Llaveros en cuero crudo.
Trabajos en tiento fino.
Vainas.
Trabajos en tiento fino.
Trabajos en tiento fino.
Vainas.
Vainas.
El taller de Oscar, en Casabó.
Vainas.
Trabajos con terminaciones finas.
El taller de Oscar.
Uno de los llaveros.
Trabajos personalizados.
Termo forrado en cuero crudo.
Oscar se formó en el taller de José Acuña.
Vainas.
Vainas.
Oscar Albarenque.

Agro > HISTORIAS

Suben al ómnibus, lo ven de chofer y no pueden creer su otro oficio

Oscar Albarenque es protagonista de una historia especial: es montevideano, pero enamorado de lo campero, chofer en Cutcsa y con un hobby con muy poco de urbano
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22 de julio de 2023 a las 05:04

Este sábado, 22 de julio, Oscar Albarenque cumple 57 años. Y es protagonista de una historia especial: es montevideano, pero enamorado de lo campero, su actividad laboral es la de conductor profesional –conduce el coche 404 de Cutcsa– y tiene un hobby con muy poco de urbano, es guasquero.

Sumó ya 34 años como empleado de Cutcsa. Durante 14 años fue guarda y ahora lleva 20 como chofer. En cada tarde y noche se desempeña en el sector FHZ, que involucra 19 recorridos. El día en el que habló con El Observador trabajó en las líneas 199 (Cementerio del Norte-Punta Carretas) y G10 (Terminal Colón-Melilla).

Oscar vive en Casabó, donde en el galpón fue construyendo su taller, algo que ocurrió recientemente dado que el sueño de ser guasquero lo concretó poco antes de la pandemia por covid, cuando ya había pasado los 50 años.

Oscar Albarenque en su taller.

El amor por lo rural se lo debe básicamente a sus abuelos. “Soy genuinamente capitalino, pero siempre de chico iba para afuera, mi abuelo materno era de Tacuarembó y el paterno de Florida, los visitaba y me encantaba ese mundo de los caballos, de los arreos, todo lo que eran esas piezas tradicionales en cuero crudo, ahí nació todo”, contó.

Sus padres tuvieron un almacén y el padre trabajó en el frigorífico Artigas, pero la pasión por la guasquería le llegó claramente a través de aquellos vínculos con sus abuelos.

El imán en la Rural del Prado

Recordó que hace unos pocos años fue a la Rural del Prado con su señora y, como siempre, “porque hay como un imán”, fue a ver los puestos de los guasqueros. Allí estaba exponiendo sus piezas José Acuña, experiente artesano y además docente en guasquería. Sobre la mesa había un cartel que informaba del inicio de un curso y le comentó a su señora que estaría bueno anotarse, pero quedó en eso. Sin que él sepa, “sin decirme nada”, ella fue y lo inscribió, dándole el empuje final.

Tras dos años de capacitación, el primero de formación básica y el segundo en esterillado (trabajo con tiento fino), Oscar egresó como guasquero.

Oscar hace de todo un poco, obviamente preparos, riendas y cabezadas, pero lo que más elabora son algunas piezas que tienen más uso en la ciudad, por lo tanto que puede vender más, como vainas para cuchillos, cintos, materas, posamates, billeteras y llaveros.

 

La anécdota
Oscar contó que en el ómnibus tiene una matera de cuero crudo que se hizo, un auto regalo, de esas piezas que se hacen y no se venden por ningún precio. Y le ha pasado que los pasajeros suben, la ven, les gusta y le preguntan dónde la compró. Entonces le dice que la hizo él mismo y no le pueden creer que eso lo haya creado un chofer de ómnibus, pero les explica que es guasquero y obviamente mucha gente de la ciudad le responde preguntando qué es ser guasquero. Ahí, casi siempre, se dan charlas que suelen durar varias cuadras.

 

El cuero, en su caso, lo compra ya con el procesamiento inicial, porque no tiene el tiempo necesario para adquirirlo apenas se lo quitan al animal y realizar todo el proceso, aunque lo sabe hacer.

Para vender, además del imbatible “boca a boca”, utiliza las redes sociales, sobre todo Instagram y Tik Tok.

A modo de ejemplo, tras aclarar que de cada producto hay muchas alternativas y por lo tanto un abanico de precios muy variado, contó que una matera personalizada, con terminación fina, con las iniciales del dueño puede costar unos $ 3.500, todo en cuero sobado y tiento fino; la vaina, para un cuchillo de una hoja de 15 cms, un cuchillo verijero, anda en $ 1.200; un cinto simple, sin dibujos ni costuras, puede costar $ 800.

Oscar Albarenque en su taller.

“No estoy muchas horas en el taller, aunque me encanta, tengo otro trabajo y necesito estar descansado, aprovecho sí los libres y capaz sumo alguna hora otros días si tengo algún pedido puntual”, explicó.

Agregó que con el paso de estos años ha ido armando un stock de mercadería, con miras en que en pocos años se va a jubilar de su actividad en Cutcsa y lo que hoy es un hobby se transforme en un complemento de ingresos.

“Tengo la idea, porque me encanta, de ir a las fiestas criollas con una mesa, mostrar lo que hago y si se vende bien y si no también, porque no quiero que la guasquería en mi caso pierda la esencia de lo que es un, un hobby”, dijo.

En el caso de Oscar, hoy, gracias a su hobby, aquello de “en casa de herrero cuchillo de palo” no corre: “Me gusta hacer cosas para mí, no tengo caballo pero tengo mi preparo bien completo y ya llegará el momento en el que lo pueda usar, me hice una rastra toda de cuero crudo para mis pilchas gauchas que las tengo, tengo también muchos cuchillos y a cada uno le hice su vaina”.

Oscar Albarenque en su taller.

 

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