas enteras en espera del acontecimiento máximo de nuestro fútbol. Lo agravió además a su rival, ajeno completamente a los acontecimientos por los cuales Nacional adujo ser perjudicado. Pero por sobre todas las cosas, Nacional se agravió a sí mismo. (…) En sus giras por el exterior, Nacional ha sido víctima de enormes injusticias –la última en el torneo de Campeones disputado en Chile– y nunca jamás abandonó una cancha en actitud de protesta. (…) Mal, muy mal ha estadio la gloriosa institución al negarse a continuar el partido. Si creían sus dirigentes que estaban desamparados de justicia, otros procedimientos más acordes con la jerarquía del club debieron adoptar. Nunca el que eligieron. La derrota no denigra a nadie cuando el derrotado no se siente vencido. Ayer Nacional fue derrotado por su tradicional adversario y vencido por sus propios dirigentes”, escribió Bernardo Garros.

Y detalló escenas del partido para El País. “La velocidad y facilidad de los desplazamientos de Ghiggia, pronto surtieron efecto. (…) Surgieron otras dos grandes figuras de Nacional como Raúl PIni y (Aníbal) Paz. A esta altura de los acontecimientos, los forwards tricolores habían desaparecido prácticamente del campo. (…) Poco antes del gol de Ghiggia, el dominio del decano era evidente y así llegaron los goles. (…) Un clásico más, con lamentable epílogo”.

Más contundente aún fue Don Lee, una pluma muy respetada en El Diario y bajo el título “Una afrenta para el fútbol fue el espectáculo de ayer”, mientras que la bajada acotaba: “Carece de lógica la determinación de Nacional”.

Según escribió, en el clásico se vio “la ratificación, plena y absoluta como indiscutible, de que esa recuperación de nuestro fútbol en la cual todos estamos empeñados o parecemos estarlo, es cosa que aún está, desgraciadamente, demasiado distante. Faltan, para ello, atributos esenciales, conducta juiciosa, altura en la manera de ver las cosas, discernimiento, serenidad, buena intención, ética deportiva. Y cuando todo ello está ausente, mal puede extrañar que se registren espectáculos tan deplorables como este de ayer en que el desconcierto gana el espíritu de todos. (…) Surgió una falta de energía del juez y las anormalidades fueron sucediéndose una tras otra. Y también la certificación de que el espectáculo estaba destinado a señalar una fecha realmente ingrata en el historial de nuestro fútbol cuando se ordenó la expulsión de Eusebio Tejera y más tarde la de Walter Gómez como pena y castigo por la inadmisible y repudiable actitud del jugador albo al aplicar al señor Bochetti un brutal puntapié después de ejecutarse el penal que originó el gol de Ernesto Vidal. Censuremos también la reacción fuera de lugar del señor Bochetti que a su vez lanzó un golpe de punto a Walter Gómez, y tendremos entonces conformado, en forma elocuente por cierto, ese triste panorama que pudo apreciarse. El fuego había tomado ya cuerpo… Y todos esos detalles no hicieron más que incrementarlo… Y el incendio se declaró bien pronto cuando tras el intervalo, no se reanudó el match por la ausencia de Nacional. La nota culminante había sido dada. Y el club albo, en una actitud inconsulta, infeliz, había sido su principal protagonista, por cuanto el árbitro, con todos sus desaciertos, pasaba, implícitamente, a un plano secundario. Y decimos así porque los dirigentes nacionalófilos no debieron, en forma alguna, adoptar la medida que pusieron en práctica. (…) En lo que discrepamos abiertamente, lo que no podemos admitir porque lo resiste la ética deportiva, es que ante una situación semejante, Nacional olvide sus prestigios, su maravilloso acervo deportivo, su trayectoria luminosa por todos los escenarios del mundo, lo que significa en el concierto de nuestro fútbol, la consideración que debe merecerle el aficionado y renuncie a la lucha dejando el campo libre a su rival. El club albo merece una enérgica y unánime censura. (…) Corresponde ahora a las autoridades encarar el problema, complicado problema que se ha creado. Y es imprescindible también que se pongan los puntos sobre las íes. Que se apliquen las sanciones que correspondan. Que tengan las mismas, los efectos ejemplarizantes que se imponen y que se haga comprender a quienes han caído en falta que el deporte exige actitudes más elevadas”.

