Hay autores como Joyce Carol Oates o Stephen King que señalan a Shirley Jackson como una de sus grandes influencias literarias, pero da la impresión de que recién en los últimos tiempos su figura y su legado empezaron a agrandarse, con la llegada a Netflix de una aplaudida adaptación de su novela La maldición de Hill House, y hasta una biopic protagonizada por Elisabeth Moss, conocida por su trabajo en las series El cuento de la criada y Mad Men. Jackson, que murió a los 48 años, tenía la habilidad de convertir a las casas en protagonistas de sus historias, y El reloj de sol no es la excepción. La lujosa mansión del clan Halloran es el escenario de una intriga que comienza con la muerte de Lionel, el hijo mayor de la familia. Su viuda, su hija y el resto de la parentela empiezan a intercambiar acusaciones sobre la sospechosa incidencia, y la desconfianza y la incomodidad empiezan a generar un ambiente cada vez más enrarecido. Es que el terror de Jackson es cotidiano, familiar y poco sangriento. Un terror más inquietante por lo natural y por lo humano, en el que no se puede confiar en la familia ni en los vecinos. (Fiordo, $ 790).
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