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La colección de anécdotas del Bebote Schmidt: “El Chengue me mutiló la cabeza y como venganza le vacié un extintor”

Fue el golero más joven en debutar oficialmente en el arco de Nacional. En esta nota recuerda aquellos días de 1999, repasa su carrera y cuenta con qué se ilusiona hoy
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24 de enero de 2021 a las 05:00

El 21 de noviembre de 1999, con 17 años, 11 meses y 21 días de edad, debutó Jimmy Schmidt en el arco de Nacional en el arranque de la Liguilla pre Libertadores. Fue el golero más joven en pararse de guantes bajo los tres caños del equipo tricolor. El técnico Hugo De León confió en él porque Gustavo Munúa estaba lesionado y Carlos Nicola no había tenido un rendimiento feliz en las finales del Campeonato Uruguayo frente a Peñarol. El suplente de Schmidt en aquella Liguilla fue Martín Meyer, un golero de Young de 20 años. Como también es de Young Guillermo Centurión, el juvenil de 19 años que fue la figura de Nacional en la final del Torneo Intermedio ante Wanderers el pasado 14 de enero. Sobre esto, la lesión que le cambió la carrera, su trayectoria y su vida actual a los 39 años, Referí charló con el Bebote Schmidt.

¿Qué recuerda de su debut oficial en el arco de Nacional, con apenas 17 años?

Hacía un tiempo que me subían a entrenar. Darwin Dalmás, que fue el que me enseñó todo, me llevaba a entrenar, a compartir con (Carlos) Nicola, (Gustavo) Munúa, (Leonardo) Romay, hasta con (Jorge) Seré llegué a entrenar. Ese proceso que ahora se hace muy rápido, lo hice con bastante tiempo, tranquilo, quemando etapas. Me acuerdo que Munúa se había lastimado la mano y tuvieron que operarlo y estaba jugando Carlos, pero después del clásico (final del Uruguayo 1999), en la semana previa a la Liguilla, Hugo (De León) hizo una charla y me dijo que iba a jugar. Te podés imaginar, 17 años, todo lo que conllevaba, en esa época los juveniles tenían que demostrar mucho para poder estar a la altura. Había que meterle duro.

¿Cómo fue ese primer partido?

Estaba bastante nervioso, fue contra Defensor. Lo sufrí más que disfrutarlo. En el momento uno no se da cuenta o no lo puede disfrutar. Nos tocó ganar (2-1), después salimos campeones de la Liguilla. En ese momento era un sueño. Había llegado a Octava división, hice todas las divisionales, fui salteando porque me veían condiciones, siempre me tuvieron en cuenta. ¡Pucha!, uno piensa, algo tenía para poder jugar en esa época, a esa edad. Hoy con 39 años lo sigo disfrutando, me acuerdo, es algo que me va a quedar guardado para siempre. El orgullo más grande, por más que después se recuperó Munúa y no volví a jugar.

Jimmy Schmidt, el día de su debut en el arco de Nacional

Lo que habrá sido esa charla de De León, cuando le dijo que iba a ser titular.

Aparte, cómo era Hugo, muy serio. Tenía sus momentos de relax con nosotros, alguna broma, pero en Los Céspedes no volaba una mosca cuando se entrenaba. Era un grupo espectacular, esa banda era impresionante, pero se le tenía respeto. Un andamiaje ideal y cuando lo dijo, con una naturalidad, como si dijera 'hoy hacemos doble turno'. Empezó el entrenamiento y no me dio tiempo a nada, solo entrenar. Después que lo asimilé, con las horas, me fui tranquilizando, acostumbrándome. Siempre fue el sueño, debutar en Primera división, en un equipo grande. Con todo, en ese momento no tenía arqueros al lado, tenía arquerazos, porque Munúa estaba consolidado, Nicola también, después llegó el flaco Romay, jugadores de esa talla. A un jugador de campo es más fácil acoplarlo durante el partido o protegerlo o ir llevándolo; en el arco no, sos vos y la pelota. Te pueden ayudar tus compañeros, pero pasa todo por vos, cada decisión.

¿Quiénes le hablaron en ese momento?

