Cuando Walter Gargano se puso la camiseta aurinegra en el Palacio Peñarol no prometió imposibles ni habló con el brillo que podía permitirse una carrera más que interesante en el exterior.
"Vengo a sacrificarme a Peñarol y eso me gusta", fueron sus primeras palabras como jugador aurinegro. Cortito, directo y al pie, como si la propia declaración fuera un prólogo de lo que luego mostraría en la cancha.
Cuando puso la firma en el Palacio Peñarol, el equipo había perdido terreno en el Apertura y había perdido de manera insólita un lugar en la definición del Torneo Intermedio. El ambiente se cortaba con un cuchillo, con dirigentes que protagonizaban acusaciones cruzadas y el hincha genuino lleno de esa impaciencia que viene de la mano de los malos resultados.
Su currículum marcaba que Gargano sabía administrar las presiones. Fue Mundialista con la Selección Uruguaya en Sudáfrica 2010 y en Brasil 2014. En el medio se dio el lujo de ganar la Copa América en Argentina 2011. A nivel de clubes jugó en Napoli, Inter de Milan, Parma (los tres de Italia) y Monterrey de México, la última escala antes de cumplir su sueño.
El camino de Gargano en este Peñarol estuvo marcado por una enorme producción individual, por un juego que elevó la vara del rendimiento colectivo y por curiosidades que son la señal de identidad de un amor desconocido por el club.
El día de su presentación en Peñarol no fue la primera vez que Gargano fue al Palacio Gastón Güelfi. Años antes había ido como un hincha más, con un papel que decía "contraten a Gargano" para depositar en un buzón de sugerencias ubicado en la sede aurinegra.
Nunca le importó ser reconocido como el futbolista que tiraba una carta en el buzón de los anónimos. Todo valía para hacer el sueño realidad. Tenía contrato vigente con otro club, no podía hacer declaraciones estridentes ni caer en el sitio cómodo de la demagogia. Eligió hacer fuerza en silencio, esperando que alguna autoridad del club leyera el papel decidido a levantar el teléfono.
La historia pertenece al sitio web de Peñarol, fue confirmada por Referí con funcionarios del club y reconocida por el cartero anónimo convertido en figura.
En la decimoquinta edición de Fútbol x 100, la encuesta que El Observador realiza con 100 periodistas para premiar a los mejores del fútbol uruguayo, Gargano ganó con luz en su categoría con 80 votos. Los otros 20 votos se repartieron entre Mathías Cardacio, Nahitan Nández, Diego Arismendi, Cristian Rodríguez, Gonzalo González, Facundo Ospitaleche y Pablo Cepellini.
Con semejante dominio en su categoría, no es casualidad que el volante haya ganado el premio a Mejor volante de marca, integre el equipo ideal y se haya dado el lujo de pelear en la votación como Mejor jugador del Campeonato Uruguayo con Cristian Rodríguez, aún dando un semestre de ventaja.
En el historial de Fútbol x 100, Gargano repite el título obtenido en la temporada 2006-2007 cuando se consagró jugando para Danubio y volvió a sumar su nombre a una lista de ganadores que incluye a Óscar Javier Morales, Diego Rodríguez, Facundo Píriz, Gonzalo Porras, Nicolás Lodeiro y su compañero Guzmán Pereira, cuando jugaba en Wanderers.
El último volante central de Peñarol que ganó en esta categoría fue en la temporada 2007-2008 cuando el galardonado fue Mario Álvarez.
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