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14 de julio 2023 - 14:47hs

Edición #1

¡Hola! Qué gusto y qué placer darte la bienvenida a Doble Programa, la nueva newsletter de recomendaciones culturales de  El Observador, en la que cada viernes recibirás una lluvia de sugerencias para que tu tiempo libre no sea tiempo perdido. Qué digo lluvia, tormenta. ¡Un tsunami! Algo así.

Soy Nicolás Tabárez, y tengo el honor de que esta newsletter sea compartida con mi compañera (y amiga) Carla Colman. Decile hola a la gente, Carla.

Hola, gente. Soy Carla Colman  y junto a Nico te damos la bienvenida a este espacio que iremos construyendo en conjunto. Hoy empezamos con algo que será tanto la presentación de esta newsletter como la primera tanda de sugerencias para que planifiques tu fin de semana, te hagas un ratito después del trabajo o guardes para cuando lleguen tiempos mejores.

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Desde ya hacemos una salvedad: así como esto se hace entre dos, siempre va a estar abierta al intercambio con vos, porque queremos saber qué te gusta, qué viste y qué te pareció un esperpento.  

A Doble Programa lo hacemos entre todos.

Hecha esta aclaración, vamos allá.

Barbienheimer y por qué en esta vida hay que probar de todo

Esta semana estuvimos conversando sobre un fenómeno que se avecina como una explosión rosa en el horizonte. Lo que, bendito sea internet, dieron en llamar el Barbienheimer. Que además de referirse a dos películas que esperamos con muchas ansias, nos sirve también para hablar sobre los prejuicios, las expectativas y aquel viejo dicho de que en la variedad está el gusto, que será uno de los mandamientos no escritos pero siempre implícitos de esta newsletter.

Barbienheimer es el nombre que se le dio al estreno simultáneo de Barbie, de Greta Gerwig, y  Oppenheimer, de Christopher Nolan. Dos películas completamente opuestas en estética, tono y significado social que van a llegar a las salas el mismo día. En Uruguay, esa fecha es el próximo jueves 20 de julio.

Las dos pelis están entre las más anticipadas del año, cada una por sus razones. Oppenheimer va a contar la creación de la bomba atómica a través de los ojos del científico responsable, Robert Oppenheimer, un hombre que vivió atormentado por el potencial destructivo de su obra, algo que hasta puede conectarse con el miedo que ahora algunos ingenieros que crearon redes de inteligencia artificial sienten con respecto a esa tecnología. 

Barbie es una película sobre la muñeca más célebre del mundo. El juguete, creado a fines de la década de 1950, que acompañó infancias y que de alguna manera se instaló como el mejor exponente del modelo de femineidad de su tiempo. Aunque pueda parecer un anuncio publicitario camuflado, las expectativas son altísimas porque también se sabe que será una relectura de Barbie que incluirá una crítica de lo que representa la muñeca en cuestión y el mundo moderno, con un subtexto feminista recorriendo el viaje de la Barbie interpretada por Margot Robbie (y Ken) al mundo real. La vara está alta.

La primera es una película seria, épica, sobre un hombre y dirigida por un hombre (que es tanto uno de los cineastas modernos más aclamados como uno de los más criticados y exasperantes por su obsesión extrema y una cierta pedantería que cruza sus obras más recientes). La segunda es juguetona, graciosa, también épica, pero está dirigida y coescrita por una mujer –además– joven (que se ha ganado el reconocimiento de la crítica y el público con películas como Frances Ha o Lady Bird).

El Barbienheimer tiene entonces una cierta carga social, con un trasfondo de disputas de género, espacios en la industria del entretenimiento y reflexiones sobre la sociedad moderna, y en internet se han generado tres bandos: los que están a favor de cada una de las dos películas y lo que representan, y un tercero, donde nos plantamos nosotros. Hay que ver las dos.

(Cinemateca  será uno de los únicos cuatro cines de América Latina que proyectará Oppenheimer en fílmico. Si tenés oportunidad de verla ahí, suma puntos a la experiencia visual).

En esta newsletter nos identificamos con este poster que hizo Sean Longmore para Layered Butter:

Esta es la primera edición de Doble Programa y por eso la estás leyendo en la web. Pero, como suscriptor, puede llegar todos los viernes a tu casilla de correo. Si este contenido te gustó podés suscribirte acá y administrar todas las newsletters que te ofrece El Observador.

Nico recomienda: Nimona (o por qué no hay que tenerle miedo a los dibujitos)

Dicen que a medida que uno va creciendo se pone más conservador en cuanto a sus gustos y consumos. Lo conocido se hace cómodo y dejamos de explorar. Si hay algo que le tengo que agradecer en buena medida a los ya casi diez años que llevo trabajando en El Observador (cada vez que lo digo o lo escribo me siento como esta imagen de Rescatando al soldado Ryan), es que superar preconceptos y salir de lo habitual nos hace mucho mejores. 

