Variaciones sobre el gordo Améndola, 1961

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Espínola Gómez: quién fue el "investigador" autodidacta que cumple 100 años y tiene exposición propia

El mirador cavante, la exposición que homenajea al artista en su centenario, se podrá visitar hasta el 14 de noviembre
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25 de agosto de 2021 a las 05:04

El ojo que cava. El “mirador cavante”, según cuenta el artista Oscar Larroca, curador de la exposición, era una frase que Manuel Espínola Gómez usaba a menudo. “Como espectadores teníamos que utilizar nuestra mirada como si fuera una pala, el ojo que cava, que va más allá de la superficie y explora hasta las profundidades”, recuerda. 

Espínola Gómez nació el 5 de julio de 1921 en Solís de Mataojo, en el departamento de Lavalleja. A cien años de su nacimiento el Museo Nacional de Artes Visuales (Mnav) inauguró este mes una retrospectiva de las obras de uno de los artistas uruguayos más relevantes de la segunda mitad del siglo XX.

Terror

“Es uno de los pocos artistas que dejó un legado muy importante, no solo a nivel pictórico sino a nivel teórico. Si bien no fue un artista de pensamiento muy articulado, diría que después de Pedro Figari y Torres García fue uno de los artistas que dejó un conjunto de reflexiones que es importante que se sigan revalorizando”, explica Larroca en diálogo con El Observador. Destaca que se trata de una obra muy importante, no solamente en relación a la pintura sino también a la propaganda política, el dibujo, las intervenciones urbanas y arquitectónicas.

En 1940 ganó su primer premio, el Premio Adquisición en el Salón Municipal de Artes Plásticas con el óleo Circo al mediodía, y una mención por el óleo El Mataojo en el Salón Nacional de Bellas Artes. A fines de 1948 dejó Lavalleja y se asentó en Montevideo. El año siguiente, en 1949, se convirtió en uno de los fundadores del Grupo Sáez, integrado también por Washington Barcala, Luis Solari y Juan Ventayol, y realizaron su primera exposición.

En 1960 realizó su primera muestra individual retrospectiva en Amigos del Arte. “Se le reconoce como un creador libre, genuino y con una capacidad de provocar nuevas miradas y plantear distintos tipos de sentido a una obra que no estuvo en consonancia nunca con los mandatos de las modas internacionales”, comenta Larroca. El catálogo de artistas visuales del Ministerio de Educación y Cultura lo reconoce como "sinónimo de inquietud permanente y exploración empecinada de lo nuevo”. 

Hombre de sesgo, 1946

Espínola fue un artista polifacético. Se aventuró en todo tipo de técnicas y proyectos siendo “prácticamente autodidacta”: obra pictórica y diseño gráfico, bocetos, escenografías y diseños de vestuarios teatrales, logotipos (como el de Frente Amplio, la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) y Galería Latina), tapas de libros y proyectos urbanos, entre otros. Llevó su obra a diferentes partes del mundo y representó a Uruguay en certámenes internacionales.

A partir de 1985 fue asesor plástico de la Presidencia de la República. En ese año proyectó la decoración de la residencia presidencial de Suárez y Reyes y parte de la Sala de Acuerdos de la Presidencia, cuando el Ejecutivo funcionaba en el Edificio Libertad. Diseñó además la remodelación y decoración del Palacio Estévez y la restauración de la estancia Anchorena junto al arquitecto Enrique Benech. También se desempeñó como asesor del Departamento de Cultura de la Intendencia Municipal de Montevideo.

Fue jurado en numerosos certámenes y obtuvo desde 1940 múltiples premios en salones de artes plásticas, departamentales y nacionales. En el 2000 le otorgaron el Premio Figari a la trayectoria. Un año después expuso una retrospectiva en el Subte y dibujos en el Museo de Arte Contemporáneo. Manuel Espínola Gómez falleció en Montevideo el 10 de mayo del año 2003, a los 81 años de edad. 

Hombre de sesgo, 1946

La exposición abarca las 3, 4 y 5 del Museo Nacional de Artes Visuales. Es decir, todo el primer piso. O más específicamente: 1300 metros cuadrados expositivos. Es una de las exposiciones más grandes de un artista nacional en los últimos tiempos y en referencia exclusivamente la obra de Espínola Gómez es la de mayor magnitud. Según explica Larroca, la muestra que hizo el artista en el Subte de Montevideo en el año 2000 no abarcaba toda la obra gráfica que se está exhibiendo en este momento conjuntamente con su obra pictórica.

“Echamos mano a toda la obra que se encontraba en el acervo del Museo de Artes Visuales que estaba catalogada en distintas series, lo que facilitó mucho el trabajo previo de producción y después solicitamos obra a coleccionistas privados y a museos del interior donde todavía hay alguna obra de Espínola”, explicó el curador, y señaló que lo más complejo fue la selección, ya que solo en el MNAV hay unas 300 obras entre pinturas de gran formato y bocetos. La exposición está compuesta por 200 piezas en total que conforma un un panorama exhaustivo de todas las facetas de Espínola. “Se van a encontrar con todas las facetas que hicieron a un hombre muy versátil en distintas áreas del lenguaje plástico”.

La exposición puede visitarse de martes a domingos en el Museo Nacional de Artes Visuales, entre las 13 y las 20 horas, hasta el 14 de noviembre. Pero este miércoles 25 de agosto se mantiene cerrado por ser feriado nacional. Además se anunciarán las fechas de un ciclo de charlas y conferencias en torno al artista y se va a proyectar el documental en super 8 Una caligrafía existencial, un documental que el propio Espínola dirigió en 1982 junto a Juan José Mugni y Ximena Oyanedel con la música es de Héctor Tosar. 

Arena asombrada (Parábola silvestre), 1977

Larroca sostiene que Espínola nunca pudo darle al término "arte" el significado que le es asignado de forma histórica. No creía en el significado de la palabra "arte" o "artista".

“Consideraba de igual valor a un artesano, decía que todas las profesiones guardaban en sí el germen de una investigación profunda sobre la materia y la forma de construir o reproducir hechos concretos, ya sea utilitarios o estéticos a partir de la manufactura sobre la materia”, comenta el curador de la muestra y sostiene que Espínola no le daba mayor valor a un artista que a un herrero, por ejemplo, más allá del valor testimonial que un artista puede dejar en una obra de carácter expresivo. “Justamente él discutía con los críticos a propósito de su peculiar concepto de arte. En todo caso se refería a su profesión como la de un investigador”. 

El desafío será, entonces, tratar de mirar más allá de la superficie de su obra. Cavar con los ojos.

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