El chileno Sebastián Sichel elogió a Lacalle Pou

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Sebastián Sichel, excandidato chileno: “No hay futuro para Uruguay sin apertura comercial”

El excandidato chileno elogió el liderazgo de Luis Lacalle Pou y alertó por las tentaciones de caer en "populismos" de izquierda y de derecha
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05 de diciembre de 2022 a las 05:04

El excandidato presidencial chileno Sebastián Sichel estuvo en Uruguay la semana pasada invitado por la Universidad ORT Uruguay, donde dio una charla en la que analizó las razones que llevaron al estallido social que vivió su país en 2019.

En este contexto, también aprovechó para tener reuniones políticas e intercambiar con funcionarios del gobierno de Luis Lacalle Pou, como el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, o el ministro de Desarrollo Social, Martín Lema.

En entrevista con El Observador, quien fuera jerarca de diversos organismos durante el último gobierno de Sebastián Piñera, elogió al presidente uruguayo, pidió no caer en las tentaciones populistas y enfatizó en la necesidad de abrirse al mundo para obtener un mayor desarrollo. 

¿Con qué foto de Uruguay se encontró?

Para mí era interesante en términos académicos y políticos entender qué hizo Uruguay para contener el populismo y tener esta  democracia que ha ido resilientemente resolviendo sus problemas a través de la institucionalidad, cosa que Chile logró hacer después de un plebiscito de salida en el proceso constitucional, pero que no sabemos bien qué camino seguir.

¿Qué evaluación hace del gobierno de Luis Lacalle Pou?

Tengo una admiración profunda por lo que ha hecho. Primero porque renovó el mundo liberal, es un presidente centrista. Ha logrado mantener como eje central la moderación, y es un presidente popular en un contexto que no hay presidente populares. Me encontré con un Uruguay firme en sus instituciones pero con un liderazgo presidencial que es bastante ejemplar para el mundo liberal que yo espero representar. 

¿Y qué observación hace de la oposición?

Quería compararla con el Frente Amplio chileno. Hay una tentación populista en la izquierda chilena, una seducción más venezolana, que no es tan parecida a la de acá, que es una izquierda más bien democrática y responsable.

¿Se queda con esa percepción de la oposición?

Me  quedó esa percepción, pero está en la cornisa, porque he visto a partir de la polémica por los custodios que no ha tomado una definición de qué tipo de oposición quiere ser, si una oposición democrática o de tratar de deslegitimar éticamente a quien gobierna en vez de contradecirlo políticamente.

Sichel destacó el funcionamiento de la coalición de Lacalle Pou

Tomó nota de lo que dice el oficialismo: que se está 'dando manija' en el tema. 

Por eso decía que justo está en la cornisa, porque está cayendo en la tentación de no contradecir políticamente al presidente sino más bien de caer en la tentación populista de tratar de deslegitimarlo moralmente. Yo creo que eso es un error que Chile cometió y si puedo darle un consejo humilde a la oposición es que la peor es aquella que no entiende que el diálogo democrático es el que resuelve los conflictos.

¿Qué acciones del gobierno de Lacalle Pou son las que le generan simpatía? 

Diría que eso de enfrentar a la izquierda desde el centro y no desde el populismo de derecha. Creo que eso es atractivo desde el punto de vista estratégico. Tiene el coraje de enfrentar a la izquierda, no desde la lógica del adversario, sino de la lógica de presentar reformas de mejor calidad para el futuro. Desde el punto de vista político, veo en Lacalle Pou un reformista y no un presidente conservador. Acaba de presentar una reforma de pensiones que está en plena discusión. Tuvo un proyecto de ley de avanzada respecto a los cambios programáticos necesarios para implementar su programa. La  tercera cosa es que tiene una coalición que ha seguido unida. La tragedia que vivimos en el gobierno pero en particular en mi candidatura es que se pulverizó una coalición; y él ha tenido un liderazgo que permite mantener una coalición unida y ordenada en los fines y propósitos del gobierno.

¿Por qué se rompen tan rápido las coaliciones? Lo que hizo Lacalle fue establecer un marco mínimo común, decir estas son las reglas que nos rigen, las cosas en las que estamos de acuerdo y esto es lo que nos tiene que unir. 