Si bien siempre tuve una cierta curiosidad innata, con el tiempo también fui creciendo y aprendiendo a ser menos prejuicioso, y siento que ha sido uno de los mayores aprendizajes de mi vida en ese sentido. Y cada tanto lo confirmo. Hace algunas semanas vi una película animada en Netflix, que esperaba hacía tiempo porque había leído en su momento el cómic en el que está basado. 

Nimona

Se llama Nimona, y es una película sobre una adolescente rebelde, que vive en un mundo medieval pero futurista. Tiene el poder de transformarse en cualquier animal, y se ofrece como ayudante de un caballero acusado falsamente de haber cometido un crimen años atrás para causar el mal. O sea, los protagonistas son los villanos, o mejor dicho, antihéroes. Y si bien es una aventura muy divertida y punk, que encima se ve increíble, es también una hermosa historia sobre aceptarse a uno mismo y sobre aceptar a los otros, aunque sean distintos. Sobre ganarle a los prejuicios propios y ajenos. El primero a superar es que las películas animadas son solo para niños. Para nada, es apenas un recurso más para hacer lo mismo que hacen los demás cineastas, o escritores, o dibujantes, músicos, y también nosotros los periodistas: contar historias. 

Y algo parecido pasa ahora con el Barbienheimer. Hay que animarse y no dejarse llevar por las ideas que se puedan tener de antemano. Después el resultado nos podrá gustar más o menos, pero para saberlo, primero hay que vivirlo. 

Carla recomienda: dos artistas te muestran otra cara

Versatilidad, de eso se trata. Esta semana visité dos exposiciones que hablan de esa capacidad de los buenos artistas de moverse en diferentes medios, soportes y universos. Las muestras de dos de los grandes dibujantes del país: Rodolfo Arotxarena –Arotxa– y Horacio Guerriero –Hogue–. Dos artistas que esta vez muestran otra faceta. No la de caricaturistas y analistas de la realidad política uruguaya con un trazo inconfundible, sino que esta vez se desparraman en el espectro de las artes plásticas.

El paisaje rural de Arotxa convierte la sala del Museo Nacional de Artes Visuales en un espacio de llanuras, cerros y ondulaciones con el que dialogan una serie de caudillos anónimos. Hombres recios con caras curtidas en tonos de tierra. Una serie de óleos que exponen otra mirada del artista. Quizás, una más íntima.

Arotxa Caudillos y silencios

Caudillos y silencios, con la curaduría de Oscar Larroca y Jorge Cancela, se puede visitar hasta el 6 de agosto en el MNAV. Si decidís ir, te recomiendo que leas antes (o después) esta conversación que mantuvo nuestro jefazo Emanuel Bremermann (le decimos así porque le da vergüenza, él es un muchacho muy tímido) con Artoxa.

Los trazos de Hogue se vuelven viscerales y abstractos en Zoo, una serie de ilustraciones de gran formato que cubren las paredes del Museo Zorrilla. Una serie como un gabinete de curiosidades: animales y bestias dramáticas y movilizadoras. Una exposición de cuadros que el artista dialoga entre sus dos personalidades: Hogue y Guerriero. 

Zoo, con la curaduría de María Yuguero, estará en el Museo Zorrilla hasta el 15 de agosto.

En la vuelta:

Piano Bar

Se ha abierto un piano bar, canta Charly García. Y sí, en esta sección vamos a dejarte esa canción, álbum o banda que nos viene obsesionando en los últimos días. Somos esto. 

El viernes Él mató a un policía motorizado sacó un nuevo disco: Súper Terror. La banda liderada por Santiago Motorizado –que ya se había metido en loop en nuestra cabeza con  esta increíble versión de No Podrás de Cristian Castro– nos regaló así diez canciones para musicalizar el invierno.

Quiero saber a dónde ir
Quiero saber a quién seguir
Todo lo que me importa no existe más
Quiero saber por quién morir


Y si también te gusta, te pasamos un dato: el martes anunciaron que vuelven a Uruguay. Todavía no tenemos más detalles, pero ya nos vamos preparando.

Muchas gracias por la lectura y por tu compañía en este primer Doble programa. Esperamos tus comentarios de todas las recomendaciones de esta edición, sean positivos o negativos. Si hay algo que nos gusta, es discutir, debatir y conversar sobre cine, películas, libros, series, podcasts, memes, hilos de Twitter, videos de TikTok. Así que tenemos la esperanza de que esto se convierta en una correspondencia entre vos y nosotros.  Elegimos creer.

Antes de despedirnos, te hacemos una última recomendación, esta vez de entre casa: además de esta newsletter, esta semana debutaron otras dos, y la verdad es que son una maravilla: Check in, sobre viajes, a cargo de Analía Pereira, y Nueva Pestaña, del señor Juan Pablo de Marco. 

Somos Carla Colman y Nicolás Tabárez, periodistas de  El Observador. Podés escribirnos a nuestros respectivos correos (hacé click en nuestros nombres para ver el mail) con todos tus comentarios, críticas, recomendaciones, elogios o insultos (pero que sean siempre desde el respeto, claro). 

Nos vemos en tu casilla de mail el próximo viernes. Que tengas una gran semana.

Temas:

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