Luego de varias elecciones presidenciales con nombres repetidos, candidatos y sobre todo ganadores de edad avanzada, hacia 2019 la oferta de figuras renovadoras se amplió. El promedio de edad de los hoy proclamados precandidatos está en 55 años e incluso hay algunos en el entorno de los 40.
Pero el electorado no parece compartir esos impulsos renovadores. Cuando aparecen en escena dos expresidentes que superan los 85 años, muchos ciudadanos los prefieren, en una señal más del conservadurismo de los uruguayos.
Tanto en el Frente Amplio como en el Partido Colorado las encuestas ponen en los primeros lugares de las preferencias de los votantes a José Mujica (83 años) y Julio María Sanguinetti (82 años), respectivamente. “Hay que entenderlo a este país, eh... Hablan de renovación y después apuestan a los viejos. Agradezco mucho pero no me pongan más en las encuestas”, dijo el expresidente José Mujica hace un par de semanas, cuando por enésima vez aseguró que no será candidato en 2019.
La salida a la arena política de Sanguinetti logró levantar la intención de voto de un partido que parecía paralizado. Según Opción, el Partido Colorado estaba en un 7% en abril y ya subió al 11% en octubre. Según Equipos el crecimiento fue del 7% en abril y del 10% en agosto. “Las encuestas vienen mostrando que la irrupción de nuestro nuevo movimiento batllista marcó un cambio en la presencia en el debate público del Partido Colorado”, dijo Sanguinetti en setiembre en Telemundo.
En la encuesta de agosto que Equipos presentó el 17 de setiembre en Subrayado, el 83% de los consultados que se definieron como frenteamplistas nombraron un candidato de su preferencia ante la pregunta abierta de a quién prefieren. Y Mujica fue señalado en segundo lugar por el 24%, detrás de Daniel Martínez (30%). Pero cuando la pregunta es cerrada y se incluye al expresidente entre las opciones, Mujica le gana al intendente (41% a 31%).
Entre los colorados, siempre según la encuesta de Equipos de agosto, en la pregunta espontánea Sanguinetti capta el 35% de las adhesiones y 31% Pedro Bordaberry. Cuando el encuestador da una lista cerrada, que no incluye a Bordaberry, Sanguinetti encabeza las preferencias con 67%, seguido de Ernesto Talvi (13%) y José Amorín Batlle (12%).
Tanto Sanguinetti como Mujica insisten en que no serán candidatos. Pero no todos les creen. Daniel Martínez sigue orejeando las cartas, según informó El Observador esta semana, y esperará a largar su campaña hasta que quede despejado el “factor Mujica”. Una cosa es competir contra el expresidente y otra es que Mujica ya no esté en la ecuación. Él insiste, tanto en público como en privado, a sus allegados o a cualquiera que se lo pregunte, en que no será candidato. ¿Qué es lo que genera suspicacia? En primer lugar que el MPP no haya aún decidido apoyar a ninguno de los precandidatos. Más aún cuando uno de los nombres (Carolina Cosse) integra el sector.
Pero el que no se definió en todo caso no es el MPP: es Mujica. Si el expresidente tuviera claro a quién apoyar, su grupo no tiene otra opción que decirle “sí Pepe”.
Mujica es el MPP y por más que él repita que está atado a lo que diga su “barra”, el sector no puede darse el lujo de contrariar nuevamente su voluntad como ya sucedió en la elección para la presidencia del FA. Ahora el sector parece resignado a que Mujica no sea candidato, pero la incertidumbre sobre a quién apoyará continúa.
La estrategia de Sanguinetti va en otro sentido. El expresidente siente, por un lado, la responsabilidad histórica de levantar al Partido Colorado luego de la tremenda caída del comienzo de siglo. Y darse cuenta que con solo moverse un poco puede hacerlo, resulta seductor. Pero la otra parte del análisis es la siguiente: sabe que al Partido Colorado no le dará para meterse en el balotaje, pero es necesario que crezca para que la oposición gane. Entonces, ¿por qué un dos veces presidente va a correr una carrera para salir tercero? Sanguinetti compitió en dos elecciones nacionales y las ganó; va invicto.¿Por qué se arriesgaría a perder esa atractiva condición triunfante?
Al mismo tiempo, la presión de su entorno para que sea candidato cada vez crece más. Sanguinetti, a diferencia de Mujica, va a estirar la ilusión de su candidatura todo lo que pueda, hasta lo más cerca posible de las internas. Lo más probable es que ninguno de los dos sea candidato en junio, pero la sola posibilidad de que lo sean sirvió de catalizador para demostrar que a la sociedad uruguaya de las últimas dos décadas le cuesta aceptar la renovación.
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