Sara Goldringo puso la mira en sus empleados pero ellos se defendieron

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Los empleados de Sara Goldring se defendieron de sus acusaciones y señalaron a su hijo Marcos

Los trabajadores de CVM negaron haber vaciado sus cuentas y argumentaron que Goldring era la única que podía autorizar movimientos
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17 de enero de 2023 a las 05:04

Cuatro empleados de la empresa Custodia de Valores Mobiliarios (CVM) negaron ante el fiscal Enrique Rodríguez haber accedido a información privilegiada sobre el estado de situación de la empresa previo a su colapso y haber vaciado sus cuentas en función de ello, al tiempo que señalaron a Sara Goldring como la responsable del descalabro de la empresa que ocasionó pérdidas abultadas a cientos de clientes y a su hijo Marcos Cukier por idear y ejecutar una salida que hubiera generado un daño aún mayor.

Goldring, exdirectora de CVM y United Broker, había señalado a los empleados de su empresa por llevarse dinero sin su consentimiento durante su declaración en la fiscalía que investiga la responsabilidad penal de los dueños de estas empresas ante múltiples denuncias de estafa y apropiación indebida. 

Dos de los exempleados que declararon en calidad de indagados el 20 de diciembre demostraron como ellos también fueron damnificados y negaron haber contribuido a que otros compañeros retiraran su dinero. Otro empleado mostró que había hecho retiros progresivos para comprar un inmueble un año antes del desbarranque de la empresa, incluso cuando los índices del mercado aún estaban al alza. 

Los empleados señalaron que las extracciones de quienes trabajaban para CVM se hicieron dentro de los parámetros de una “operativa normal”, como si fuesen cualquier otro cliente, y todos ellos coincidieron que en todos los casos había pleno conocimiento de parte de Goldring. 

Argumentaron que ningún empleado podía mover dinero de las cuentas en Estados Unidos sin la autorización expresa de Goldring, quien era la única con la capacidad de hacerlo. Para ello se requería una instrucción firmada por los directores de la empresa, pero la orden concluía con una llamada de verificación directa al teléfono de Goldring. Es decir, el procedimiento estaba pensado para tener un chequeo.

Los empleados describieron que en la mesa de operaciones nadie tenía autonomía total y que todos los movimientos que se hacían debían contar con el conocimiento y aval previo de Goldring, incluso los que hacía uno de sus hijos que trabajaba en CVM. Además, los empleados dicen tener mensajes de Whatsapp que prueban que se avisaba sobre los retiros.  

Aunque hubo versiones ligeramente contradictorias, los empleados también rechazaron tener información sobre lo que sucedía en la empresa más allá de lo evidente que podían ver con el comportamiento de los mercados. 

Ante la consulta del fiscal, tres de ellos negaron haber participado de una supuesta reunión con Goldring en mayo en la que la corredora hubiera transparentado la situación de CVM. Otro testimonio, sin embargo, detalló una “reunión informal” con algunos pocos empleados en la que Goldring habló de una realidad “complicada” por la situación de la bolsa pero dijo que “lucharía a brazo partido” y que saldrían adelante. 

“Marcos tomó las riendas”

Uno de las personas que trabajaba con Goldring dijo en fiscalía que Marcos Cukier, uno de sus hijos que vive en Buenos Aires, “tomó las riendas” de la empresa cuando la tragedia de las operaciones de alto riesgo (venta de puts) que Goldring realizaba -en mucho caso a espalda de los clientes o contraria a su manifiesta voluntad- ya era una realidad. A fines de mayo Marcos Cukier ordenó cortar con los retiros. 

Junto a la contadora Paula Lejcis Kigen, Marcos Cukier ideó la salida de la crisis con un esquema de socialización de las pérdidas entre los cientos de clientes de la empresa, alguno de los cuales habían perdido miles de dólares y otros cientos de miles o millones. 

El 29 de junio a las 19:30 horas, Luciano (nombre ficticio) recibió un mail de la corredora de CVM en la que le informaban que el saldo de su cuenta equivalía aproximadamente al 10% al último estado que había recibido en abril. 

En la reunión que tuvo lugar en los días posteriores con Marcos Cukier y con Lejcis Kigel lo quisieron persuadir para que firmara un documento en el que básicamente aceptaba las pérdidas a cambio de recibir ese 10% y no hacer ninguna futura reclamación o demanda a la empresa. 

Tanto Cukier como Lejcis Kigen -quien en 2019 figuraba como directora suplente del Cambio Montevideo, propiedad de los Cukier en Argentina- fueron los que empezaron a recibir a los clientes en forma presencial entre el 30 de junio y el 7 de julio. En algunas pocas reuniones también participó Goldring.

El 5 de julio, luego que el tema se hiciera público, intervino el Banco Central del Uruguay a través de la Bolsa de Valores y un mes después desplazaron a los directores de la empresa. Marcos Cukier y Lejcis Kigen volvieron a Buenos Aires mientras que el banco y la bolsa empezaron a trabajar para recomponer la cuentas de cada cliente sin considerar el mail del 29 de junio. Luego de seis meses llegaron a obtener el saldo real de cada cliente con su posición al 31 de diciembre y esa información la enviaron el 3 de enero.

Luciano no firmó y luego de la intervención del BCU y la BVM podrá recuperar un porcentaje considerable de su cuenta compuesta por activos en efectivo y papeles (valores), que en caso de que hubiese accedido al ofrecimiento de la empresa hubiera perdido. En su caso podrá rescatar en el entorno del 40%.

Sin embargo, la casuística es amplia y depende mayoritariamente si tenían efectivo o acciones. Hay quienes recuperarán el 30% y alguna excepción accederá a una cifra cercana al 70% de lo que tenía, según dijeron varios damnificados a El Observador.

Pero no todos lograron recuperarse. De los más de 400 clientes de CVM que recibieron ese mail hay 41 que quedaron en negativo tras la intervención. De los que quedaron en positivo la situación varía en función del tipo de colocación que tenían (efectivo o papeles).

Ahora la pelota está en la cancha de la Liga de Defensa Comercial (Lideco) quien fue la designada por el BCU para liquidar la empresa. El 13 de enero, la Lideco envió un mail informando que transferirá a los clientes con saldo positivo de papeles a la institución que cada uno designe. No así el efectivo que, aunque figure en las cuentas, no está.

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