Juan Eduardo Hohberg, Omar Míguez y Juan Alberto Schiaffino esperan junto al árbitro Horacio Bochetti y el línea Pedro Obregón la salida de Nacional para el segundo tiempo

Mientras tanto, un niño de apenas nueve años había empezado por esos días a ir al fútbol con su padre Héctor y su hermano Humberto. Enrique Benech, hoy, un connotado arquitecto, quien investigó y descubrió en dónde estaría uno de los arcos de la cancha de los Pocitos, perteneciente a Peñarol y donde se anotó el primer gol en la historia de los Mundiales.

“Empecé a ir ese año al fútbol. Siempre íbamos al mismo lugar en la Tribuna América contra la Ámsterdam, dos escalones arriba de donde iba Juan Schiaffino con su esposa. Iba a ver siempre la Reserva y cuando terminaba el primer tiempo, bajaba al vestuario para cambiarse. Cuando salía la cancha, siempre la saludaba y yo estaba ahí atrás”, recordó para Referí.

“Fue un año fermental para nosotros, los hinchas de Peñarol. No nos perdimos ningún partido y el día de ese clásico, llovía mucho, pero mi padre nos llevó igual. Recuerdo que Peñarol tenía una delantera contundente. Ghiggia, Schiaffino, Hohberg, Míguez y Vidal, todos goleadores”, añadió.

El carné de socio de Enrique Benech ya tiene 70 años

Si bien Benech estuvo en la cancha, como él y su hermano habían padecido la lluvia y eran unos niños, su padre tomó una determinación que no lo dejó ver qué sucedería después. Así lo contó: “Era un octubre parecido a este, frío y lluvioso. Recuerdo que vimos el primer tiempo y estábamos empapados. En el entretiempo, mi padre nos llevó a mí y a mi hermano a lo de unos primos que vivían en la calle Las Heras para que nos guareciéramos y nos secáramos y él volvió para ver el segundo tiempo. Por eso nos perdimos un momento histórico. Él lo pudo ver ese instante en el que el juez dio por terminado el partido y lo pudo contar. Me hubiera gustado haberme dado cuenta en el momento y pedido a mi padre que nos dejara con él en el estadio”.

Pocos días después, aprovechando ese gran momento, Peñarol realizó una campaña de socios. Había algunos jugadores en unas mesas que hacían socio a quien quisiera. Benech fue con su hermano y lo hizo socio el arquero de aquel clásico: Flavio Pereyra Nattero. “Ya hace 70 años que soy socio”, dijo.

Las consecuencias

Debido a lo ocurrido, Espectáculos Públicos determinó la devolución del importe total de las entradas y una multa de $ 500 a Nacional.

El diario El Plata explicó que en el vestuario se informó oficialmente “que Nacional concretaría una formal denuncia escrita contra el juez del partido, Sr. Bochetti, acusándole de agredir de hecho al jugador Walter Gómez. La denuncia se redactó de inmediato con destino a la Seccional 9ª fue firmada por el futbolista. Luego se supo que dicha seccional ya había puesto la correspondiente citación de trámite al jugador y al árbitro. Gómez, a su vez, tuvo que narrar lo ocurrido a representantes policiales en el vestuario”.

Así comenzaron los líos que determinaron la expulsión de Walter Gómez

Esto hizo que ambos tanto Walter Gómez como el árbitro Bochetti, como se habían denunciado  mutuamente ante la Policía y fueron a declarar a la Seccional 9ª, quedaran detenidos. “El Dr. Alberto Sánchez Rogé, juez de instrucción de 2º turno, ordenó la libertad de ambos y que le fueran elevados los antecedentes del caso”, informó El País.

La Junta dirigente de la AUF consideró con la presidencia del titular, César Batlle Pacheco, los episodios del clásico. Se leyó el formulario del árbitro que pasó a Tribunal Arbitral.

“Dejo constancia que a los 35 minutos expulsé del field por protestas en forma incorrecta y manoseándome y empujándome, al jugador de Nacional, Sr. Tejera habiendo sido observado este jugador por dos veces consecutivas. También expulsé a los 40 minutos al jugador Walter Gómez por aplicarme un puntapié en la pierna que llegó a destino, causándome una lesión de carácter reservado”, afirmó Bochetti.

