Margarita Irún y Ana Brun en <i>Las herederas</i><br>

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Las herederas: el amor de una pareja de mujeres adultas en jaque

Se estrenó en Uruguay Las Herederas, una producción paraguaya –y minortiariamente uruguaya– que causó revuelo en su país por retratar a dos mujeres lesbianas durante su vejez
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17 de agosto de 2018 a las 05:00
Ambas son un reflejo de sus personajes en Las herederas. Margarita Irún, como Chiquita, es impulsiva, no para de hablar y contar anécdotas; es avasallante. Ana Brun, por su parte, es callada, reflexiva; la dominan los silencios. En Las herederas, esas particularidades tan opuestas terminaron por convencer a los críticos del Festival de Berlín de ortorgarle dos Osos de plata: uno a la Mejor película y otro a Mejor actriz para Brun. Así, esta realización paraguaya con producción uruguaya –a cargo de Mutante Cine– hizo historia en uno de los tres grandes festivales del cine y consagró a su director debutante, Marcelo Martinessi.

Pero no todos son festejos en el mundo de Las herederas, que llegó a salas locales este jueves. Al retratar una relación lésbica en la vejez, varios sectores conservadores paraguayos pusieron el grito en el cielo y condenaron a la realización, incluso antes de verla. El temor previo a las represalias fue tal que luego de aceptar el papel, la protagonista se cambió de nombre: pasó de ser Patricia Abente a convertirse en Ana Brun. Sin embargo, nada impidió al final que estas dos veteranas del teatro paraguayo se "tiraran a la pileta" con la historia y elevaran la calidad del incipiente cine paraguayo.

¿Por qué decidió cambiarse el nombre para la película?

Ana Brun: Fue solo para la película, pero ahora me gusta. Yo me llamo Ana Patricia Abente Brun, pero todo el mundo me conoce como Patricia Abente. Y así actué toda la vida. Cuando vi el guion de la película y la situé en un país como el nuestro, tan anticuado y tan retrógrado, me entró un poco de susto. Trabajo con la propiedad intelectual, tengo un paquete de clientes interesantes, y pensé que si mis clientes me veían en la película, no iban a querer saber más nada conmigo. Pensé que iba a perder mi medio de vida. Le expliqué el conflicto a Marcelo y después de pensarlo le comenté la idea de cambiarme el nombre y a él le encantó. Supuse que nadie me iba a conocer y que la película no iba a pasar la frontera de Paraguay. Jamás imaginé que iba a trascender de la forma que lo hizo. Cuando empezó a salir en la prensa lo de Berlín, todo el mundo empezó a preguntarse quién era esa Ana Brun y porqué no había nada de información sobre ella (risas).

¿Cómo vivieron el festival de Berlín? Fue todo un hito para el cine de su país

Margarita Irún: Cuando vi cómo estábamos trabajando y los pequeños resultados previos, me di cuenta de que la película iba a dar que hablar. Pero no que iba a tener tanta repercusión. Nos recibieron con aplausos, algo que según los productores no ocurre a menudo. Queríamos que fuera bien recibida y nada más. Y que en nuestro país se nos respetara un poquito.

AB: Eso, porque en su momento dije que esta película fue arrancada de mi vida, por la parte del encierro y el silencio que lo sentí muy de cerca, y en Paraguay mucha gente interpretó que había salido del closet. Toda esa cuestión del lesbianismo de los personajes es casi intrascendente en la película. Pasa de costado por la película.

MI: Yo creo que el recorrido de la película no va a terminar acá, porque logró entrar con el pie derecho. Todo lo que el país vivió, la película lo visibiliza, lo trasunta. El desarraigo, el apego a las cosas, el sometimiento al otro, el poder, la soledad.


Pocas películas retratan la homosexualidad en la vejez. Menos todavía, el lesbianismo en esa etapa. Las Herederas es una excepción.

AB: Sí, hay pocas. Pero a ellas igual le suceden cosas que le pasan a cualquier pareja heterosexual. El desgaste y el aburrimiento, el sometimiento de uno sobre otro. Yo traje algunos recuerdos míos relativos a la vejez. Seguramente, todos tienen a alguna tía o abuela que vive sola, media abandonada, que nadie la llama. Son como muertas en vida. Yo tomé el ejemplo de mi tía Sarita, que era así. Me acuerdo que la tenían como un mueble viejo. Pensé que en realidad ella tenía mi edad, y que yo podría llegar a estar así, y quise llevar eso a la película. Esa tristeza, esa falta de sueños e ideales.

MI: También sucede que, en general, los directores y los guionistas construyen sus personajes en función de actores jóvenes, en todo el mundo. Mujeres jóvenes, bonitas. Nosotras, con la edad que tenemos, quedamos por fuera.

Tengo entendido que la película fue resistida al principio en su país. ¿Paraguay es tan conservador como lo mencionan?

AB: Es muy retrógrado e hipócrita. Creí que en Paraguay no íbamos a tener éxito, pero al final sí lo tuvimos porque hay una cantidad de personas que piensa que la película rompió esquemas. Pero nos cuesta mucho admitir que situaciones como esta suceden. Y después están los detractores, que nos decían de todo. En el Congreso, cuando yo hice una exposición sobre la película, una de las senadoras me gritó varios insultos. Yo ya sabía que eso iba a pasar y por eso tenía mis dudas. Es un país que avanza muy lento. Nadie había visto la película y ya estaban criticando. Empezaron a decir que éramos lesbianas y qué se yo. Todos opinaron sin saber. Se escandalizan por eso y no por un político corrupto que se llena de plata. Es absurdo.

MI: Influye mucho la cercanía con la dictadura. Sigue siendo, de alguna manera, un presente. Estuvimos por muchísimos años alienados, sin criterio propio. Mucha gente habló antes, pero después esos mismos vieron la película y se retractaron. Entendieron el verdadero mensaje.

¿Creen que Las Herederas logrará impulsar al cine paraguayo?

MI: Sí. El cine paraguayo está resurgiendo. Se trabajó desde hace mucho tiempo por la ley de cine y salió hace muy poco. La película le dio más fuerza a nuestro cine.

AB: El cine paraguayo no tiene visibilidad en el mundo, por eso lo de Berlín fue muy importante. Fue una experiencia hermosa que nadie esperaba. Yo menos ahora, en el final de mi camino. No soy muy patriota, pero me transformé en una en el momento en que salió la lista de ganadoras del premio (Oso de plata a la mejor actriz), porque al lado del nombre ponen la banderita del país. Cuando vi la de Paraguay entre Italia, Inglaterra, Estados Unidos, y mi nombre entre otras actrices muy reconocidas, lo sentí. Nunca me impactó tanto ver la bandera de mi país.

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