Eso es lo que admiro, en la coalición están más preocupados por los puntos que los une que de los puntos que lo diferencian. La tragedia que nos hizo perder la elección en Chile fue que estábamos más preocupados los puntos que nos desunían que por los puntos en común. Hoy en día la democracia se trata mucho más de construir cuáles son los mínimos comunes que los máximos denominadores. Este maximalismo que ha devorado la política en el mundo lo que está trayendo es polarización y un gobierno que entiende que lo que tiene que construir no es maximalismo, sino construir mínimos, lo que logra finalmente es darle gobernabilidad al sistema político. Ojo que esta idea de la tragedia de la polarización está volviendo estúpida la democracia en general. Es una excepción este tipo de diálogo en una coalición. Hagamos un asado y pongámonos de acuerdo en lo que vamos a comer, no en lo que no nos gusta para ponerlo en la parrilla. 

La agenda de Lacalle Pou ha tenido en la apertura de Uruguay al mundo una de sus grandes banderas. Recién presentó su adhesión al Acuerdo Transpacífico, algo que le trae ruidos en la interna del Mercosur. ¿Cómo debe abordar esta situación?

Dije que admiraba el coraje de Lacalle Pou. La primera forma de mostrar coraje es que, a pesar de estas amenazas del Mercosur, impulsó, apoyó y salió adelante. La segunda muestra de coraje es que hace una reforma de pensiones, es el único presidente en el mundo que se atreve a aumentar la jubilación con los plazos que lo está haciendo. Creo que eso es una muestra de coraje político, de no hacer lo que necesariamente es popular o no le trae conflicto, sino gastar su capital político en lo que cree justo y necesario.

En materia económica si algo hay que admirar de Chile es que en los últimos 20 años hubo una estrategia de apertura comercial gigante para un país pequeño pero más grande que Uruguay. Básicamente es lo que lo hizo ser el país que más rápido creció en Latinoamérica en los últimos 30 años. La respuesta en Uruguay es clara: no hay un futuro para Latinoamérica ni para los países de Latinoamérica sin apertura comercial. Nosotros somos un mercado pequeño. Las relaciones bilaterales, particularmente con el Pacífico, van a ser clave en nuestra estrategia de desarrollo. Cegarse eso por las peleas de la política interna o peleas de la política regional no solo es un error, sino que conceptualmente es quemar dinero, porque en el futuro va a ser menos competitivo en términos económicos. Lo que impacta de Uruguay es que está lanzando la industria de las tecnologías, particularmente el software, a tal nivel que puede ser más importante que la ganadería hacia adelante. ¿A quién le van a vender software? Al mercado asiático probablemente, y por tanto su preocupación es cómo el TPP-11 permite básicamente la integración o la exportación de productos como esos, más que simplemente la relación bilateral con los países alrededor. Esto requiere coraje, no significa que no necesitamos cooperación regional pero requiere que tengamos también el cuidado de ver lo mejor para nuestros ciudadanos, que es el fin de la política. 

¿Qué tiene Uruguay para aprender de Chile de todo ese proceso que se inició en 2019?

Lo primero es que Chile se equivocó cuando perdió el diálogo entre los sectores políticos. El primer error de Chile fue tener una izquierda que deseó negarle la sal y el agua a Sebastián Piñera y que finalmente fue autodevorada, desaparece la centroizquierda moderada, es comida por una izquierda más radical representada por Gabriel Boric y su mundo. Pero además se perdió la capacidad de resolver el conflicto. En Chile llevamos desde 2006 discutiendo una ley de reforma de pensiones. Eso ha hecho postergar decisiones claves y ha generado más presión o conflicto social. Por lo tanto, si algo hay que aprender es que cuando se pierde el diálogo entre los sectores políticos o el consenso los países se paralizan. Lo segundo es que cuando las fuerzas democráticas no se juntan, a río revuelto ganancia de populismo pescador, y aparecen líderes mesiánicos que ofrecen soluciones simples para problemas complejos, pero soluciones que no funcionan. El populismo debería tener una especie de repelente natural en el sistema político. Chile no supo alertarse temprano de esto y por lo tanto a las primeras amenazas de populismo varios cayeron tentados y no se dieron cuenta de que es una enfermedad contagiosa igual que el covid; al final todos terminan con mascarillas y medios solo y aislados. La gran lección es que el populismo se tiene que detener con seriedad. La tercera, más política, es que la lección de Latinoamérica es que la violencia nunca es el camino. En Chile, sectores de izquierda se dejaron seducir por la violencia callejera como forma de acción política y se dejaron seducir por la violencia política. Cuando prendes una pradera hay una alta probabilidad de que se incendie tu propia casa finalmente. La violencia terminó provocando una sociedad más insegura con mayores índice de delincuencia, mayor violencia política en las calles, y por lo tanto nos mató un poco a todos .

¿Qué enseñanzas tiene todo esto?

