Acondicionamiento inicial de lo recolectado.

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La lucha de seis mujeres canarias para que no se extinga el oficio de recolectar yuyos

Las Julianas no la tienen fácil, pero no se rinden porque anhelan que lo que hacen perdure considerando que es bueno para la gente e incluso están dispuestas a enseñarle a quienes quieran aprender.
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15 de octubre de 2022 a las 05:00

La recolección de yuyos para uso medicinal nunca hará millonarias a las seis integrantes de un grupo de mujeres que se decida a ese oficio campero –y eligió como nombre “Las Julianas”–, pero sí les permite estar felices por lo que entienden es un aporte importante para evitar que esta tradicional actividad se extinga, como sucedió con otras.

Sonia Morales, Norma Risso, Vicenta Sandes, Marianela Acevedo, Silvia Bonifacio y Mirel Garro se dedican a recolectar hierbas medicinales –o bien las adquieren a otros recolectores–, para luego procesarlas y comercializarlas.

Recientemente, una vez más se presentaron con un stand en la Fiesta de la Chacra, en San Jacinto, donde difundieron su labor y vendieron bolsitas con 30 gramos de yuyos, cada una a $ 70.

“No hacemos mucho dinero y lo que hacemos lo guardamos para pagar los gastos, por ejemplo en las bolsitas y en las etiquetas, y para volver el año que viene a la Fiesta de la Chacra y también para ir a otros lugares a los que nos invitan, como a las escuelas, o para ir a la Feria Yuyera que se hace en Minas”, comentó Sonia.

La recolección es en zonas cercanas a donde viven.

Los yuyos se trasladan en bolsas del campo al galpón de secado.

La gente joven no se engancha

Explicó a El Observador que el objetivo que tienen con su actividad es no solo lograr un ingreso que sirve de complemento para la economía familiar de cada una, “también lo hacemos porque recolectar yuyos es una actividad con mucha tradición, pero que se está perdiendo, queda poca gente que sabe recolectar y preparar hierbas medicinales y la gente joven no se entusiasma con esto, lo hacemos solo gente de mucha edad ya”.

Estas seis damas, todas de unos 50 años o algo más, viven y producen en una zona ubicada entre Estación Míguez y Tapia, en Canelones, sobre el “Camino a los Morales” que da a la ruta 80.

Arrancaron en 2007, primero fueron cinco y después se sumó otra integrante.

Eligieron el nombre del grupo en homenaje a un histórico recolector, Don Julián, un personaje en la zona que todos recuerdan recorriendo los campos con chircales, con sus bolsos al hombro, buscando yuyos. Él mismo secaba sus yuyos, los preparaba y se iba en tren para vender en distintos lugares, como en Pando.

“Nos pusimos ‘Las Julianas’ como un homenaje a ese hombre, a lo que él hizo por este oficio, era un hombre además no muy bien visto, mi padre por ejemplo no quería que me dedique a eso que él hacia, a recolectar yuyos del campo”, recordó.

Sonia explicó que si bien ella mismo intentó plantar yuyos para tenerlos cerca de la casa, incluso tuvo éxito con un cuadro que plantó con carqueja, “no es algo sencillo, las sequías que hay son muy complicadas y al no poder tener riego es difícil plantar los yuyos y que te vaya bien”.

Lo mejor, entonces, es recurrir a las plantaciones que naturalmente se dan en los campos, aunque eso también se ha dificultado últimamente: “Antes había más campos con chircas para recorrer y buscar, pero los han ido limpiando para producir otras cosas, como para hacer praderas y producir granos”, señaló.

El oficio de buscar, encontrar y recolectar yuyos, así como el de secarlos y prepararlos para la venta, se ha ido trasmitiendo boca a boca y también ha sido muy positivo el aporte de profesionales con mucho conocimiento del tema.

“La que me enseñó mucho, por ejemplo para el secado de los yuyos, que me tuvo mucha paciencia y confió mucho en mi y me decía que iba a aprender aunque no era fácil, fue la ingeniera agrónoma Luján Banchero –del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA)–”, resaltó.

Un te, con hierbas medicinales, entre las damas del grupo.

El galpón de secado.

Sonia Morales preparando las hierbas.