Me acuerdo de Jorgeao, Cecilio (De Los Santos), Martín (Del Campo), todos. Esa semana fue mi cumpleaños y yo siempre fui medio cabortero y a los juveniles le hacían alguna judeada. El negro Chengue me agarra y me dice que me iban a cortar el pelo. ‘No me cortas nada’, le dije. Para qué. En la concentración estaba con Scotti y le dije, trancá la puerta porque se me viene la noche. No hubo tranca que valga, le pegaron una patada a la puerta, me agarron, me mutilaron la cabeza y me tuve que pelar para los últimos partidos. Después me vengué, agarré un extintor en la concentración y se lo vacié encima al Chengue.

"Con el flaco Romay hablo a veces y es un fenómeno, recontra merecido el trabajo que está haciendo con los arqueros, es espectacular, por lo que es él como persona, ese carisma, esa sencillez, un señor con todas las palabras".

¿Vio el debut de Centurión, se sintió identificado?

Me imaginaba lo que pasaba por la cabecita de él. Si bien los tiempos son diferentes, se juega sin gente, los entrenamientos también son a puertas cerradas. En ese momento iba muchísima gente a ver los entrenamientos y cuando pisé el Centenario aquella noche, con toda esa hinchada, el aplauso cuando fui hacia el arco. Me erizo todavía. Para él es el sueño cumplido. Si bien en los primeros minutos uno trata de estar tranquilo, corre un poquito de nerviosismo y a medida que pasan los minutos te vas tranquilizando. Además, fue un debut soñado por como terminó, con dos penales atajados en la definición. Lo he cruzado en algún amistoso, se nota que es un pibe laburador, perfil bajo, con muchas ganas. El trabajo dio sus frutos, tuvo un debut soñado, fue la figura. Ahora, lo más importante no es llegar, sino redoblar esfuerzo, seguir por el mismo camino, aprendiendo y esperar otras oportunidades, porque no es fácil en un equipo grande. Ojalá que cada vez que le toque lo haga de gran forma.

¿Qué evaluación hace de lo que fue su carrera?

Una carrera con mucho aprendizaje, decisiones buenas y malas, partidos buenos y malos, muchas cosas vividas. Tuve una lesión grave en 2006, me rompí el tendón de Aquiles cuando estaba en mi mejor momento y mi carrera después de ahí no fue la misma. Pero hoy puedo decir que estoy feliz con la carrera, pude haber hecho más, pero es como se dio, como lo viví, totalmente feliz por la carrera.

¿Se lesionó cuando estaba en Huelva?

A la vuelta de España. Tenía 5 años de contrato, pero me vine al primer año porque Daniel (Fonseca) manejaba mi pase en ese momento y me dijo que iba a salir algo, creo que para Inglaterra. Jugué en Central acá porque el período de pases estaba desfasado, tenía un nivel espectacular, y para no parar Daniel me puso a Jorge Seré a entrenarme, para mantener el nivel. En el tercer entrenamiento me estalla el tendón de Aquiles. Me operó (Carlos) Suero y dijo que nunca había visto una rotura de esa magnitud, me desintegré el tendón. Tuvo que hacer una técnica nueva para volver a generar el tendón y me llevó ocho meses de recuperación con Walter (Ferreira), una persona espectacular. Después de esa rotura no fue lo mismo. Volví a jugar en buen nivel, en Perú, en Colombia, pero fue un antes y un después.

“En el fútbol te calentás, te angustias en el camino, si señor, pero a la larga si fuiste derecho y actuaste bien, tenés la retribución por la que tanto luchaste”

¿Qué ejercicio estaba haciendo para romperse tanto?

Normal. Yo era un poco bruto para entrenar, tenía buena potencia y el tamaño. Había tenido una artroscopía común de rodilla, pero en el tendón nunca nada. Al tercer día de entrenamiento, haciendo unos saltos y arranques, en una de las pasadas, cuando voy a arrancar siento una sensación horrible; es como una piedra en una chapa, un estallido, el pie quedó loco. Me llevan enseguida a la Asociación Española y Suero me dice, ‘Jimmy tenés tres cuartas partes roto, quedate tranquilo que te opero mañana’. Yo entrenaba de pantalones tres cuartos y medias chiquitas y me había raspado, tenía una llaga y no me podían operar. Me pusieron yeso y me fui para casa. Cuando me fue a operar me dijo el médico que iba a tener yeso hasta la rodilla, pero cuando me despierto tenía hasta la ingle. ¿Qué pasó? Enseguida vino Suero y me explicó que él jamás había visto una rotura así. Fue una de las etapas más duras, pero gracias a la familia, a mi señora que siempre estuvo, me alentaba y yo en una silla de ruedas acá en el campo.

¿El contrato con el Huelva ya se había cortado?

