El brutal asesinato de un niño de 8 años en Pinamar norte vuelve a poner arriba de la mesa la responsabilidad de los padres en las acciones de sus hijos.
El fin de semana pasado el país entero se estremeció al conocer el macabro hallazgo del cuerpo sin vida de Inti Lois. Lo mataron a golpes en un bosque alejado tras interceptarlo cuando fue al almacén del barrio en bicicleta a comprar algunos productos por valor cien pesos.
En medio de la conmoción trascendieron testimonios de los vecinos donde vivía el presunto asesino. Hablan de que era sádico con animales -degollaba gatos, mataba perros- y del miedo que le tenían los niños de la zona cuando lo veían llegar. El adolescente detenido usaba atemorizarlos. A su vez trascendió que su madre dijo que se le habrían diagnosticado algunos problemas psiquiátricos pero que había dejado de tomar los medicamentos.
El fin de semana pasado el país entero se estremeció al conocer el macabro hallazgo del cuerpo sin vida de Inti Lois.
Fuentes judiciales sostuvieron que la forma en que se encontró el cuerpo del niño era espeluznante. Tenía el cráneo partido y un brazo fracturado, casi desmembrado. También síntomas de abuso, lo que llevó a pensar que lo habían utilizado para algún rito macabro, cosa que se desmintió.
La fiscal de Atlántida, Darviña Viera ultima los argumentos del juicio oral mientras que el presunto asesino, el adolescente de 16 años, permanece recluido en los hogares del Inisa a la espera de la acusación formal. La Justicia analiza condenarlo por homicidio y violación, dos delitos considerados graves por el Código del Niño y Adolescente. Luego comenzará a analizar si sus padres son responsables.
Es imposible quedar pasivos ante la tragedia que expone la triste realidad de la falta de límites con la que se crían los niños y crecen los adolescentes uruguayos. El caso del asesinato de Inti deja al desnudo el brutal desamparo en que quedan los menores en un momento fundamental de la vida: la adolescencia.
Es el tiempo en que se forja el carácter, se imitan los buenos - y malos- ejemplos y se necesita de mucha compañía y contención. La búsqueda del sentido de la vida, qué hacer con el tiempo libre, el descubrimiento de la sexualidad, la integración social, la resolución de la pregunta de qué hacer cuando sea grande, requieren de guías firmes y mucho afecto.
Es responsable el Estado. También una educación pública y un sistema que no logra contener a los que comienzan a caminar por el precipicio. Con la poca información que tenemos en este caso también es responsable el ministerio de Salud Pública. Pero por encima de todo son responsables los padres. Padres que representan la última resistencia. Luego de ello está la nada.
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