Las espaldas

Sonia reconoció que algo que les ha ido pasando es que recolectar yuyos exige un esfuerzo físico, hay que agacharse mucho y cargas las pesadas bolsas y con el paso de los años eso las ha castigado, algunas tienen problemas de columna, por ejemplo.

Por eso, para seguir vendiendo y cumpliendo con la clientela, la estrategia de comprarle a otros recolectores ganó espacio. Ricardo, un recolector, es uno de los proveedores de “Las Julianas”. Igual mantienen la actitud de buscar ellas mismas yuyos en toda la zona en la que viven y trabajan, porque es algo que no solo saben hacer, les gusta hacerlo.

Sobre los distintos yuyos con los que trabajan, “hay más de 20, de 22 a 24 son más o menos”, informó.

Señaló que “sin dudas” el N° 1 en la demanda es la carqueja, pero también se pide mucho carnicera, marrubio “que es difícil de moler”, ortiga y además “se pide bastante la manzanilla”.

Ellas le venden a particulares, ya sea para consumo directo como a comerciantes que luego venden a sus propios clientes, y venden para distintos lugares del país, pero destacan especialmente el valor que ha tenido desde el principio la marca Cabral: “Al comienzo les vendimos unos poquitos gramos, algunas hojitas y con el paso del tiempo terminaron siendo el principal comprador”.

Sobre quiénes les han dado una mano, además de destacar a Cabral, señaló a la Sociedad de Fomento Rural de Tapia, que articuló para que las ayuden el ingeniero agrónomo Alejandro Pizzolón y la asistente social Graciela Tejera.

También recibieron una buena mano de la Intendencia de Canelones, por ejemplo con un aporte en dinero “que era para comprar un motocarro, pero no nos entusiasmamos mucho con el motocarro y al final compramos un motocultivador para mover la tierra”.

La asistencia de técnicos les ha permitido tener los conocimientos y la tecnología adecuada para disponer de un sitio de secado de los yuyos con control de temperatura, de modo que el producto no esté en más de 40° C porque las hierbas medicinales pueden perder parte de sus propiedades, ni a menos de 30° C para evitar condiciones de humedad adversas.

Las Julianas en la Fiesta de la Chacra.

Las Julianas en la Fiesta de la Chacra.

El envasado en la bolsita que se da al cliente se hace en el momento.

El te de manzanilla

“Un yuyo es un remedio sano, natural, que es útil porque es algo que funciona, yo por ejemplo tomo te de manzanilla que me sirve para controlar la presión ansiosa, la presión alta”, dijo Sonia.

En cada bolsita en el stand en la Fiesta de la Chacra se leía, en una etiqueta, las propiedades de cada producto, con casos de yuyos que tienen varios beneficios. Igual, apuntó, “hace falta más información sobre las bondades de las hierbas medicinales, no solo para vender más, sobre todo para que la gente las aproveche”.

“Queremos que esto siga con el tiempo, que no se pierda esta cultura yuyera como se han perdido otras profesiones del medio rural, incluso estamos dispuestas a enseñarle todo lo que sabemos a quienes quieran”, concluyó.

Las Julianas en la Fiesta de la Chacra.

Las Julianas en la Fiesta de la Chacra.

El acordeón a piano

Sonia comentó que para las damas que integran “Las Julianas” estar en un lugar como la Fiesta de la Chacra “es muy importante”.
“Si bien es algo que no es fácil, hay que dejar de hacer las cosas en la casa, tenemos gastos y nos da mucho trabajo, esto nos gusta y es algo que sirve”, añadió.
Por un lado, algunas ventas hacen, aunque no son muchas.
Igual la gran utilidad, indicó, “es mostrar lo que hacemos e informar a la gente”, de modo de hacer un aporte a la valorización de la cultura rural, como pasa con la gastronomía campera, la gente que usa bueyes para arar o los deportes con caballos.
Al final de la charla, contó una anécdota: “El último domingo no pude ayudar mucho en el stand, llevé el acordeón a piano y me puse a tocar en uno de los ranchos, mis compañeras quedaron muy cansadas y con pocas ganas de volver el año que viene... las voy a tener que ir convenciendo”.

Materia prima "fresca".

Sonia Morales, preparando la producción.

 

 

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