Y agregaba: “Constancia del segundo tiempo: en el segundo tiempo el Club Nacional de Football no se presentó en el field”. También informaron y ampliaron los dos líneas, Jaime Isern y Pedro Obregón.

Así se fue expulsado Walter Gómez: rodeado de policías

Walter Gómez, en pleno vestuario y con Peñarol esperando en la cancha, habló de lo sucedido y contó su versión.

“Ya el juez había dado muestras claras de su preconcebida intención de perjudicarnos de todas maneras, como se vio cuando pasó por alto dos penales cometidos por Obdulio Varela y Hugo. Después, de manera injusta, cobró contra Tejera un foul penal que, si se produjo la falta, fue indudablemente fuera del área, y culminó cuando sancionó ese segundo gol, viciado de nulidad, por la posición ilegítima de Vidal, pese a nuestros vehementes pero justificados reclamos. El juez estaba rodeado por nosotros y otras personas, cuando estando de espaldas a mí, giró rápidamente y me tiró un golpe de puño. Yo entiendo que su estado de ánimo era desequilibrado, y que si alguien lo tomó de un brazo dentro del clima enrarecido que se había creado por su culpa, eso puede haber contribuido a hacerle penar en una agresión, iniciativa que yo no tomé de ningún modo. Lo cierto es que, tal vez por equívoco o quién sabe por qué, él se dio vuelta y me lanzó un golpe. Naturalmente que allí debí reaccionar, instintivamente y por propia defensa. El responsable único de todo, fue el árbitro, parcial y malintencionado, sin duda”, según reprodujo el diario El Plata.

El capitán de Nacional, Eusebio Tejera, opinó en forma muy similar. “Solamente el juez fue capaz de anular de manera tan neta nuestra chance. Les aseguro que cuando me tiré a los pies de Míguez, lo hice sin brusquedad, buscando trancarle como ya lo había hecho en otras jugadas y sin que en ellas se sancionara infracción. Si pudo sancionarse algo, que yo entiendo que no fue foul, podía ser sobre la línea del área, pero nunca un tiro penal, que simplemente mostró la mala fe del Sr. Bochetti. Y todavía, para mostrar enteramente la mala voluntad de ese señor para con nuestro team, al protestar con vehemencia pero sin incorrección por semejante fallo, ¡me expulsó de la cancha!”.

El Diario ampliaba en días posteriores su opinión. Con el título “Nacional debe dar el ejemplo y sancionar a Tejera y Gómez” y la bajada “Reacciones que no pueden ser toleradas”, decía que “la forma irrespetuosa en que, según el árbitro, le protestó Eusebio Tejera la sanción del penal y el puntapié que le aplicó Walter Gómez, fueron las causas de las expulsiones de esos jugadores. Tales actitudes no pueden en forma alguna ser disculpadas. Equivocados están los mencionados players si entienden que procediendo en esa forma defienden en mejor forma los gloriosos colores que visten actualmente y por el contrario, hay que hacerles comprender cuál es la esencia del deporte y cuáles los fines que se persiguen con el mismo. (…) Corresponden entonces sanciones severas que el mismo Nacional tendría que aplicar ya en lo que le corresponde por cuanto sus intereses se vieron profundamente afectados por la conducta incontrolada de sus dos cracks”.

Juan Alberto Schiaffino y Alcides Edgardo Ghiggia dan la vuelta olímpica ya con el sol a pleno

Por su parte, el diario El País, titulaba: “Deplorable la actitud de los dirigentes de Nacional al ordenar que su escuadra se retirara de la cancha”.

En ese mismo matutino, eran un clásico la columna de Davy titulada “Lo que no dice la crónica”, una mezcla de humor, periodismo e ironía que siempre estaban entre lo más leído. Estas son solo cuatro de sus frases del día posterior al clásico.

“Los jugadores de Nacional se embarraron. Los que dieron la orden del retiro, la embarraron”.

“En ataque, Nacional se defendió heroicamente con su defensa. Allí había temple, clase ganas de ganar. Pero el quinteto desafinó tanto, que después del dos a cero, se veía clarita la canasta…”

“Intervalo largo, mojado, frío, húmedo. Espera inútil. Se comenta: ‘No sale el 9 por el túnel’. Y no salió. A lo mejor, sale en la quiniela. Vamos a ver”.

