El partido que Nacional le ganó a Peñarol este domingo en el Gran Parque Central tuvo a Luis Suárez como centro de todas las miradas.
Para este encuentro llegaron, especialmente, periodistas de Argentina, Brasil, Colombia y Rusia, además de las coberturas que realizan los corresponsales de los principales diarios deportivos del mundo.
Se trataba del clásico del Pistolero, por donde se mirara. Y así lo vivió. Con la intensidad que suele poner el goleador histórico de la selección a todas sus actuaciones.
Cuando bajó del ómnibus lo hizo como suelen hacerlo los jugadores en Europa, con auriculares en sus oídos y ajenos al entorno que les rodea.
Luego, bajó a la cancha a realizar el calentamiento y lo primero que hizo, apenas pisó el césped, fue buscar a su familia en el palco. Cuando encontró a sus hijos, saludó una y otra vez.
Sus hijos viven de manera particular la presencia del delantero en Uruguay.
Luego, volvió cambiado para jugar el clásico y apenas pisó el césped, lo primero que hizo fue saludar nuevamente a sus hijos.
Se saludó con Brian Lozano.
Se dio un abrazo con Matías Aguirregaray.
Cuando Andrés Matonte pitó el inicio del partido, fue el Pistolero de siempre: intenso, peleó todas, no dudó nunca en ir a fondo en cada pelota y convirtió un golazo.
Su primer enojo fue con los hinchas cuando lanzaron un proyectil al golero de Peñarol, Kevin Dawson, a los 24 minutos, en el momento que lo atendían en el piso por una molestia en una de sus piernas.
Se acercó hasta el tejido y les hizo gestos, para que pensaran lo que hacían.
La molestia del delantero fue indisimulable, porque no podía creer la forma en que los hinchas le quitaban ritmo al partido cuando Nacional manejaba los tiempos del encuentro.
Luego, cuando a los 33 minutos se llevó puesto un codazo de Rak, le reclamó al árbitro. Fue falta del zaguero, pero Matonte no cobró nada.
El segundo tiempo amaneció con un golazo de zurda de Luis Suárez, luego de generar los espacios para que nadie pudiera llegar a evitar su remate desde afuera del área. Con su disparo, el partido se puso 2-0.
En el festejo, luego de celebrar con compañeros, Suárez se sentó como si estuviera en posición de estar deponiendo, y luego, cuando se para, se señala y dice con un gesto, "yo no", en clara señal de que no se achica.
Posteriormente, Da Silveira le tiró el cuerpo en un mano a mano y le pidió explicaciones por la actitud al joven defensa.
Finalmente, cuando se jugaban los últimos 15 minutos se enojó con su entrenador, Pablo Repetto, a quien claramente le pidió cinco en el medio. Con su mano le hizo gesto de un cinco. El entrenador no entendía qué le decía y le preguntó si quería le cambio. Lo que generó la respuesta negativa de Suárez y el enfado más marcado.
Suárez volvió a jugar un clásico en el fútbol uruguayo después de 16 años y, al igual que en el único partido oficial ante Peñarol le convirtió un gol.
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