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El peor momento del año para Peñarol

Con crisis de ideas, sin identidad ni fútbol, el aurinegro dejó puntos muy importantes por el camino y se viene Liverpool en Belvedere, la misma situación del año pasado cuando López no encontraba el rumbo
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22 de septiembre de 2019 a las 05:03

Ojo que es el mismo que le ganó el sábado de la semana pasada 1-0 a Defensor Sporting y el miércoles anterior a Rampla Juniors 2-1. La única y gran diferencia es que allí ganó. Pero no convenció a nadie con su juego.

Crisis de ideas, falta de identidad en el juego, ausencia de referentes en la cancha, un bajón físico notorio, futbolísticamente no contagia. Todo eso y mucho más es lo que le sucede a este Peñarol.

Si alguien creyó que Peñarol estaba volviendo a ser algo de lo bueno que se le había visto en el Apertura, estaba muy equivocado. Desde estas mismas páginas se criticó la forma en la que jugaba el equipo de Diego López en esos dos encuentros.

Si bien había remontado anímicamente, en la cancha no aparecía. Y lo del primer tiempo en Las Piedras fue pobrísimo. Cuando escasea el orden y las ideas, se transforma un combo letal. Cuando se cometen errores insólitos –como le ocurrió a Fabricio Formiliano en el gol de Juventud–, es difícil remontar. Él lo pudo hacer al inicio del complemento anotando el empate tras un centro del recién ingresado, el Lolo Estoyanoff, el mejor del equipo.

Esa es la única buena noticia que tiene Diego López: tanto en el segundo tiempo contra Rampla como ante los pedrenses, el punta demostró que quiere volver a ser el que fue hace mucho tiempo. Pero con eso solo está claro que no alcanza.

Si Peñarol depende del juego de un joven de 17 años como Facundo Pellistri, hay algo que no funciona. Se trata de un notable proyecto que está demostrando lo suyo, pero no le pueden cargar tamaña responsabilidad.

Hay muchas causas que demuestran este muy mal momento de Peñarol.

1) No ha podido superar el adiós del preparador físico Alejandro Valenzuela. El nuevo profesional, el italiano Francesco Bertini, llegó hace una semana. La ausencia de Valenzuela no es desde cuando se fue a San Luis de México con Gustavo Matosas, comenzó un mes antes con su intervención quirúrgica ya que no podía concurrir a Los Aromos. Peñarol está resentido físicamente. Se desinfló muy temprano en Las Piedras.

2) Las lesiones. Ni bien comenzó el Clausura, la idea de Diego López de poner a Ignacio Lores como punta junto a Lucas Viatri –por primera vez desde que dirige al club– fue muy buena. Duró 13 minutos porque el futbolista se desgarró ante Defensor. Después se sintió el argentino Gabriel Rojas y para este fin de semana tampoco estuvo el Cebolla Rodríguez. Una hora y media después del derrumbe ante Juventud, la sanidad del club envió un mail a los medios para explicar por qué no había estado el capitán en cancha.

3) El juego. No puede ser que a un aspirante al título –y al tricampeonato uruguayo–, un equipo que está último en la tabla del descenso y con un pie en Segunda, le saque cuatro puntos de seis en disputa en un mes: 0-0 en el Campeón del Siglo el 18 de agosto y este 1-1 del sábado. Algo anda mal.

Además, Peñarol tiembla en las pelotas quietas en el fondo. Cada vez que viene un centro, hay olor a gol, como decía Ariel Delbono hace años.

A esto hay que sumarle que es un equipo que entra en una especie de apagón. Es una vela que se va apagando de a poco y con el paso de los minutos, se apaga y aporta cada vez menos. El fútbol no existe.

4) La parte táctica. Uno de los grandes fuertes que tuvo siempre el equipo de López fueron los flancos. Por allí, con los volantes externos, le hacía daño a cualquiera. Ahora no puede hacerlo. Cuando más necesita de los volantes, estos no aparecen. Cómo será el tema que Viatri baja a recepcionar fuera del área, entonces no queda nadie dentro de ella una vez que él puede hacerse de la pelota.

5) Las individualidades. Agustín Canobbio atraviesa un momento pobre con la pelota. No aparece. Formiliano tiene claroscuros. Arriba es decisivo, abajo comete errores importantes. Nadie va a discutir su clase, pero tampoco está en su mejor momento. Guzmán Pereira dista muchísimo del que todos conocen con aquel ida y vuelta tremendo y los quites determinantes. Gastón Rodríguez no se encuentra en la cancha. Giovanni González, tampoco. Rodrigo Rojo, tampoco. Es muy difícil ver que de un partido a otro, el entrenador repita al mismo equipo. Ya sea por lesiones o decisiones técnicas, no lo hace. ¿Xisco? Habrá que esperarlo un poco más. Está falto de fútbol, pero se tiene que poner a punto rápido.

6) El aporte de Riascos. El colombiano ha jugado hasta ahora 57 minutos en tres partidos con el club. No hizo nada. Pero nada, ¿eh? Y el hincha se impacienta e insulta a Carlos Sánchez, el secretario técnico. Él lo trajo con la anuencia de López y del consejo directivo. Las responsabilidades son compartidas. Como cuando traen a un buen jugador.

7) Las quejas de López. “Es difícil encontrar regularidad cuando jugás tres partidos en la semana”, dijo. Y Juventud, ¿cuántos jugó?

Peñarol atraviesa su peor momento del año y está en pleno deja vu porque el domingo visita a Liverpool en Belvedere. El año pasado, en el momento más duro de López, tuvo que ir a jugar allí y ganó. ¿Lo podrá hacer otra vez?

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