Lo primero haber plebiscitado la salida constitucional. Los referéndums son una buena experiencia cuando le dices al chileno que vote, y se ha recuperado el voto obligatorio. Esto es una discusión bien profunda para un liberal porque duele un poco el estómago cada vez que lo digo, pero el voto obligatorio volvió a incorporar a masas que habían quedado marginadas de la democracia y también cambió la forma de mirar la política. El voto voluntario había provocado la política de la identidad, buscas minorías que fueran fanáticas para unirse a ti. 

Sichel defendió apertura comercial impulsada por Lacalle Pou

Vino a contar lo que pasó en 2019. ¿Qué fue lo que explotó?

Hubo una acción violenta dirigida por los grupos de extrema izquierda que buscaron desestabilizar al gobierno, pero hubo pasto seco de mucho descontento social por una sociedad desigual que miró con indolencia la violencia y por lo tanto empezó a desconfiar de la democracia representativa como forma de solucionar su problema. Más que combatir la violencia, el ciudadano chileno empezó a ver estas manifestaciones como una forma o una oportunidad de acelerar los procesos de cambio que requería. Eso fue gatillado por una violencia de izquierda, pero también por una gran clase media chilena molesta con la precariedad de protección social o más bien la fragilidad de la protección social que le brindaba el Estado, y por lo tanto que miró este camino, el de la manifestación, el de la calle, como un camino alternativo a la política para encontrar soluciones a sus problemas. Chile tiene una tragedia: es un país exitoso en lo económico, pero sus promedios esconden…

… la desigualdad. 

Un país desigual no tiene paz social. Creo que muchos, particularmente el mundo liberal, para poner un nombre, o de la derecha más conservadora, no han sido capaces de entender el dolor que provoca esa desigualdad. O el problema incluso en sectores como la innovación, que provoca la alta concentración empresarial en las actividades productivas y que está matando la innovación en Chile. Teníamos un mercado poco inclusivo y una democracia poco inclusiva en general que hizo que muchos sintieran que había que buscar un camino alternativo.

Una de las bases del Uruguay es que tiene un "Estado protector de los débiles" que le permitió tener una gran clase media. 

Chile pasó de tener 40% de pobreza del año 90 a tener el 8% de pobreza el año pasado. Lo que tú hiciste es básicamente transformar al 32% de los pobres en clase media, pero la dejaste sola rascándose con sus propias uñas y su éxito pasaba por tener empleo porque el país creciera pero con un Estado que no tenía una buena red de protección si tú te caías. En Chile si te quedas sin empleo vuelves a cero porque la salud es privada, la previsión social es privada, la jubilación es privada, el sistema educativo también, por lo tanto lo que falta es que la clase media se deje de sentir de cristal, que le va muy bien hasta que alguien rompe el vidrio y quedas desprotegido. 

¿Cuáles son las causas de la no aprobación del plebiscito?

Diría que hubo una borrachera de muchos convencionales de izquierda que creyeron que esto no se trata de hacer una Constitución para todos, sino más bien de hacer un traje a medida para lo que eran sus convicciones. La constituciones son pactos sociales. Lo que ellos hicieron no fue un pacto social sino un traje a medida para lo que ellos entendían que era su proyecto ideológico. El chileno con sentido común dijo esto no era lo que quería. Por eso fue tan contundente el rechazo y ni siquiera fue rechazo izquierda/derecha sino masivo, transversal. 

El excandidato se mostró crítico con el presidente Gabriel Boric

¿Y cómo salen de esto?

Diría que que lo primero es haciendo las cosas de manera distinta. Yo soy de aquellos que creen que tiene que haber una convención democrática, con acompañamiento experto, pero que tiene que romper los vicios de lo que hacían. Si se perdió el plebiscito, no puedes tratar de repetir el mismo proceso, soy de la tesis de hacer una convención más chica y asesorarla con convencionales expertos designados por los órganos democráticos. Una convención de 50 personas, parecida al Senado chileno, que busque construir acuerdos y no exacerbar posiciones minoritarias y creo que estamos avanzando hacia allá.

Está claro que no piensa como él, pero ¿cómo ve el gobierno de Gabriel Boric?

Creo que fue un candidato populista que está en la transición personal de saber si va a ser un presidente populista o un presidente más bien serio. Cometió un error político de marca mayor, porque a seis meses de su elección decidió jugarse una tesis en el plebiscito constitucional y, en vez de ser un gran árbitro, un gran estadista que construyeran los acuerdos, decidió jugarse por la tesis del apruebo y terminó perdiendo el plebiscito. Diría que tiene una oportunidad. Si él decide ser un presidente serio y buscar acuerdos y que más que actor se transforme en árbitro, y por tanto en estadista, puede ser recordado en la historia como alguien que resolvió el conflicto y no lo agudizó.

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