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El legado que deja Rocco en Progreso: juveniles en Primera, regresar a la Copa... ¡y que no falte la fruta!

Llegó con 15 años al Paladino, se formó y jugó en el primer equipo, se retiró y volvió como técnico dejando una huella: identidad, jugadores de las formativas en el plantel principal y enseñanzas
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03 de noviembre de 2020 a las 05:02

A Leo no se la cuentan, la vivió. Cuando llegó a la mesa de directiva para hablar sobre su vinculación como entrenador, allá por fines de 2018, miró a su alrededor y reconoció cada uno de los rincones de la sede. Allí comió, se formó, se junto con compañeros, dirigentes e hinchas. Progreso es especial. Nadie más que Leo lo sabe. Es hijo de las entrañas del club. Leonel Rocco llegó con 15 años a los gauchos. Allí nació el jugador, se formó, se hizo profesional, debutó en Primera, jugó la Copa Libertadores, logró su primer pase al exterior y hasta alcanzó la selección. El club se le metió en el corazón. Se retiró y volvió como DT. Por eso el nudo en la garganta cuando lo llamaron y le dijeron que existía la posibilidad de emigrar al exterior.

Leonel Rocco se va. Abandona la conducción de Progreso ante la posibilidad de progresar económicamente. Pero dejará para siempre su legado.

Jamás imaginó disfrutar tanto los dos años que estuvo en el club donde logró subir jugadores de las formativas, pelear un campeonato y clasificar a la Copa Libertadores.

Leo llegó a La Teja con una espina clavada. Su campaña en Plaza Colonia (2016-2017) no había sido la esperada. Le tocó un equipo que venía de ganar un campeonato y fue desangrado porque la mayoría de los jugadores emigraron.

Sin embargo, el presidente de los gauchos apeló a su conocimiento futbolero y no lo dudó, lo llamó. Su pasado era respetable, no en vano forma parte del selecto grupo de jugadores campeones uruguayos con Progreso en 1989.

Rocco fue a la mesa de directiva y lo primero que planteó fue algo en lo que el club estaba en el debe: “Necesitamos que Progreso ascienda jugadores de las formativas, hace muchos años que no sacamos un jugador”, les dijo Rocco según reveló el gerente del club Raúl Figuerola en charla con Referí.

Muchos se miraron. Es que el club la pelea desde siempre y formar juveniles no es una tarea sencilla. Pero Leo se plantó y convocó a varios jugadores de abajo.

“Hacía años que Progreso no tenía juveniles y hoy tenemos a siete en el plantel principal, entre otros a Michael Rodríguez, Leandro Aguilera, Rodrigo Vidal”, acotó el gerente del club.

Rocco no se quedó solo en palabras sino que trasladó su inquietud a los hechos. Dos por tres se apareció por el Complejo La Paloma en el Cerro, donde entrenan las formativas. El diálogo con los técnicos fue fluido. Allí comenzó a tomar contacto con Gastón Añón (hoy convertido en su sucesor) que era el que le sugería los chicos a ascender.

Enseguida se armó un selectivo donde incluyeron a los chicos con condiciones que eran enviados algunos días de la semana a entrenar con el primero para que Rocco los pudiera ver en acción.

El año 2018 se cerró con la mira puesta en 2019 donde el cuerpo técnico arrancaría de cero a trasladar su idea.

Fruta y lugar propio

Los dirigentes asumen acá otra enseñanza que deja Leo como legado. “El trabajar en equipo. Con Leo se aprendieron muchas cosas pero una cosa que le destaco es que nos permitía participar, escuchaba, nos dejaba opinar, cosa que hay entrenadores a los cuales no les agrada eso y no lo permiten”, comentó el directivo Figuerola.

Rocco, conocedor de realidad económica del club, no exigió concentrar. Los jugadores se encontraban antes de los partidos en el Paladino y si jugaban de visitantes partían todos juntos a la cancha.

Eso sí, el entrenador pidió dos detalles que quedan como legado para su sucesor: tener condiciones y hotel para descansar cuando tocaba jugar en el interior, y la fruta.

“Ah, la fruta sí. Leo lo puso como una condición que no podía faltar la fruta luego de los entrenamientos y por suerte la pudimos conseguir”, acto el gerente del club.

Pero quedó un detalle… Rocco quería un lugar fijo para entrenar. Progreso siempre entrenaba en el Paladino pero ese 2019 surgió un inconveniente. La cancha había sido sembrada y entrar significaba perder la inversión para contar con un buen piso para jugar.

Los dirigentes hicieron un acuerdo con la Mutual para sellar un convenio que les permite hasta el día de hoy entrenar en el Complejo Héctor Castro de la gremial de futbolistas.

El cuadro puso camino al andar. Claro que lo que jamás imaginaron los dirigentes fue la campaña del Progreso de Rocco. El año 2019 fue inolvidable. El equipo peleó el Clausura y recién en las últimas fechas quedó por el camino. Pero aquella campaña permitió un logro olvidado en el tiempo: después de 30 años Progreso volvió a la Copa Libertadores.

La inversión de la Copa

Rocco, que había estado como jugador la última vez que los gauchos clasificaron a la Libertadores, ahora lo lograba como entrenador.

Cuando los dirigentes concurrieron al sorteo que determinaría el rival a enfrentar en juegos de ida y vuelta tenían un solo deseo: que de los tres equipos (Guaraní de Paraguay, Universitario de Perú y Barcelona de Guayaquil) no tocara Barcelona. Y la bolilla del destino marcó lo que no querían. ¡A Guayaquil! ¡Contra el rival más difícil!

Progreso perdió el primer partido en Montevieo 0-2 y en la revancha, pese  que se jugó un buen partido, fue imposible y los gauchos terminaron perdiendo 2-3.

El hecho es que aquella participación redundó en US$ 350 mil que permitieron cancelar deudas y llevar adelante una obra postergada en el tiempo como la refacción de los vestuarios de Parque Paladino.

La temporada de 2020 resultó más compleja. El cuadro perdió varios jugadores y las lesiones golpearon.

Pese a ello el equipo arrancó bien pero luego tuvo un bajón y le costo sumar puntos. Fueron tiempos de voces en contra como lo reveló el gerente Figuerola. “La gente criticaba pero llegamos a tener 9 jugadores en sanidad”.

El cuadro se fue acomodando como pudo y andaba buscando el rumbo cuando el rumor llegó a La Teja: Rocco tiene una oferta del exterior. Primero sorpresa, después inquietud, y finalmente confirmación.

Lo que nadie esperaba ocurrió. El pasado sábado el presidente Fabián Canobbio llamó a Leo para saber cuánto había de realidad en la noticia que corría como reguero de pólvora de que el profesor Ortega, hombre que lleva años trabajando con el Cholo Diego Simeone en Atlético de Madrid, lo recomendó para San Luis de México. “Sí Fabián, me llamó mi representante y están avanzadas las negociaciones pero hasta que no se confirme no quiero dar nada por seguro”, respondió el técnico.

Horas más tarde Rocco se bajaba en procura de un futuro mejor. Nadie dijo nada. Como lo dice el nombre del cuadro, en Progreso hay una regla no firmado pero establecida de que no se le impide a nadie la posibilidad de progresar en la vida. Rocco fue liberado para enrolarse en el club azteca.

Atrás quedan dos años soñados. Los logros superaron las expectativas. Juveniles ascendidos, pelear un campeonato, volver a la Liberadores, obtener ingresos, traducirlos en obras y seguir transitando. Rocco se fue de Progreso. Su legado perdurará al paso del tiempo.

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