“Se hizo mucho gasto de papel de diario para cubrirse de la lluvia. Pero al final el papel no era de diarios. Era de Nacional”.

El arquero suplente Dimitrio, Obdulio Varela, el golero Flavio Pereyra Nattero y Enrique Hugo, celebran el título

Mientras tanto, los jugadores de Peñarol, tras dar la vuelta olímpica, se fueron hacia Los Aromos y allí hablaron con la prensa. En realidad no todos. Obdulio, tal como era, se abstuvo.

“El capitán del team aurinegro, Obdulio Varela, nos pidió que disculpáramos su decisión inquebrantable de no formular juicios sobre ningún aspecto del match”, informó El País.

Pero otros sí hablaron. Como Washington Ortuño quien dijo que lamentaba “las circunstancias que motivaron la deserción de Nacional, pues ‘con nueve, 10 o 12 jugadores, nos hubiéramos tomado hoy la revancha del 6-0’”.

Algo similar opinó Juan Carlos González. “Si seguíamos jugando, ganábamos 8 a 0”.

“Hohberg lamenta la actitud de Nacional y considera ‘inconveniente hasta para con su propia hinchada, que había soportado estoicamente, como todos los asistentes, el rigor de una espera alargada por la incomodidad de una lluvia persistente. La esperanza alimentada por la afición de ver frente a frente a los eternos adversarios, no merece ser truncada de ese modo’”, escribió el cronista de El País.

El técnico Hirsch y el presidente aurinegro, Eduardo Alliaume, también opinaron en la prensa.

El húngaro indicó que “es lamentable desde todo punto de vista la actitud de nuestro adversario; de haberse continuado el match, el triunfo habría sido aplastante”.

Por su parte, Alliaume opinó en forma similar. “La actitud de Nacional nos impidió la obtención de un score histórico; eso lo hicieron para evitar una goleada”.

Esa tarde, Peñarol formó con Flavio Pereyra Nattero; Enrique Hugo y Sixto Possamai; Juan Carlos González, Obdulio Varela y Washington Ortuño; Alcides Edgardo Ghiggia, Juan Hohberg, Óscar Míguez, Juan Alberto Schiaffino y Ernesto Vidal.

Sixto Possamai, Omar Míguez, Washington Ortuño y Enrique Hugo, festejan luego que no se presentara Nacional al segundo tiempo

Nacional lo hizo con Aníbal Paz; Raúl Pini y Eusebio Tejera; José Santamaría, Rodolfo Pini y Luis A. Cruz; Luis Ernesto Castro, Walter Gómez, Raúl Laña, José García y Juan Ramón Orlandi.

El sábado siguiente, Nacional derrotó 2-0 a Central y Walter Gómez no solo jugó pese a que había sido expulsado, sino que anotó el primer gol. También estuvo en cancha Tejera. Eran otros tiempos.

Poco tiempo después y como había adelantado El Diario, Walter Gómez fue suspendido por un año. Esto trajo aparejadas dos cosas: Nacional se lo vendió en una cifra récord para la época ($ 750 mil argentinos) a River de la vecina orilla, club en el que fue ídolo eterno. El otro tema fue que el delantero se quedó sin poder jugar el Mundial de Brasil de 1950 debido a esa suspensión.

No obstante, ese 16 de julio, en el Monumental le ganaban 2-1 a San Lorenzo con dos goles suyos. De repente, por los altavoces se anunció que Uruguay era campeón del mundo al ganarle a Brasil. En ese momento, sus compañeros y también sus rivales, pararon el partido para abrazarlo.

Peñarol seguiría de largo y ganaría la segunda rueda –también de forma invicta– y se llevaría el clásico también por 4-3. Terminó el Uruguayo con 62 goles en 18 partidos –de los que ganó 16 y empató dos– y al año siguiente, siete de sus jugadores fueron titulares en la selección campeona del mundo, salvo en la final que por lesión no pudieron estar Juan Carlos González, ni Vidal.

Pasaron 70 años y ese clásico se sigue recordando. Dejó mucha tela para cortar en la historia del fútbol uruguayo.

 

LOS NÚMEROS DE ESOS 45 MINUTOS

TIROS AL ARCO (Peñarol 12- Nacional 7)

FALTAS (Peñarol 19-Nacional 12)

LATERALES 5-5

CÓRNERS (Peñarol 3-Nacional 1)

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