Yo tenía cinco años de contrato, pero con Daniel decidimos rescindir por algunos problemas. Yo tenía amistad con él y confiaba porque me dijo que íbamos a ir a otro lado en Europa. Después de la lesión empezamos a perder, yo me lo reprochaba, porque el día que me rompí no tenía contrato, no tenía nada. Me afectó mucho, más que nada la toma de decisiones. Siempre escucho que dicen que uno no se tiene que arrepentir de las cosas, yo pienso diferente; si me equivoco, me arrepiento, también es de hombres reconocer que te podés equivocar. Tener la capacidad en ciertos momentos de definir por uno mismo.

¿Después sufrió otra lesión parecida?

La rotura del otro tendón, en Colombia. Estaba en Envigado y habíamos pasado la primera fase de Copa Sudamericana 2012 y nos tocaba Liverpool. Por entrenar de más, el profe me dice ‘ya está Jimmy’, pero yo siempre fui de darle una más, y en eso exploté el izquierdo. No tan grande, pero me llevó cuatro o cinco meses de recuperación.

Schmidt en el Cobresol de Perú

¿Qué le dejó el Sudamericano sub 20 de 2001?

También un golpe muy duro en lo personal, me marcó. Con los años lo aprendí a llevar. Todos teníamos la ilusión de hacer un Sudamericano excelente, nos llevaron un mes antes, nos prepararon, pasamos las fiestas concentrados. En lo personal un fracaso para lo que apuntaba, no salió como soñaba. Antes los momentos se marcaban más, hoy un error es más natural, no genera tanto. Me parece que hoy te podés mandar una macana, en cualquier sentido, y está más permitido. En juveniles para que te suban había que meter, pelarte el traste entrenando, sino no estabas a la par, no tenías chance. Hoy un error vaya y pase, en la índole que sea. Antes costaba muchísimo más recuperarse y a veces no te recuperabas porque te hacían la cruz. Cambió todo. Ese si fue un golpe duro en lo personal.

En aquel torneo que se jugó en Cuenca, Schmidt cometió errores contra Chile y Bolivia, y fue duramente criticado por la prensa, que en su mayoría se había quedado en Montevideo. El juvenil lloró de tristeza y para el tercer partido de la serie lo reemplazó Martín Silva. Los celestes fueron eliminados en la primera fase. 

¿Cuál es su actividad actual?

Tengo máquinas retroexcavadoras, me dedico a eso y estoy terminando el curso de entrenador. Hace dos años integro el cuerpo técnico del Grillito (Gustavo Biscayzacú), estuvimos en Villa Teresa, Racing, y ahora esperando otra oportunidad.

¿Sueña con volver a Nacional en algún momento?

Por supuesto, algún día me gustaría retribuirle al club todo lo que hizo por mí, lo que me dio, no solo como futbolista, también como persona. Yo viví en el Parque, en la casona al lado de la sede, pasé por la mayoría de las divisionales y siempre tuve un cariño enorme de todos los funcionarios, los técnicos. Me gustaría volver como entrenador de arqueros, brindar los conocimientos que aprendí y la experiencia que viví.

¿Cuál es el nivel de los goleros uruguayos?

Creo que una de las pocas falencias del arquero uruguayo es el juego aéreo. Siempre nos costó, hay que trabajarlo muchísimo, porque un arquero que sale y se queda con la pelota, vale US$ 200 mil más. Primero que no entre, pero si sale, agarra en su mayoría de veces, puñetea o soluciona el juego aéreo, vale más. Después, el arquero uruguayo es muy bueno, por algo lo quieren de tantos lados. Por eso tengo la idea de abrir una academia para goleros, es algo pendiente. Para todas las edades, pero fundamentalmente para juveniles porque hay muchas cosas que un arquero tiene que aprender de joven y el fútbol ha cambiado mucho, se ha modernizado, el puesto del golero ha mutado y hay que estar aggiornado.

Schmidt vive en la tranquilidad del campo, en la zona de Melilla, junto a su esposa y dos hijos. Todavía se emociona cuando recuerda el día de su debut y sueña con volver algún día a trabajar en el club tricolor. De su historia ya no lo saca nadie.

Trayectoria
Nacional, Villa Española, Plaza Colonia, Standard Lieja y RAEC Mons de Bélgica, Rampla Juniors, Hércules, Central Español, Sport Ancash, Cobresol, Envigado, Huracán Paso de la Arena y Uruguay Montevideo.

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