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Negligencias en residencial intervenido: funcionarios con coronavirus atienden a pacientes, y otros sanos duermen con infectados

Informe de ASSE detectó graves irregularidades en el hogar con pico de casos de covid-19
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02 de mayo de 2020 a las 05:03

El teléfono suena seis veces. Nadie atiende. El celular, que también se encuentra en internet luego de algunos minutos de búsqueda, no está habilitado para recibir llamadas. El residencial no tiene página web y para ser recibido no alcanza con tocar el timbre una sola vez. Hay que insistir.

“Este es el Dolce Vita, ¿verdad?”, pregunta casi para sí mismo un enfermero del Casmu, la mutualista enviada por el gobierno para realizar un monitoreo y seguimiento diario de los pacientes con covid-19, luego de que se constatara allí el principal foco de contagio por coronavirus entre las residenciales afectadas por la pandemia. El enfermero toca timbre de nuevo, y nada. No se vislumbra ningún movimiento.

En conferencia de prensa este domingo, el secretario de presidencia, Álvaro Delgado, anunció que la situación de este centro estaba entre las principales preocupaciones de las autoridades sanitarias. “Se va a hacer una intervención sanitaria permanente porque tiene muchos residentes y no tiene las condiciones, por la información que tenemos, adecuadas”, dijo Delgado. El martes, el gobierno informó en un comunicado que este hogar, el “más comprometido”, sería visitado diariamente por “un médico infectólogo y una licenciada en enfermería, además de la vigilancia epidiemológica del MSP”. Para entonces había muerto un hombre de 91 años, y dos días después falleció una mujer de 84, del mismo geriátrico, ambos por coronavirus.

Tras la quinta visita realizada esta semana por el equipo técnico del gobierno, la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) constató graves negligencias que denunció ante la Dirección General de Salud, y se “labró un acta”, dijeron a El Observador fuentes del prestador estatal.

“Los pacientes sospechosos siguen en contacto estricto con los positivos. Una funcionaria positiva se encontraba alimentando a una paciente sospechosa en el área de la cocina”, señala el informe, al que accedió El Observador.  Y agrega: “Una paciente positiva se encuentra en el dormitorio, en el área de sospechosos, dado que no cuentan con camas en el área positiva. Existe una mejora en cuanto el uso de equipo de protección personal pero la encargada se encontraba sin equipo de protección personal”. Hay, sin embargo, un aspecto favorable: “La puerta de entrada de la planta alta se encontraba reparada”.

El hogar Dolce Vita ya había estado en el ojo de la tormenta en 2018. Varios testigos denunciaron en el programa Santo y seña de canal 4 que los ancianos eran víctimas de maltratos, que las irregularidades en la higiene, alimentación y cuidado de los usuarios eran una constante, y que había trabajadores que sufrían amenazas y destratos.

Este miércoles, a las cuatro de la tarde, justo cuando el enfermero se dispone a volver resignado hacia la ambulancia, aparece, entre los árboles del jardín, una trabajadora de la residencial. La mujer mueve un brazo en gesto de saludo.

La ambulancia entra al fondo, y entonces la mujer –que no lleva tapabocas– se niega a dar declaraciones. “Nos morimos por salir a hablar, pero el encargado no nos deja”, dice.

Situación crítica

La situación de este residencial se repite en más de 200. Según los números difundidos por el Poder Ejecutivo días atrás, de los 1.204 hogares de ancianos, hay 208 que fueron señalados como de “situación crítica” y otros 110 que fueron catalogados “por debajo del respeto a los derechos humanos”. 

Solo 41 están habilitados por el MSP y el Ministerio de Desarrollo Social, mientras que otros diez están en proceso de obtener todos los permisos para funcionar en regla.

“Lo que siempre se ha dicho es que hay muy pocos habilitados, muchos en situación irregular, pero también hay muchos que no están habilitados pero que a pesar de eso igual trabajan muy bien”, señaló el presidente de la Sociedad Uruguaya de Gerontología y Geriatría, Dardo Roldán, para quien hay un “prejuicio” que lleva a dar por sentado “que la mayoría (de los hogares) son galpones o depósitos lo que no es cierto”.

En su opinión, la escasa cantidad de centros habilitados “no tiene que ver (necesariamente) con responsabilidades de los establecimientos, ni de las autoridades, sino porque es muy engorrosa la habilitación, y muy costosa también”.

Cristina Giménez, una de las propietarias del residencial Gladis Godoy, afirmó que la empresa está abierta desde hace un año, y que a partir de los seis meses comenzaron con los trámites. “Estamos esperando que venga la inspección para que nos digan si estamos bien y qué tenemos que mejorar”, indicó.

Margarita tiene 93 años, y es paciente de esta casa de salud casi desde que abrió las puertas. “Más conforme de lo que estoy, imposible”, contó. Mientras hablaba, este jueves, cenaba en su cama, y el día también lo había empezado desayunando en su cuarto, no por necesidad sino porque quiso. Llegó a este lugar luego de pasar cinco años en otro residencial donde no era bien tratada: le hacían colgar la ropa a sus 91 años, y su hija descubrió un moretón tras una caída que las autoridades del centro intentaron esconder. Donde está ahora paga $ 30 mil. 

Quienes conocen el rubro indican que ese es el monto mínimo para tener una calidad adecuada de cuidado de un anciano (cama, lavandería, las cuatro comidas diarias y cuidado permanente las 24 horas). De ahí para arriba hay residenciales que superan los $ 100 mil y con ello incluyen mejores servicios y condiciones. Hacia el otro extremo hay jubilados que cubre el residencial con los $ 10 mil o $ 12 mil que cobran y los servicios que reciben serán acordes al precio. 

El olor

Un equipo de enfermeros llega en dos autos sobre las 19 del miércoles, minutos después de que se retirara la ambulancia. Vienen a extraer muestra de sangre, y demoran en ponerse los equipos: mameluco blanco con capucha, guantes, tapabocas, visor de plástico. Son dos, un hombre y una mujer que ya conoce el Dolce Vita y advierte: “Entrás y sentís el olor, a feo, sucio, agrio”.

Salen a la media hora y, mientras el enfermero se quita el traje, alerta: “Se equivocaron y pusieron a un paciente con covid en un cuarto con gente sana”. “Y hoy no lo vi, pero es común encontrar pañales usados tirados en el piso del baño”, dice después. 

Valoración médica integral
Dardo Roldán subrayó que en los hogares debería brindarse una atención y evaluación constante del paciente. “Hay que individualizar lo que necesita cada uno –remarcó–. En una clase de gimnasia, puede haber un paciente que no pueda levantar los brazos como el resto. Cada persona tiene características propias y es muy importante que la valoración médica sea integral”.

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