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Solos y aterrorizados, cientos de niños buscan a su familia después del tsunami

Muchos están durmiendo en la calle desde que pasó la ola gigante
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05 de octubre de 2018 a las 05:01

Al menos 600.000 niños fueron afectados por el desastre que dejó el tsunami que días atrás devastó la isla indonesia de Célebes, según la ONG Save the Children, que alertó sobre la situación de los que han quedado huérfanos o separados de sus familias.

Save The Children explicó que muchos niños dormían este jueves en la calle en Palu (costa occidental de Célebes) y añadió que era urgente identificarlos y reunirlos con sus padres. 

"Es difícil imaginar una situación más espeluznante para un niño", declaró Zubedy Koteng, asesor para la protección de la infancia de esa ONG, presente en el lugar. 

"Numerosos niños están conmocionados, traumatizados, solos y aterrorizados. Los jóvenes que buscan a eventuales familiares supervivientes habrán visto y vivido experiencias horribles que ningún niño debería ver", agregó.

 

La ayuda llega con cuentagotas a las localidades devastadas por el seísmo y el tsunami, y los responsables humanitarios alertan sobre los numerosos niños "traumatizados" tras haber quedado separados de sus familias por la tragedia.

Según el último balance de las autoridades, 1.411 personas murieron y más de 2.500 resultaron heridas en el terremoto de magnitud 7,5, seguido por un tsunami que golpeó la isla el pasado 28 de septiembre. 

Saqueos y hambre

En la región de Palu, una localidad de 350.000 habitantes, los edificios quedaron derruidos y las vías de acceso están muy dañadas. 

Policías armados vigilaban este jueves las gasolineras para mantener el orden en las largas filas de espera. Camiones que transportaban ayuda a Palu fueron saqueados, según la prensa.

En un principio, las autoridades hicieron caso omiso de estos actos, pero al final la policía arrestó a decenas de presuntos ladrones y el ejército advirtió que abriría fuego contra todo aquel que fuera sorprendido robando

Los servicios de rescate siguen tratando de encontrar supervivientes entre los escombros pero, seis días después de la catástrofe, cada vez quedan menos esperanzas. Las autoridades estiman que más de un centenar de personas están desaparecidas.

Por otro lado, las autoridades tratan de responder a las necesidades de los habitantes de productos de primera necesidad, mientras que las ONG extranjeras desplegan equipos en las zonas afectadas. 

Casi 200.000 personas necesitan ayuda humanitaria urgentemente, según la oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA). Se calcula que 66.000 viviendas fueron destruidas. 

En un primer momento, el gobierno indonesio rechazó la idea de aceptar ayuda internacional, asegurando que su ejército podía hacerse cargo de la situación. Pero, cuando se conoció la magnitud del desastre, el presidente Joko Widodo aceptó que el despliegue de organizaciones de ayuda humanitaria y el apoyo de gobierno extranjeros. 

Pese a todo, sigue siendo difícil abastecer a los supervivientes, hambrientos y con sed. 

En los días que siguieron al tsunami, el aeropuerto de Palu solo estuvo abierto para los aviones militares. Pero, el jueves, se autorizó el tráfico limitado de aviones de línea, dando prioridad a los humanitarios.

Ayuda de la ONU

La ONU prometió 15 millones de dólares de sus fondos de emergencia. La Cruz Roja anunció el envío de tres navíos cargados de víveres y material, incluyendo utensilios de cocina, tiendas, bolsas para cadáveres y mosquiteras. De Singapur a Reino Unido, numerosos gobiernos extranjeros prometieron su asistencia.

Ida Dewa Agung Hadisaputra, un oficial del ejército de alto rango encargado de la logística en la región, subrayó que la ayuda estaba llegando. 

"La ayuda llega de diferentes fuentes, como, por ejemplo, las autoridades locales de Célebes y las empresas públicas", afirmó. 

Por otro lado, se restableció la electricidad en algunos barrios de Palu, las redes telefónicas funcionan de nuevo y algunos mercados reabrieron sus puestos. 

Aún así, para la mayoría de la gente, su vida diaria ha cambiado completamente. Los habitantes esperan para conseguir el agua y el dinero que distribuyen las autoridades. En algunos lugares, hay que esperar hasta 24 horas para obtener unos litros de gasolina. 

 

por Harry PEARL

AFP

 

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